martes, 29 de septiembre de 2015

Crítica: Contracted: Phase II (2015)


Secuela que ahora corre a cargo del debutante Josh Forbes tras la cámara y cuyo guión fue escrito por Craig Walendziak. Se estrenó el pasado 4 de septiembre de manera limitada en cines y VOD dentro de los Estados Unidos, aunque no hay información sobre su salida en formato físico o su posible llegada a otros mercados.

Sinopsis:

Después del fatal destino que sufrió Samantha por el mortal virus, ahora Riley (Matt Mercer) lidia con los mismos estragos al ser la última persona en tener contacto con ella. Al inicio no parece aceptarlo, pero con el paso de las horas su sufrimiento lo lleva a rastrear al responsable de esparcir el virus antes de que este no solo consuma su cuerpo, sino a toda la humanidad.



Comentarios generales:

Sinceramente no era muy complicado imaginar que iban a realizar una secuela después de ver como terminó la primera entrega, la duda más que nada recaía sobre cómo expandirían sin la presencia de Eric England (director y guionista de la original) un universo que a todas luces no estaba planeado para ser algo demasiado grande. Sin duda el reto era importante y aunque Contracted: Phase II logra de manera coherente ese objetivo, si termina sintiéndose un trabajo innecesario cuyo único objetivo es sacarle más dinero a los fans.

Forbes y Walendziak desde un inicio dejan en claro que, si bien pretenden darle una continuidad adecuada a lo ocurrido con el personaje de Samantha, el enfoque de esta secuela no será tanto el virus, sino más bien lo que está detrás y el riesgo a gran escala que representa para la humanidad. Una situación que sin duda termina por cambiar bastante el concepto original que si ponía mucha énfasis en la forma de lidiar del protagonista con su mutación, algo que aquí se da a menor escala centrándose principalmente en la negación; donde prácticamente los primeros 20/25 minutos son una serie de malas decisiones por parte del personaje de Riley que involucran a todos sus seres queridos y que uno sabe tarde o temprano tendrán graves consecuencias, volviendo así un tanto lento todo el desarrollo de una historia que pretende reflejar caos.

Es entrando al segundo acto cuando se puede notar el cambio más importante, que es la integración del “paciente cero” como el principal villano en lugar del propio virus; una decisión que vuelve la dinámica mucho más adecuada para el inicio de algo cuya escala es más grande y que da paso a una historia alterna sobre la investigación de este individuo que proporciona los momentos más cercanos a una película de zombies. Sin embargo, lo malo de todo esto es que nunca te dan grandes explicaciones sobre sus motivos para acabar con la humanidad; básicamente te lo ponen como un hombre muy muy malo que secuestra mujeres, pero de ahí fuera no existe mucho para generarte un interés genuino sobre este misterioso personaje.

La parte final es entretenida. No solo porque utiliza el factor shock por medio de los efectos del virus como gancho ante el espectador, sino que además vemos un tema de venganza bien logrado que paga con creces la espera por medio de una escena muy intensa dentro del hospital.

Las actuaciones son promedio: Mercer no cambia mucho con respecto a lo visto en la primera entrega, Marianna Palka está bien en su rol de detective a pesar sus dificultades para ocultar su acento y Morgan Peter Brown como “BJ” no tiene suficiente tiempo como para mostrar algo más.

La producción es discreta: el trabajo de fotografía es idéntico al anterior, presenta ciertas mejoras en la dirección de arte, cuenta con un score aceptable, buen sonido y efectos básicos. Lo único que si se sale por completo del presupuesto es el trabajo de maquillaje, cuyo grado de perfección en el deterioro físico de los personajes es casi tan importante como la propia historia, ya que sin este muy probablemente la película resultaría menos llamativa.

* Cuenta con una escena post-créditos intermedios.

Opinión final: Decidir si es mejor o no que la primera será cuestión de cada quien, pero Contracted: Phase II es una película que vale la pena checarla a pesar de ser innecesaria.

Ojometro:
***