viernes, 29 de noviembre de 2019

Crítica: Rabid (2019)


Remake del clásico de culto de 1977 dirigido por The Soska Sisters (American Mary), quienes comparten créditos como co-escritoras del guión junto a John Serge. Se estrenó directamente en DVD y Blu-ray  dentro del Reino Unido el pasado 7 de octubre, mientras que en Estados Unidos hará lo propio a inicios de 2020.

Sinopsis:

Rose (Laura Vandervoort) trabaja para una firma de modas con la esperanza de convertirse en diseñadora, pero todos sus sueños se vienen abajo cuando un accidente le desfigura el rostro. Para su fortuna existe un tratamiento experimental con células madre que le ayuda a recuperarse y a volverse más bella que nunca, aunque con peligrosos efectos secundarios.



Comentarios generales:

Cada que se especula sobre un remake de algún clásico existen muchas dudas, es una reacción natural, pero en este caso las cosas eran muchas más complejas considerando que se trataba de una película de alguien tan venerado como David Cronenberg. Un director del cual no soy tan fan como algunas otras personas y cuyos trabajos que más me gustan son de los 80s, así que una nueva versión de Rabid no me generaba tanto malestar; de hecho, sentía más curiosidad que otra cosa por esta nueva versión y definitivamente puedo decir que no me he quedado decepcionado.

Esto porque las hermanas Soska realmente solo utilizan ciertas ideas de Cronenberg para contarnos una historia muy diferente que sigue su propio camino tomando riesgos que a veces funcionan y a veces no. Utilizando la desfiguración de Rose no solo como el medio para generar impacto visual de manera temprana o cierto morbo, sino también para ir desarrollando una transformación que va más allá de lo superficial y con ello lograr que la mayoría de las problemáticas no se centren en la epidemia que ella misma genera.

Lo cual sin duda le brinda mayor sustancia al personaje principal, pero por otro lado hace que el resto de los sucesos en varios casos queden parados como algo meramente anecdótico debido al poco interés que existe por expandir ese aspecto de la historia. Ya que aunque si vemos algunas escenas de contagios que proporcionan cierto incremento en el nivel de intensidad, estas por diseño solo aportan un shock efímero y se pierden ante lo separadas que se encuentran una de la otra; generando así un ritmo muy cortado que no permite que la película tenga la fluidez necesaria rumbo a la parte final.  

Una parte final que en general me agradó. No es nada espectacular pero por lo menos logran que ambos aspectos (el estado de Rose y la epidemia) converjan de cierta manera para brindar momentos con sangre y violencia entretenidos; sin embargo, el desenlace si puede resultar un tanto ridículo.

En el tema de las actuaciones Laura Vandervoort no lo hace mal, su personaje no es tan plano y eso ayuda a que no quede parada como una simple cara bonita, mientras que de los secundarios quienes más sobresalen son Mackenzie Gray (Gunter) con un personaje bastante extravagante y Hanneke Talbot (Chelsea). La producción es de buena factura: el trabajo de fotografía es sólido, la dirección de arte no presenta gran cosa, el score es bastante bueno, el trabajo de sonido es limpio, los efectos están bien hechos y la labor de maquillaje es excelente.

Opinión final: Rabid está ok. Dudo que a los fans más recalcitrantes de Cronenberg les agrade, pero para el resto puede ser un visionado interesante.

Ojometro:
***

martes, 26 de noviembre de 2019

Crítica: The Gallows Act II (2019)


Secuela dirigida por Travis Cluff y Chris Lofing (The Gallows), quienes además comparten créditos como escritores del guión. Se estrenó en VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 25 de octubre, mientras que su salida en formato físico está confirmada para el 24 de diciembre.

Sinopsis:

Cuando Auna Rue (Ema Horvath) es transferida a una nueva prestigiosa escuela, sus deseos de convertirse en actriz se ven aplastados después de participar en un desafío por internet que convoca a un malvado espíritu.



Comentarios generales:

En 2015 “The Gallows” tomó al mundo por sorpresa gracias a una excelente campaña de publicidad que generó mucho revuelo y prácticamente aseguro que la película fuera un éxito a pesar de que el producto no era nada especial. Así que el que hubiera una secuela no era algo de extrañar, nada más que no parecía que el público estuviera tan desesperado por una y eso empezó a ser evidente cuando el estrenó de The Gallows Act II se quedó en el limbo por casi dos años sin explicación aparente; aunque después de verla uno entiende por qué se tardó tanto tiempo en salir a la luz.

