viernes, 25 de marzo de 2022

Crítica: Studio 666 (2022)

Película dirigida por BJ McDonell (Hatchet III), cuyo guión fue co-escrito por Jeff Buhler y Rebecca Hughes basándose en una historia pensada por Dave Grohl. Se estrenó de manera limitada en cines dentro de los Estados Unidos a finales de febrero, mientras que en México hizo lo propio el pasado 17 de marzo.

Sinopsis:

En 2019 la legendaria banda de rock Foo Fighters se muda a una mansión con un oscuro pasado para encontrar inspiración y grabar su tan anticipado décimo álbum.


Comentarios generales:

Cuando se anunció que los Foo Fighters harían una película de terror no sabía cómo reaccionar, siempre he sido fan de su música y por algunos de sus videos se podía intuir que Dave Grohl y compañía siempre habían tenido curiosidad por actuar. Sin embargo, una cosa es hacer videos de cuatro minutos y otra muy distinta es realizar un largometraje con todo lo que eso conlleva, así que las probabilidades de que Studio 666 fuera un desastre eran altas; aunque para mi sorpresa y beneplácito fue todo lo contrario.

Esto porque lo presentado BJ McDonell es una película simple que no trata de reinventar nada y no oculta en lo absoluto cuáles son sus fuentes de inspiración (Evil Dead, The Burning) para contarnos una historia que utiliza todos los clichés conocidos cuando se une el terror con el rock, pero bajo un tono cómico que jamás resulte extremadamente absurdo.

Ya que aunque el humor forma parte importante del desarrollo, lo cierto es que nos encontramos ante algo mucho más elaborado de lo que se pudiera imaginar y por ende para llegar a la parte caótica se tarda un poco, sobre todo porque si se le da su respectivo espacio al tema del bloqueo mental de la banda. Lo cual afortunadamente en ningún momento te resulta aburrido de ver gracias a que la dinámica entre sus integrantes siempre es entretenida y los destellos existentes con respecto al pasado de la casa son lo suficientemente bien manejados como para ir proporcionando momentos que resalten desde el lado visual.

Todo para llevar a una segunda mitad que eleva el nivel de violencia y sangre en pantalla de manera considerable bajo un concepto de posesión muy sencillo con el que también se juega un poco con la fama que tenía Grohl de ser muy exigente en sus grabaciones hace años atrás. Logrando así un ritmo ágil que nunca vuelve a disminuir y sobre todo varias muertes espectaculares que proporcionan el impacto necesario para que la amenaza se sienta como algo importante sin que se deje de lado el aspecto cómico.

Ante esto tenemos una parte final que le brinda un buen cierre al tema de la posesión por medio de uno de los exorcismos más peculiares e improvisados de la historia. Aunque lamentablemente también se extienden las acciones de manera innecesaria para añadir algo que, si bien proporciona más gore, se siente un tanto forzado.

Sobre las actuaciones es claro que ninguno de los miembros de la banda es actor, pero se nota que todos están bastante comprometidos con el proyecto y logran sacar adelante las cosas. Mientras que la presencia de Whitney Cummings (Samantha) y Jeff Garlin (Jeremy Shill) resulta agradable.

En cuanto a producción tenemos una factura cuidada considerando las limitantes: el trabajo de fotografía es sólido, la dirección de arte cumple, cuenta con un gran score, el trabajo de sonido es impecable, los efectos prácticos son bastante buenos (los de CGI no tanto) y la labor de maquillaje es adecuada.

Opinión final: Studio 666 me gustó. Película divertida con pretensiones claras que se puede disfrutar siendo o no fan de los Foo Fighters.

Ojometro:
****