Película dirigida por Jonathan
Milott y Cary Murnion (Cooties), cuyo guión fue escrito por la tripleta conformada por
Nick Morris, Ruckus Skye y Lane Skye. Se estrenó en VOD dentro de los Estados
Unidos el pasado 5 de junio, aunque todavía no hay información sobre si saldrá
en formato físico.
Sinopsis:
El fin de semana de Becky (Lulu
Wilson) con su padre en la casa del lago se convierte en un auténtico infierno
cuando un grupo de convictos en fuga les realizan una inesperada visita.
Comentarios generales:
El año pasado vimos a Dannis Quaid
salirse de su zona de confort para adentrase en el género de terror y este año
tocó el turno de Kevin James, un actor que incluso generaba más sorpresa considerando
que toda su trayectoria se ha centrado en la comedia. Por eso mismo es que
Becky resaltaba por encima del resto de las películas en esta época carente de
estrenos de peso, él era el mayor punto de venta; sin embargo, al final su
presencia se puede decir que resultó meramente anecdótica.
Y es que lo que nos regalan
Milott y Murnion se podría describir como la “Home Alone” del cine de terror,
donde realmente todo lo importante recae en su joven protagonista y lo demás
termina siendo secundario.
Esto por medio de una historia de
invasión que es bastante simple en su estructura y cuyo inicio no es
precisamente emocionante debido a que más que nada se centra en el escape
de los presos y, sobre todo, en lo frágil que es emocionalmente hablando el
personaje de Becky. Quien inclusive durante el primer acto queda parada como
alguien un tanto desagradable en medio de una dinámica familiar muy frágil que
te brinda el suficiente contexto para entender los motivos detrás de su comportamiento.
Lo realmente destacable
inicia pasando los 30 minutos de metraje, ya que es cuando el conflicto
adquiere unos tintes mucho más violentos y se le da más juego a los convictos;
en especial al personaje de Dominick. Cuyas motivaciones realmente son vagas y terminan generando un problema a largo plazo, pero que
para propósitos de impacto visual llevan las cosas a terrenos sumamente convenientes
debido a que aquí no se guarda nada en lo que respecta a la sensibilidad del
espectador, haciendo poco a poco que Becky se vaya convirtiendo en una maquina
asesina con la cual disfrutas ver cómo resuelve de manera perturbadoramente
creativa un problema en el que tiene una desventaja evidente.
Todo bajo un ritmo dinámico que
se traslada hasta una parte final que encontré bastante disfrutable gracias a
la intensidad con la que se maneja y porque no escatiman en nada para generar
impacto. Aunque definitivamente si te quedas con cierta sensación de vació con
respecto a un detalle en especifico (la llave) debido a que básicamente es por
esto que se desencadena todo y no responden la pregunta fundamental que conlleva.
En cuanto a las actuaciones,
quien se lleva todos los reflectores es Lulu Wilson. Tal vez no con el
personaje más complejo que existe, pero si al que logra sacarle el máximo provecho
por medio de un comportamiento violento (incluso sádico por momentos) con el
cual puedes llegar a sentir mucha empatía y que de alguna forma logra que no
cuestiones tanto la credibilidad de sus enfrentamientos físicos con tipos mucho
más grandes que ella.
La producción es de buena
factura: el trabajo de fotografía es sólido, la dirección de arte básica,
cuenta con un score adecuado, el trabajo de sonido no tiene fallos, la labor de
maquillaje resulta efectiva y los efectos están muy bien hechos para añadir un
nivel de shock que resulta fundamental en el filme.
Opinión final: Becky me gustó.
Película simple, pero muy violenta que te deja claro que Lulu Wilson puede
llegar a ser alguien importante dentro del género los próximos años.
Ojometro:
****
****