martes, 17 de marzo de 2020

Crítica: Get Gone (2020)


Película escrita y dirigida por Michael Thomas Daniel, la cual significa su primer largometraje. Se estrenó en VOD dentro de los Estados Unidos a finales de enero, mientras que su salida en formato físico se dio el 11 de febrero.

Sinopsis:

Los Hoax Busters se dedican a desmentir los videos falsos que hay en internet y como parte de un plan para unirse más como equipo deciden hacer un viaje recreacional a los bosques en Oregon. Para su mala suerte en ese lugar se encuentran en disputa una compañía perforadora y una peligrosa familia que ha vivido ilegalmente ahí durante treinta años, cuyas intenciones no son precisamente el irse de manera voluntaria.  



Comentarios generales:

En los casi ocho años que tiene el blog no hay ninguna actriz u actor de la que haya escrito más sobre sus películas que Lin Shaye, lo cual es algo sorprendente si consideramos que tiene 76 años de edad y su establecimiento dentro del género como alguien relevante se dio apenas en 2011. Se ha ganado su estatus actual a pulso; sin embargo, con ello también vienen proyectos en los que su presencia simplemente significa un buen recurso publicitario para que estos reciban mayor atención a las que normalmente tendrían y sin duda Get Gone es uno de esos.

Ya que lo traído por Michael Thomas Daniel difícilmente podría haber visto la luz sin la presencia de la veterana actriz debido a que se trata de un slasher en el que ni siquiera existe una idea lo suficientemente sólida con la que se pueda sustentar gran parte de la historia, dejando todo en simples apuestas para ver que puede funcionar de manera más o menos coherente.

Algo que resulta muy notorio desde un primer acto que sigue la dinámica que todos conocemos con un grupo de individuos que parece serán el centro de atención, pero que de golpe pierden su importancia ante el conflicto efímero por el territorio y la revelación de que, en efecto, la familia no solo es peligrosa, sino que además algunos de sus miembros tienen una condición particular. Aspecto que debería de generar cierto interés, aunque en realidad lo único que genera son risas debido a que el trabajo de maquillaje no ayuda en lo absoluto por su pobreza y a partir de aquí es cuando las cosas empiezan a decaer.

Todo ocurre de manera acelerada, sin tiempo para construir situaciones interesantes y mucho menos muertes llamativas, las cuales en una decisión imperdonable para una película de este tipo casi siempre son fuera de cámara. Además poco a poco se empiezan a introducir cuestiones sobrenaturales que no tienen sentido y evidentemente no existe la intensión de explicarlas de manera profunda debido a que, cuando son reveladas, prácticamente se está entrando a la parte final.

Una que tampoco cuenta con muchas cosas para destacar, ya que el conflicto definitivo carece de intensidad y está plagado de comportamientos absurdos que en ningún punto logran hacer que te preocupes por las victimas. Y por si eso no fuera suficiente, el cierre no lleva a nada por tratar de homenajear a “The Texas Chainsaw Massacre”.

Las actuaciones tocan un plano caricaturesco, realmente solo es la propia Lin Shaye quien más resalta y aún así resulta muy exagerada (incluso repetitiva con respecto a lo que le hemos visto últimamente). La producción es de bajo presupuesto y se nota: el trabajo de fotografía es decente, la dirección de arte no tiene nada que destacar, el score es pobre, el trabajo de sonido deja mucho que desear, los efectos son eficientes y la labor de maquillaje resulta hasta cómica.

Opinión final: Get Gone es mediocre. Un slasher desangelado que definitivamente podría haber dado para algo más entretenido.

Ojometro:
**