Y es que la verdad lo que nos traen Cluff y Lofing es una secuela desangelada en la que claramente ya no sabían a qué publico dirigirse ante lo efímero que resultó el interés por la primera entrega, optando por terminar con el uso del found footage para contar una historia mucho más estándar a la que se le pudiera sacar provecho a futuro. Algo que no se escucha tan mal pero que en la práctica resulta terrible porque desde muy temprano se siente una desconexión enorme entre ambas partes a pesar de que la obra The Gallows sigue siendo el foco de atención, nada más que en esta ocasión se pretende construir todo alrededor de un reto que se sustenta en sustos fáciles poco efectivos y en una protagonista carismática con la que cuesta trabajo conectar.

Lo cual es un problema porque el personaje de Auna domina la pantalla y para cuando se llega a la mitad del metraje uno ya está harto de su situación debido a que lo que le ocurre resulta hueco e increíblemente acelerado. Generando así varios momentos que no cuentan con demasiado sustento detrás o situaciones que empiezan a resultar repetitivas ante la poca imaginación de los directores para diseñarlas; especialmente cuando se entra en la etapa en donde el espíritu debe de tener más relevancia y este queda parado como algo muy secundario la mayoría del tiempo.

Ahora, por si lo anterior no fuera suficiente para convencerte de que esta es una mala película, lo que hacen en la parte final no tiene ningún tipo de justificación.

Ya para este punto muchas de las cosas presentadas carecen de sentido y la efectividad de los sustos ha desaparecido por su sobreexplotación, pero por los menos hay cierto misterio que se mantiene intacto. Sin embargo, con la revelación definitiva lo destrozan de manera brutal al utilizar un recurso tan pobre para justificar lo ocurrido que solo te hace cuestionar todo lo que viste previamente y provoca una sensación de vació enorme.  

En cuanto a las actuaciones debo de decir que es frustrante ver a Ema Horvath porque en ningún momento logras tener empatía hacia su personaje, mientras que el resto del elenco es completamente intrascendente. La producción es discreta: el trabajo de fotografía es aceptable, la dirección de arte no tiene nada particularmente destacado, el score es genérico, el trabajo de sonido es bueno, los efectos no presentan mucha complejidad y la labor de maquillaje es simple.

Opinión final: The Gallows Act II es bastante mala. Una secuela innecesaria que debió quedarse perdida en la oscuridad.

Ojometro:
**

viernes, 22 de noviembre de 2019

Crítica: Little Monsters (2019)


Película escrita y dirigida por Abe Forsythe, quien hace su primera incursión dentro del género. Se estrenó de manera limitada en cines y VOD dentro de los Estados Unidos a inicios de octubre, mientras que su salida en formato físico está confirmada para el 3 de enero de 2020.

Sinopsis:

Dave (Alexander England) ha decidido superar su reciente ruptura pasando tiempo con su sobrino, acompañándolo a un paseo de su escuela para poder acercarse a su maestra Miss Caroline (Lupita Nyong'o). Todo parece normal, al menos hasta que se desata una invasión zombie que pondrá en riesgo su plan y las vidas de los niños que supuestamente tiene que cuidar.



Comentarios generales:

En ocasiones anteriores he manifestado que las comedias de zombies no son algo sencillo de realizar porque la saturación de este subgénero ofrece poco margen de maniobra y ver ideas nuevas se vuelve un tanto complicado. Sin embargo, de vez en cuando te encuentras con propuestas que tienen un aire de frescura particular sin que transformen por completo la fórmula, de esas que con tan solo alguno que otro detalle logran salirse de lo establecido y definitivamente Little Monsters es una de estas.

Ya que lo que nos presenta Forsythe es la película de zombies más tierna de la historia, lo cual puede ser un punto en contra con los fans más hardcore que esperan ver mucha sangre, vísceras y muertes, pero que es precisamente lo que le brinda toda su originalidad e identidad.

Aunque esto no quiere decir que no haya nada de esos elementos porque si lo hay; de hecho, esta es una película de zombies en toda la regla, simplemente que la historia los utiliza de una manera un tanto secundaria para establecer el tono y, sobre todo, la dinámica con los niños que brinda sin duda varios de los momentos más graciosos al presentar el contraste entre la inocencia con la cual ellos ven este “juego” gracias a su maestra y la situación de total peligro que se vive. Logrando así que este viaje escolar fluya sin demasiados contratiempos durante la primera mitad a pesar de que no existe nada tan violento o subido de tono.

Aspecto que no cambia demasiado a lo largo del metraje, más si varía por determinados momentos dependiendo de lo que necesite el desarrollo; especialmente cuando se llega a un punto en el que las acciones se trasladan a un escenario cerrado que limita mucho las opciones. Uno que por un lado provoca que se le brinde mayor exposición a un personaje en particular que funge como un tipo de villano para mantener el contraste con los niños y que ciertamente refresca la dinámica, pero que por el otro hace que exista un estancamiento evidente y se tenga que recurrir a situaciones un tanto forzadas que solo sientes que fueron diseñadas para comprar tiempo. Sobre todo aquellas que tienen que ver con el ejercito.

