Película dirigida por Lars
Klevberg (Polaroid) y escrita por Tyler Burton Smith, la cual representa un
reboot para la franquicia. Se estrenó en cines dentro de los Estados Unidos el
21 de junio, mientras que en México hizo lo propio durante el fin de semana
pasado. Recaudando hasta la fecha $35.3 millones de dólares en taquilla a nivel
mundial.
Sinopsis:
Después de mudarse a una nueva
ciudad, Andy Barclay (Gabriel Bateman) recibe un regalo de su madre: un muñeco
Buddi. Este pronto se convierte en su mejor amigo, pero cuando dicho muñeco
empieza a tomar decisiones por cuenta propia las cosas empezarán a salirse de
control.
Comentarios generales:
* Contiene spoilers
Ver una Child’s Play donde Don
Mancini no estuviera involucrado parecía algo imposible; sin embargo, vivimos en
una época en la que los grandes estudios quieren sacar nuevas versiones de todo sin importar los vínculos del pasado y MGM no es la excepción. Así que cuando anunciaron esta nueva versión
inmediatamente se convirtió en una de las películas más odiadas por los fans,
sobre todo por el tremendo lio que se armó con el tema de los derechos y la
clara tensión existente con Mancini; condenándola a ser producto que difícilmente
logrará ser del agrado de muchos.
Y es que es claro que Klevberg y
Smith tenían la encomienda de hacer este reboot lo más distinto posible a la
película original, tomando así decisiones complicadas que en un inicio
ciertamente no resultan tan atractivas considerando que eliminan por completo
el elemento del vudú y hacen que lo relacionado a la maldad de Chucky, si bien
tenga un sustento más “lógico”, carezca de viveza.
Lo cual genera como resultado una
primera media hora en donde no pasa gran cosa y en la que la dinámica de Andy
con el muñeco en ningún punto genera gran interés a pesar de que desde muy
temprano se establece que Chucky tiene tendencias violentas. Aspecto que debería
de ser suficiente para construir algunos momentos de tensión pero que solo se
quedan en burdos intentos cómicos que cansan después de algunos minutos y no
ayudan a establecerlo como un personaje de interés.
Realmente hasta aquí todo parece
destinado al fracaso, sin embargo, una vez entrado el segundo acto las cosas
cambian de manera radical y es a partir de aquí cuando la película logra
establecer su propia marca. Más que nada porque la violencia se incrementa de
manera considerable, al igual que el ritmo, haciendo así que la personalidad
robótica de Chucky no resulte tan pesada y empiece a ser precisamente ese
personaje creepy a su modo que proporciona muertes con un nivel de impacto
considerable. Las cuales además sirven para el propósito dentro de la historia
de perjudicar a Andy, que responde a dichas acciones como el niño que es.
En la parte final es donde se
desata la locura y se deja claro el mensaje de que esto no tiene nada que ver
con la original al ofrecer un cierre que literalmente es su antítesis.
Trasladando esto a un escenario mucho más grande con el que se diseña una
situación para ofrecer una masacre muy divertida que hace bastante dinámico el desenlace.
Las actuaciones están bien,
Baterman y Aubrey Plaza (Karen) tienen buena química como madre e hijo;
mientras que Mark Hamill hace buena labor para el tipo de Chucky más robótico
al que le toca dar voz. La producción es de buena factura: el trabajo de
fotografía es bueno, la dirección de arte sencilla, el score cumple, el trabajo
de sonido no tiene fallos, los efectos son sólidos y la labor de maquillaje discreta.
Opinión final: Esta nueva versión
de Child’s Play difícilmente convencerá a los fans de la original, pero al
menos te brinda entretenimiento con mucha sangre.
Ojometro:
***
***