Mostrando entradas con la etiqueta Nueva Zelanda. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Nueva Zelanda. Mostrar todas las entradas

martes, 13 de mayo de 2025

Crítica: The Rule of Jenny Pen (2025)

Producción neozelandesa dirigida por James Ashcroft, quien comparte créditos como co-escritor del guión junto a Eli Kent. Se estrenó en cines dentro de Nueva Zelanda el pasado 20 de marzo, mientras que su salida en VOD se dio el día 28 del mismo mes.

Sinopsis:

Confinado en un asilo de ancianos y atrapado dentro de un cuerpo afectado por un derrame cerebral, el ex juez Stefan Mortensen (Geoffrey Rush) debe de detener a un anciano psicópata (John Lithgow) quien emplea a una marioneta para aterrar a los residentes con consecuencias mortales.


Comentarios generales:

Honestamente no tenía conocimiento de la historia corta en la que está basada, pero el simple hecho de tener involucrados a dos tremendos actores como Geoffrey Rush y John Lithgow era razón más que suficiente para ver The Rule of Jenny Pen. Una película que ciertamente no hizo mucho ruido, pero que ha resultado ser una de las sorpresas en lo que llevamos del año.

Y es que lo traído por Ashcroft es una historia relativamente simple que explota no solo los miedos convencionales ligados al género, sino que además nos propone una visión sobre lo aterrador que es envejecer y que tu cuerpo como tal se deteriore sin que puedas hacer mucho para evitarlo. Provocando que el primer acto pueda ser un poco tedioso dado a que se le da prioridad a mostrar la banalidad de los asilos y lo abandonado que uno puede llegar a sentirse en esos lugares, lo cual ayuda a establecer una atmósfera de soledad alrededor de Stefan.

Aunque sin duda es hasta la aparición de Dave Crealy cuando las cosas empiezan a resultar más interesantes, ya que con su sola presencia el tono cambia y la sensación de peligro se incrementa de golpe ante sus actitudes que también hacen referencia a un tema como el bullying. Convirtiéndolo así en una figura siniestra que tiene muchas ventajas sobre el resto de los residentes y que, al ponerlo junto a Stefan, genera un juego psicológico muy fuerte con el que se construyen momentos de buen suspenso que lo posicionan como una amenaza impredecible que no parece tener ningún tipo de obstáculo para lograr sus objetivos en el momento que le plazca.

Una situación que por algunos lapsos puede llegar a ser frustrante ante la ineptitud de quienes manejan el lugar, pero que indudablemente hace que cada pequeña victoria en su contra por parte de Stefan sea gratificante y gracias a eso va creciendo el interés sobre cómo podrá salir avante durante la parte final.  

La cual realmente no pretende mostrar más de lo necesario y la manejan de una manera un tanto predecible; sin embargo, esto no significa que sea mala. Apostando más hacia una simpleza que solidifique la idea de que Dave en realidad no es nada especial y con ello darle un cierre seco al conflicto que funciona de manera convincente.

Sobre las actuaciones hay que mencionar que tenemos a dos monstruos de este negocio que cargan prácticamente solos toda la película. Con Geoffrey Rush dándole vida de manera impecable a un hombre obstinado que no está preparado para lidiar con su vejez y con un tremendo John Lithgow que logra ser aterrador en prácticamente cada escena en la que aparece, incluso en aquellas en las que solo tiene que estar parado acechando a alguien. 

Y en cuanto a producción, la verdad se tiene una factura bastante discreta: el trabajo de fotografía es sólido, la dirección de arte es simple, el score cumplidor, el trabajo de sonido es limpio y todo lo relacionado a efectos/maquillaje no presenta demasiada complejidad.  

Opinión final: The Rule of Jenny Pen me gustó. Sin duda una de las gratas sorpresas que ha dejado el 2025.

Ojometro:
****

viernes, 25 de agosto de 2023

Crítica: The Tank (2023)

Producción neozelandesa escrita y dirigida por Scott Walker. Se estrenó en VOD dentro de los Estados Unidos durante el mes de abril, mientras que su salida en formato físico se dio el pasado 27 de junio.

