martes, 10 de agosto de 2021

Crítica: Blood Red Sky (2021)

Co-producción alemana/estadounidense dirigida por Peter Thorwarth, quien además comparte créditos como co-escritor del guión junto a Stefan Holtz. Se estrenó a nivel mundial por medio de Netflix el pasado 23 de julio.

Sinopsis:

Una mujer con una misteriosa enfermedad se ve obligada a entrar en acción cuando un grupo de terroristas secuestra el avión en la que viajaba con su hijo. Y ahora para protegerlo tendrá que revelar su más oscuro secreto.


Comentarios generales:

Por alguna extraña razón este año Netflix decidió que el verano era la mejor época para estrenar varios proyectos ligados al género de terror y no se esperó para la época de Halloween como generalmente suele ocurrir. Una decisión extraña que se verá si fue acertada o no más adelante, aunque de momento nos ha dejado películas y/o series que te provocan de todo menos indiferencia, siendo Blood Red Sky tal vez el ejemplo más claro de esto.

Y es que una película sobre vampiros alemana no era precisamente algo que generara demasiada expectativa, pero lo que nos trae Thorwarth cuenta con suficientes cosas que la hacen sentir como algo fresco dentro de este subgénero. Ya que estamos ante una de las historias de vampiros más “humanas” que recuerde al centrarse totalmente en la lucha interna de una madre para proteger a su hijo de distintas clases de monstruos (incluida ella misma), lo cual le añade muchas capas emocionales durante una problemática que se encuentra contenida en un espacio limitado y que bien podría haber fallado desde distintos frentes.

Sobre todo porque durante los primeros 25/30 minutos nos topamos con un avance pausado que no dudo que logre desesperar a más de uno debido a que la construcción de los personajes es mucho más elaborada de lo que esperarías sin realmente representar un problema grave. De hecho, ayuda a que los terroristas no sean tan planos y no queden encasillados bajo los mismos clichés de siempre al exponerlos como tipos más inteligentes.

Logrando así que cada etapa de la transformación de Nadja provocada por sus acciones se sienta bastante orgánica y poco a poco logre que el ritmo se incremente para hacer la transición a una película más ligada a la acción; en donde la sangre brota de manera constante, la atmósfera obtiene tintes más oscuros y además se va integrando un mayor número de vampiros para conseguir que la sensación de peligro sea intensa. Aunque también con esto llegan algunos minutos que se sienten más de relleno que otra cosa, lo cual alarga el metraje de manera innecesaria.

Algo que afortunadamente no afecta una parte final que encontré bastante buena debido a que todo lo ocurrido previamente termina teniendo sentido, incluso los detalles que en apariencia son insignificantes. Dejándonos así un desenlace con mucha tensión y espectacularidad que solidifica la idea de que la maldad tiene que ser eliminada a toda costa, sin importar los lazos de sangre.

En el tema de las actuaciones tenemos a una genial Peri Baumeister (Nadja) con un personaje complejo con el cual tiene que manejar un nivel de humanidad y salvajismo de manera balanceada para mantener a flote la historia. Mientras que Carl Anton Koch (Elias) no lo hace mal, es un niño tolerable, aunque por momentos si te llega a desesperar que se la pase gritando “¡mamá!” cada dos minutos.

Con respecto a la producción tenemos una buena factura: el trabajo de fotografía es sólido, la dirección de arte está bien cuidada, el score es bueno, el trabajo de sonido no tiene fallos, los efectos son de buena calidad y la labor de maquillaje es de primer nivel.

Opinión final: Blood Red Sky me gustó. Buena película de vampiros que tal vez dura un poco más de lo necesario, pero que deja buenas sensaciones. 

Ojometro:
****