Película escrita y dirigida por Ted
Geoghegan, la cual además significa su primer largometraje. Se estrenó de
manera limitada en cines, VOD e iTunes dentro de los Estados Unidos apenas el
pasado 5 de junio, aunque no hay información sobre cuándo saldrá en formato
físico o si llegará a otros mercados.
Sinopsis:
Después de que su hijo muriera en
un accidente automovilístico, Paul (Andrew Sensenig) y Anne (Barbara Crampton)
se mudan al campo en Nueva Inglaterra para trata de iniciar una nueva vida. Sin
embargo, pronto la pareja se convertirá en el blanco de una vengativa familia
de espíritus que reside en su nuevo hogar y descubrirán que el pacifico pueblo a
donde se mudaron esconde un oscuro secreto.
Comentarios generales:
El tema de las casas poseídas es
uno complicado de manejar en la actualidad, no porque sea imposible crear algo de
calidad con fórmulas viejas, sino porque cada vez es más complicado hacer algo
nuevo que en verdad te sorprenda. Y aunque en el caso de We Are Still Here no
me atrevería a decir que la originalidad es de otro nivel, si estamos ante una
mezcla muy interesante de ideas inspiradas en diversos trabajos previos que
simplemente la hacen diferente al resto.
Algo que de inicio ni parece
debido a que Geoghegan no tiene ninguna prisa por revelar todas sus cartas de
manera temprana, construyendo así un primer acto muy tranquilo que establece
con elementos básicos el tono característico de esta clase de historias: sustos
fáciles por medio de ruidos extraños o cosas que se caen, sombras corriendo al
fondo, uso delicado del score, etc. Realmente te va soltando poco a poco cualquier
dato relevante para hacerte creer que estás viendo una simple película de
fantasmas, lo cual solidifica contando el pasado turbio de la casa; sin
embargo, de algún modo siempre tienes la sensación de que hay algo más sin
saber exactamente qué.
Es a partir del segundo acto
cuando las cosas toman un rumbo mucho más oscuro al darte una probada de lo
peligrosos que son los espíritus con un par de escenas de impacto, cuyo
principal propósito es sacarte de la zona de confort. No se trata de algo extremo
pero logra su cometido para hacer la transición de una simple historia de fantasmas
a una de venganza lo más natural posible; de pronto la amenaza no solo se
encuentra dentro de la casa, sino también fuera de esta y eso abre un panorama amplio
de opciones que son aprovechadas por el director, sobre todo cuando añade una
leyenda que involucra al pueblo con la cual genera ciertos momentos de misterio
necesarios cuando parece que la cuestión de los espíritus empieza a ser muy descifrable.
La parte final es brutal, un goce
total debido a que no te esperas esta clase de desenlace. Es un cambio
totalmente brusco con respecto al ritmo manejado previamente, así como a todo
el aspecto visual; es casi como si se tratara de una película nueva llena sucesos
violentos con clara referencia al cine de terror de los 80s.
Está bien actuada, pero
curiosamente lo mejor no llega por parte de Sensenig o Crampton (que resulta
fastidiosa por momentos), sino de los secundarios; tanto Larry Fessenden como Lisa
Marie y Monte Markham hacen un gran trabajo al darles vida a personajes un poco
más exagerados que contrastan con la pareja protagonista. La producción también
es bastante buena: el trabajo de fotografía es sólido, se hace un buen uso del
sonido, el score es absorbente y el trabajo de efectos termina siendo espectacular
cuando se hace uso de la sangre en extremo al combinar de manera perfecta
prácticos con un poco de CGI.
Opinión final: We Are Still Here
es de lo mejor que ha salido en este año, totalmente recomendable.
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