Sinopsis:

Después de heredar misteriosamente una casa abandonada en la costa, Ben (Matt Whelan) y su familia despiertan accidentalmente a una antigua criatura que aterrorizó a toda una región por generaciones.


Comentarios generales:

Cuando uno se encuentra con una película de la cual realmente no ha escuchado nada siempre va a tener ciertas dudas y al mismo tiempo estará presente la curiosidad por saber si se topará con algo interesante. Básicamente es un volado con el que te tienes que arriesgar y en el caso de The Tank eso era incluso todavía más marcado gracias a la premisa tan genérica con la que cuenta, pero al final el resultado ha sido por lo menos aceptable.

Aunque para llegar a eso antes hay que pasar por un camino un tanto empedrado debido a que lo traído por Walker cuenta con una primera mitad en la que pasa poco o nada, lo cual se magnifica gracias al reducido elenco que limita bastante la cantidad de situaciones que se pueden construir en pantalla. Apostando gran parte del atractivo a la generación de una atmósfera un tanto tenebrosa mientras se trata de exprimir a lo máximo la exposición de la propia casa para integrar algunos jump scares muy predecibles en cada rincón de esta, todo con el propósito de mantener en las sombras a lo que sea que asecha a la familia y así dar más tiempo para desarrollar el misterio que hay detrás sin importar que es muy sencillo de descifrar.

Obvio ante esto el ritmo es cansino y ciertamente las cosas son un tanto aburridas; sin embargo, una vez que se da la primera muerte se percibe una mejoría y mucho se debe a que se deja atrás la pasividad para poder lograr que la amenaza por fin se sienta como algo relevante para la historia. Utilizando recursos que no van a deslumbrar por su originalidad, pero que están bien implementados para ir incrementando de a poco el nivel de tensión en las acciones mientras se va acorralando a la familia a un encuentro donde tienen clara desventaja tanto por la extensión del terreno como por la lejanía de la propiedad.

Logrando así que la parte final tenga una sensación de riesgo elevada y con ello se logre ofrecer una serie de escenas con buena intensidad que exponen lo peligroso de las criaturas. Imprimiendo un ritmo más ágil para llevar a un desenlace cuya predictibilidad no evita que ofrezca un enfrentamiento efectivo.

Las actuaciones están bien, cumplen con el objetivo primario y llevan la película sin grandes contratiempos a buen puerto. Mientras que en producción tenemos una factura discreta: el trabajo de fotografía cumple, la dirección de arte está bien cuidada, el score es genérico, el trabajo de sonido es limpio, los efectos son de buena calidad y la labor de maquillaje discreta.

* Cuenta con una escena a la mitad de los créditos

Opinión final: The Tank está ok. Película con una segunda mitad entretenida para pasar el rato cuando no tengan nada más que ver.

Ojometro:
***

viernes, 10 de enero de 2020

Crítica: Killer Sofa (2019)


Producción neozelandesa que significa el primer largometraje para el director Bernie Rao, quien además es el escritor del guión. Se estrenó en VOD y DVD dentro de los Estados Unidos el pasado mes de octubre.

Sinopsis:

Un sillón reclinable asesino se obsesiona con una chica y empieza a cometer crímenes por pasión.



Comentarios generales:

Existen películas con las que no sabes que esperar y su visionado es un volado, pero hay otras que se encargan desde el primer instante en hacerte saber cuál es su apuesta y en el caso de Killer Sofa creo que no era nada difícil darse cuenta de esto. Ya que cuando se trata de un SOFÁ ASESINO claro que estamos ante un trabajo al que no hay que tomar demasiado en serio, aunque para mi sorpresa no todo lo presentado se maneja con el nivel de ridiculez que esperaba.

Y con esto no quiero decir que lo que nos trae Benie Rao no sea ridículo, porque si lo es; sin embargo, desde el primer acto establece que la historia como tal se va a manejar más como un tipo de thriller serio y no tanto como cine serie b, lo cual genera un conflicto evidente a la hora de presentar ciertas situaciones. Ya que no solo se tiene a un sofá asesino rondando por ahí, sino que además se incluyen elementos fantasiosos que involucran brujería y visiones que nunca pueden ser expuestas de manera exagerada por tratar de contener lo más que se pueda ese lado absurdo.

