viernes, 23 de febrero de 2018

Crítica: Red Eye (2018)


Primer largometraje del director Tristan Clay, quien además comparte créditos como co-escritor del guión junto a Destinie Orndoff. Se estrenó directamente en VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 9 de febrero, aunque no hay información sobre si saldrá en formato físico.

Sinopsis:

Cuatro amigos viajan a los bosques de West Virginia para filmar un documental sobre una leyenda local. Al inicio solo parece un proyecto personal bastante inocente, pero con el transcurrir de las horas se darán cuenta que puede que haya algo de cierto en dicha leyenda.



Comentarios generales:

Leyendas locales siendo investigadas es definitivamente el tema predominante en el cine de terror independiente, es una fórmula simple que te brinda la posibilidad de ser creativo y además es perfecta para realizar una película con muy pocos recursos. Lo complicado viene al momento de ser original debido a que existe una cantidad incontable de trabajos de este tipo que parecen hechos en serie, la comodidad por no arriesgar es demasiada y en el caso de Red Eye se puede notar en exceso.

Más que nada porque lo que nos traen Clay y Orndoff es una historia que, a pesar de sustentarse en una leyenda bastante retorcida, nunca demuestra tener como objetivo principal el ser tan impactante. Ya que el primer acto en términos generales se podría describir como un bonito homenaje a la nada, en donde pareciera que el principal propósito de los creadores no era realizar una película de terror, sino más bien una de superación personal debido a que gran parte de este se enfoca en temas como el bullying, el maltrato infantil o el embarazo no deseado mientras de manera superficial te brindan los detalles mínimos de lo que estos jóvenes supuestamente van a investigar.

Sin duda temas delicados, pero en este caso no sirven de mucho y solo hacen que el ritmo sea lento al consumir gran parte del metraje por medio de largas conversaciones que te hacen olvidar en algún punto cuál es el propósito original del viaje. Una situación que significa un gran desgaste para el espectador y que solo provoca que no sientas ningún tipo de curiosidad por ver lo que le pueda ocurrir a los personajes una vez que se topen con la inevitable realidad, la cual llega de golpe, sin demasiada construcción de suspenso y que solo tiene como propósito el tratar de generar cierta fuerza por medio de un par de muertes que ante el poco presupuesto te resultan más cómicas que grotescas o perturbadoras. 

De la parte final por lo menos puedo reconocer que es sangrienta y que el director no se guarda nada al momento de mostrar las cosas en pantalla. Aunque, por otra parte, el giro que se le da se siente en exceso forzado considerando que las motivaciones que hay detrás son un tanto ridículas; además de que ya se ha visto en ocasiones anteriores.

Las actuaciones son muy malas, no hay mucho más que decir respecto a esto. La producción es lo que uno espera de un filme independiente: un trabajo de fotografía pobre, el score fastidioso y un trabajo de sonido poco cuidado; aunque en el tema de los efectos/maquillaje se hace una labor decente considerando los ínfimos recursos con los que contaron.

Opinión final: Red Eye es una mala película. No es una atrocidad como otros proyectos independientes similares, pero resulta difícil recomendarla.

Ojometro:
**