Afortunadamente para la parte final logran rectificar al encontrar un balance adecuado que le dé relevancia a todas las cosas que se establecieron con anterioridad (relación de Dave con su sobrino, la relación de Dave/Caroline, la presencia militar) y con ello se logre un cierre redondo que, además, cuente con algo de acción para no dejar parados a los zombies como algo meramente anecdótico.

En las actuaciones tenemos a una Lupita Nyong'o que está genial en su faceta de maestra amorosa que hace hasta lo imposible por cuidar a los niños, mientras que Alexander England con su personaje muestra una evolución muy entretenida de ver. También hay que destacar al elenco infantil, quienes en ningún momentos se vuelven odiosos y son en gran parte los que añaden el toque tierno a las cosas.

La producción no es nada precisamente ostentoso: el trabajo de fotografía es sólido, la dirección de arte cumple, el score es agradable, el trabajo de sonido es limpio, los efectos son bastante simples y la labor de maquillaje es de buena factura.

Opinión final: Little Monsters me pareció muy divertida. Una película de zombies ligera para todo tipo de público.

Ojometro:
****

martes, 19 de noviembre de 2019

Crítica: Girl on the Third Floor (2019)


Primer largometraje del director Travis Stevens, quien además comparte créditos como co-escritor del guión junto a Paul Johnstone y Ben Parker. Se estrenó en VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 25 de octubre, mientras que su salida en formato físico está confirmada para el 7 de enero de 2020.

Sinopsis:

Don Koch (Phil Brooks) trata de renovar una antigua casa en muy malas condiciones para empezar una nueva vida con su esposa embarazada, aunque pronto descubrirá que la propia casa tiene otros planes y explotará sus demonios del pasado.



Comentarios generales:

Por lo regular no me generan mucha confianza las películas que involucran luchadores porque estas suelen ser proyectos de poca calidad cuyo principal propósito es utilizar su imagen para tratar de alcanzar una audiencia mayor explotando a sus fanáticos.

Y es que si alguien conoce un poco sobre la carrera de Phil Brooks (mejor conocido como CM Punk) sabe que su vida misma genera mucho morbo y sus fans suelen ser muy pasionales al respecto, así que mis expectativas por Girl on the Third Floor no eran las mejores porque parecía que se trataba de otro intento barato donde no aplicaría la ley del mínimo esfuerzo. Aunque para mi sorpresa me encontré un trabajo que pretende algo más que simplemente explotar la presencia de un rostro conocido.

Ya que Stevens presenta una historia de casas poseídas que trata de variar un poco la fórmula, sacrificando dinamismo en favor de ir construyendo lentamente un descenso a la oscuridad que por grandes lapsos se asemeja más a un thriller psicológico. Esto porque, si bien hay claras señales de que en esta casa pasan cosas raras (que son épicamente ignoradas), la primera mitad en realidad se centra en cómo Don Koch es una terrible persona que hace lo que supuestamente ya no quiere hacer y mucho de lo que ocurre en pantalla juega con situaciones que ponen en duda lo que es real o no para exponer su potencial locura.

Lo cual brinda algunos buenos momentos pero en general hace que las acciones sean un tanto aburridas la mayor parte del tiempo, sobre todo porque no se profundiza demasiado con respecto al pasado de la casa y eso crea un vació que provoca que poco a poco lo que ocurre se torne repetitivo e incluso un tanto confuso. Dejando así todo a expensas de determinadas acciones que logran que la segunda mitad cuente con mayor fuerza gracias a su nivel de impacto y un evidente incremento en el ritmo que ayuda a potenciar la sensación de locura por la cual pasa nuestro protagonista.

Es hasta la parte final cuando se da un cambio radical, al grado de que parece una película totalmente distinta. Y eso no lo digo como algo negativo; de hecho, esta fue mi parte favorita debido a que le brinda un tono completamente distinto a las cosas al ser una mucho más intensa y, sobre todo, visceral. Además de que aclaran detalles importantes cuando parecía que los iban a dejar en el olvido.

De las actuaciones puedo decir que Brooks no lo hace mal, el papel está perfectamente diseñado para explotar sus fortalezas y esconder sus carencias; además el reducido grupo de actores secundarios lo complementan de buena manera, especialmente Sarah Brooks (Sarah). La producción es discreta: el trabajo de fotografía cumple, la dirección de arte es muy básica, el score es bueno, el trabajo de sonido limpio, los efectos prácticos son de muy buena calidad y la labor de maquillaje es de primer nivel.

Opinión final: Girl on the Third Floor está ok. Película con ideas interesantes y buenos efectos para ver un día en el que no tengan nada más que hacer.

Ojometro:
***