Un lado absurdo que para el bien de la película empieza a ser liberado con el pasar de los minutos y ya en el segundo acto se expone sin demasiados problemas, brindándole así una identidad de la que había carecido. Algo que además se logra con muchos momentos que en realidad parecen no estar diseñados con la intención de hacerte reír pero que lo logran de todas maneras debido a que, cuando se entra en la etapa donde el sofá tiene más exposición y empieza a matar, las cosas simplemente obtienen un tono mucho más ligero.

Llegando así a una parte final en donde pasa de todo, principalmente para mal. Por ahí incluyen una sorpresa que si resulta efectiva, aunque el resto de lo que ocurre solo enreda demasiado una premisa simple y en general te deja con la sensación de que lo presentado durante la hora previa no tuvo mucha relevancia.

Las actuaciones por lo menos no lucen como algo totalmente amateur, pero tampoco cuentan  con demasiada brillantez como para considerarlas más allá de algo apenas decente. La producción es adecuada para el presupuesto: el trabajo de fotografía es correcto, la dirección de arte cumple, el score está ok, el trabajo de sonido no es precisamente el mejor, la labor de maquillaje es simple y los efectos tienen una calidad dispar dependiendo del tipo que sean.

Opinión final: Killer Sofa es mediocre. Una de esas cosas absurdas que solo el género de terror es capaz de ofrecer y que algunos seguramente le encontrarán cierto encanto. 

Ojometro:
**

viernes, 29 de abril de 2016

Crítica: The Dead Room (2016)


Película dirigida por Jason Stutter (Diagnosis: Death), quien además comparte créditos junto a Kevin Stevens como co-escritor del guión. Se estrenó de manera limitada en cines y VOD el pasado 8 de abril dentro de los Estados Unidos.

Sinopsis:

Cuando una familia abandona una granja en el sur de Nueva Zelanda, dos científicos cínicos y una joven psíquica son enviados para investigar supuestas presencias paranormales. Ya estando ahí, pronto se encontrarán con un poderoso espíritu cuya intención es proteger los secretos de la casa a toda costa.



Comentarios generales:

Los proyectos pequeños son parte importante del género, no tanto por su impacto o relevancia, sino porque son la vía perfecta para que nuevos talentos puedan demostrar de lo que son capaces sin tener una presión agobiante a sus espaldas. Por ello que muchos suelen recurrir a los temas más explotados, a aquellos subgéneros que no necesitan descubrir el hilo negro y con The Dead Room tenemos un perfecto ejemplo de eso; aunque al final termina quedándose como una propuesta del montón.

Esto porque se trata de una película que se siente vieja, en la cual Stutter no invierte mucho tiempo durante la introducción y va directo al grano sin profundizar más allá de lo elemental en cuanto a la historia de la casa. Todo para ofrecer un primer acto sumamente aburrido en el que las cosas avanzan de manera lenta y sin mucha claridad, donde se enfoca mucho más en el aspecto técnico de la investigación por medio de pequeños aparatos o cámaras para justificar un conjunto de escenas con los personajes durmiendo mientras “algo” ronda por la casa durante la noche y cuyo propósito general es ir añadiendo cierto suspenso sin mucho éxito.

Ya entrando a la segunda mitad el aspecto técnico termina compartiendo mucho más tiempo con los elementos espirituales proporcionados por Holly (la psíquica del equipo), brindándole así un poco más de forma al iniciar las interacciones con el espíritu. Algo que por unos cuantos minutos resulta interesante de ver gracias a la tensión que se logra generar por medio del riesgo físico al que está expuesto el equipo; sin embargo, con el paso de los minutos esta dinámica se vuelve cansina y en gran parte se debe a que se repite la misma situación una y otra vez. Simplemente no hay demasiada novedad, todo se sustenta en pequeños sustos fáciles que no ayudan demasiado a desarrollar un misterio sólido detrás del violento espíritu.

La parte final es lo que más resalta y en gran parte se debe a que cambia de manera muy ligera la fórmula al presentar un pequeño giro. Además, es de aplaudir que el desenlace no se va por el camino fácil cuando estaba totalmente justificado que lo hicieran.

