lunes, 30 de agosto de 2021

Crítica: Candyman (2021)

Secuela dirigida por Nia DaCosta, quien comparte créditos como co-escritora del guión junto a Jordan Peele y Win Rosenfeld. Se estrenó en cines en México y Estados Unidos durante el fin de semana pasado, recaudando $22.7 millones de dólares en taquilla a nivel mundial.

Sinopsis:

Una década después de que la última de las torres Cabrini fuera derribada, el artista Anthony McCoy (Yahya Abdul-Mateen II) y su novia se mudan a un loft de lujo en los nuevos condominios construidos en dicho lugar. Sin embargo, cuando este tiene un encuentro que lo expone a la verdadera historia detrás de Candyman su estabilidad mental se verá comprometida.


Comentarios generales:

De las franquicias con personajes que se consideran legendarios sin duda Candyman era de las últimas que quedaban por revivir de algún modo, así que cuando se supo que Jordan Peele estaba trabajando para traerla de vuelta la emoción fue prácticamente universal entre los fans. Era la combinación perfecta tomando en cuenta el aspecto racial que la rodea, generando un interés que incluso con el retraso por la pandemia nunca se vio disminuido; de hecho, probablemente era de las películas más esperadas del año.  

Algo que puede terminar afectándole en el recibimiento general debido a que lo presentado por DaCosta, Peele y Rosenfeld no creo que logre satisfacer a un porcentaje importante de los fans con su visión, a pesar de que es una secuela directa de la original.

Ya que estamos ante un slasher que no se siente como tal la mayor parte del tiempo al enfocarse más en la mitología que rodea a Candyman y a su inevitable conexión con las injusticias raciales, lo cual hace que la historia sea mucho más densa en la manera de plantear las conexiones con lo ya conocido previamente. Enfoque que de inicio funciona de buena forma debido a que por un lado se percibe la familiaridad, pero por el otro se genera rápidamente una sensación de novedad que proporciona un interés genuino sobre cómo se irá desenvolviendo todo.

Lamentablemente ese buen inicio con el pasar de los minutos se empieza a difuminar ante una evidente confusión en la forma de querer presentar las nuevas ideas y a su vez hacer que estas conecten de manera orgánica con lo que sabemos sobre Candyman. Ocasionando así que el ritmo no resulte tan fluido como debería y, sobre todo, haciendo que por momentos esta amenaza no tenga el impacto necesario al contenerla demasiado en lo que se refiere a las muertes de las que resulta responsable.

Y es que si bien existe una agradable creatividad al momento de presentarlas utilizando la explotación del sonido u espejos (prácticamente todas son fuera de cámara), estas son pocas y demasiado distantes una de la otra. Quitándole así fuerza a las acciones para que sea la propia transformación de Anthony la que termine siendo el foco de atención, la cual en general resulta bien lograda desde el lado visual y del deterioro mental, aunque el hecho de que realmente sea un personaje del que se sabe poco evita que resulte tan memorable.

Ante esto llegamos a la parte final con más dudas que certezas y realmente esta no ayuda demasiado en aclarar el panorama. Destacando principalmente el incremento en la violencia para elevar el nivel de intensidad, pero sin hacer que el desenlace pueda solidificar la idea que DaCosta tenía para Candyman (¿Es un mártir, un tipo de anti-héroe o solo un monstruo?) y dejar así un cierre demasiado abrupto e incluso algo hueco.

En lo que respecta a las actuaciones Yahya Abdul-Mateen II hace un buen trabajo, logra un buen equilibrio entre la cordura y la locura de un artista obsesionado con su obra. Lo malo es que el resto del elenco solo está de adorno y ningún otro personaje logra desarrollarse de manera plena como para que sea un contrapeso interesante, además de que la presencia de Tony Todd es meramente anecdótica.

Sobre la producción no hay ninguna queja: el trabajo de fotografía es muy bueno, la dirección de arte es impecable, cuenta con un score sólido, el trabajo de sonido es excelente, los efectos cumplen totalmente su tarea y la labor de maquillaje está bien hecha.

Opinión final: Candyman no está mal. Mentiría si no dijera que esperaba mucho más, pero en términos generales cumple y sin duda es la segunda mejor entrega de la franquicia.

Ojometro:
***