Las actuaciones no son nada del otro mundo, los tres actores hacen lo que les piden sin el mayor riesgo y eso termina provocando que ninguno de los personajes realmente te importe. La producción es lo que uno esperaría para una película cuyo presupuesto fue apenas de 1 millón de dólares: el trabajo de fotografía esta decente, la dirección de arte no destaca, el score es simple, el trabajo de sonido está bien cuidado y los efectos consisten en cosas muy básicas como azotes de puerta u objetos volando sin razón.

Opinión final: The Dead Room es decepcionante. Una película más sobre casas poseídss que pasara desapercibida en unos cuantos meses.  

Ojometro:
**

viernes, 7 de noviembre de 2014

Crítica: Housebound (2014)


Producción neozelandesa escrita y dirigida por Gerard Johnstone, la cual significa su primer largometraje. Se estrenó en cines dentro de Nueva Zelanda durante el mes de septiembre y tanto en VOD, como en cines, en los Estados Unidos el pasado 17 de octubre; mientras que su salida en DVD está programada para el 18 de noviembre.

Sinopsis:

Kylie Bucknell (Morgana O'Reilly) es forzada a regresar al hogar en donde creció como parte de su arresto domiciliarlo y ahí tendrá que lidiar con su madre, quien cree firmemente que la casa está poseída. Al inicio ambas tienen fricciones por eso, pero una vez que ella empieza a escuchar extraños ruidos por las noches se cuestionará sobre si se está volviendo loca o, en efecto, hay un espíritu que no está muy feliz por su regreso.



Comentarios generales:

El cine de terror de Oceanía en los últimos años ha visto un incremento considerable en el número de producciones que suelen exportar, poco a poco se están haciendo de un mercado y sin duda eso ha hecho que las podamos seguir con más detalle. Además empiezan a diversificarse, a tomar más riesgos; siendo Housebound un ejemplo claro de ello al ser una comedia de terror que resulta mucho más inteligente de lo que su premisa te vende.

En su debut en cine Johnstone logra traernos un trabajo sólido en todas las líneas, donde se nota claramente el cuidado de cada detalle en la elaboración del guión para así poder lograr varias cosas que al inicio simplemente no te esperas, ya que esto es una comedia que no cae en convencionalismos y no solo pretende hacerte reír por medio de un humor fácil, sino que durante el trayecto tiene la capacidad de generar momentos genuinamente de terror.

Se trata de una combinación casi perfecta de ambas cosas que se va construyendo poco a poco, sin prisas, donde se te presenta un primer acto hasta cierto punto metódico, que juega con los sonidos y que no parece llevar a ningún lado fuera de las simples historias de fantasmas conocidas, pero una vez que nos muestra que no solo trata de eso empieza lo verdaderamente disfrutable. Ya que a partir del segundo acto el ritmo aumenta de manera notable y aquí es cuando el director logra establecer el tono general; de pronto toma tintes de thriller al incluir un asesinato no resuelto que cambia por completo la dinámica de las cosas. Generando situaciones que te llevan a distintos posibles escenarios para causar duda de lo que sucede en realidad: algunos cómicos, algunos otros llenos de suspenso, pero todos igual de efectivos al momento de crear un panorama amplio con respecto al tema del asesino.

Lo cual lleva a una primera gran revelación bien cuidada, tal vez un tanto predecible si se pone atención a los detalles, pero que termina por sentirse totalmente natural dentro de esta historia al generar la principal duda sobre la salud mental del personaje principal. 

El final es bastante bueno. Tiene una sorpresa y es por mucho la parte más violenta, así como sangrienta del filme.

En las actuaciones en general todo el reparto está bien, no encontré nadie que resaltara por encima de los demás. La producción es sólida: la dirección de arte dentro de la casa principal es muy buena (al igual que en la del vecino), el trabajo de sonido es sumamente importante dentro del primer acto y cumple a la perfección, además tiene un buen score. En la cuestión de efectos/maquillaje no esperen mucho, son cosas muy contadas; aunque en la parte final se ve una explosión de cabeza muy bien lograda.

Opinión final: Housebound fue una grata sorpresa. De las mejores comedias de terror no ligadas con zombies que han salido en los últimos años, véanla.

Ojometro:
*****