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jueves, 18 de agosto de 2016

Crítica: Green Room (2016)


Película escrita y dirigida por Jeremy Saulnier (Murder Party). Se estrenó de manera limitada en cines y VOD dentro de los Estados Unidos durante el mes de abril, mientras que su salida en formato físico se dio el pasado 12 de julio.

Sinopsis:

Los miembros de una banda de punk rock se ven forzados a pelear por sus vidas después de presenciar un asesinato dentro de un bar de neo-nazis en las profundidades de los bosques en Oregón.



Comentarios generales:

Cuando piensas estrenar un filme independiente uno de los principales obstáculos es la poca promoción que se logra conseguir, ya que por lo regular todo se limita a festivales e internet; sin embargo, en esta ocasión dicho obstáculo se vio superado justo cuando hace un par de meses falleció el actor Anton Yelchin. Una tragedia que puso en el radar de muchísimas personas a Green Room y con ello una presión extra por satisfacer ciertas expectativas que inicialmente no se tenían contempladas. Expectativas que afortunadamente no solo cumple, sino que las supera de manera más que amplia.

Esto porque lo que nos regala Saulnier es un trabajo de una nota bastante alta en la que desde los primeros minutos se encarga de imprimirle una atmósfera no solo que vaya acorde al estatus deprimente de esta banda de rock, sino que además sea un indicativo constante sobre el peligro que corren durante su búsqueda de fama. Ofreciendo así un primer acto en donde realmente no ocurre nada extremo, pero el cual cuenta con un nivel de tensión constante que obliga al espectador a hacerse de la idea de que claramente estos personajes se encuentran condenados por estar en el lugar y momento equivocados; donde el escenario más alentador para ellos es una muerte rápida en la que no sufran demasiado.

Lo cual evidentemente no ocurre y como resultado tenemos una presentación de bandos que obliga a dividir las acciones en dos escenarios para crear contraste: uno en donde la tensión se encuentra a tope y otro donde prevalece una aterradora frialdad. Algo que, combinado con un excelente ritmo y trabajo de edición, hace que la dinámica de la película sea un deleite; la cual no permite ni un solo segundo de relajación para que, cuando finalmente ambos escenarios se junten, el nivel violencia e intensidad genere algo bastante crudo en muchos sentidos.

Y es que sin duda uno de los puntos fuertes de la película (así como una de las principales virtudes de su director) es presentar todo de manera seca, sin muchos rodeos. Aquí los actos heroicos no existen y cada muerte se presenta de forma contundente para añadir impacto, al igual que un aire de desesperanza para las víctimas que provoca que uno quiera verlos salir de ahí con vida a como dé lugar.

La parte final está diseñada para brindar un breve respiro con algunos momentos de dialogo para el desarrollo de ciertos personajes y regresar con la fuerza necesaria para construir un clímax satisfactorio que continúe con la crudeza de los dos actos previos. Uno que no solo te hará querer ver a las victimas salir adelante, sino que además muestra un pequeñísimo nivel de humanidad cuando realmente parecía haber dejado de existir en esta historia.   

Las actuaciones son buenas, realmente todos los involucrados cumplen muy bien con sus respectivos roles; aunque la presencia de Patrick Stewart sin duda le añade un extra con su actuación fría e intimidante. La producción es de destacar: el trabajo de fotografía es excelente, la dirección de arte cumple sin ser espectacular, el score resulta un gran complemento, el trabajo de sonido es bueno y toda la cuestión de efectos/maquillaje no es precisamente llamativa, pero logra su cometido en las escenas de mayor impacto.

Opinión final: Green Room es en extremo recomendable. Sin duda se trata de una de las mejores propuestas de 2016.

Ojometro:
*****

sábado, 18 de julio de 2015

Crítica: Burying the Ex (2015)


Película dirigida por Joe Dante (Gremlins, The Hole), cuyo guión fue escrito por el debutante Alan Trezza. Se estrenó de manera limitada en cines y VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 19 de junio, mientras que su salida en formato físico se dará a inicios de agosto.

Sinopsis:

Max (Anton Yelchin) y Evelyn (Ashley Greene) deciden llevar su relación a otro nivel al vivir juntos, pero pronto él descubrirá que su novia es mucho más controladora de lo que se imaginaba. Harto de eso, decide romper con ella; sin embargo, antes de poder hacerlo Evelyn muere y cuando Max pretende empezar de cero una nueva relación su vida amorosa se vuelve complicada por un detalle: su ex ha regresado la vida para estar con él por siempre.



Comentarios generales:

En una época donde las comedias de terror no se conciben sin grandes cantidades de sangre o actitudes dignas de niños de siete años es bueno tener de vez en cuando experiencias mucho más ligeras que pretenden regresar a lo básico para entretener. Obvio con esto no pretendo omitir el hecho de que Burying the Ex utiliza un poco de dichas fórmulas, pero fiel al estilo de su director se trata de una experiencia pensada para que toda clase de publico la pueda ver cómodamente.

Ya que de entrada hay que señalar que esta es una comedia que tiene una carga importante hacia el lado romántico, no al grado de ser detestablemente melosa, pero si juega un rol fundamental durante gran parte del primer acto para que Dante pueda ir construyendo una historia en donde esencialmente el monstruo es la novia sin que todavía tenga nada de aterrador; encargándose de que uno vaya sintiendo empatía por el personaje de Max por medio de pequeñas referencias o tributos a clásicos (ojo con todo lo que pasa en la tienda) con los cuales varios se pueden identificar como fans. Algo que sin duda resulta mucho más largo de lo deseado; de hecho, por varios lapsos se siente muy ajeno a lo acostumbrado, pero termina por rendir cuentas gracias a que cuando se da el rompimiento y consecuente muerte hay cierto grado de satisfacción que no pensabas ibas a experimentar.

Realmente la parte más relacionada con la comedia de terror inicia en el segundo acto y la resurrección de Evelyn, ahí es cuando se entra a terrenos más conocidos y el director no tiene problema en utilizar viejos trucos para sacar algunas risas por medio de un zombie con una personalidad extravagante. No presenta muchas cosas gráficas, a lo mucho una escena de vomito podría ser lo más impactante dentro de todo esto, pero lo cierto es que no necesitaba de mucho considerando el tono que maneja desde un inicio.

Mi principal problema con la película, además de ciertas cosas del primer acto, es que no tratan de manera profunda el tema de la figura que provoca todo esta situación. Básicamente es como si no existiera una vez que la pareja se vuelve a reunir; por ahí le dan un raquítico seguimiento pero es olvidada de manera progresiva y esto hace pensar que simplemente la integraron de último minuto para que la resurrección no resultara muy vacía.

La parte final es entretenida por la forma en la que logran mantener el conflicto entre todos los personajes en suspenso, aunque si te quedas con la sensación de que tardaron más de lo debido en convertir a Evelyn en una verdadera amenaza. Esto porque el desenlace es hilarante y hubiera sido interesante verla un poco más en esa línea.

Los cuatro actores centrales cumplen de buena manera con unos papeles que tampoco les exigían demasiado, aunque si tuviera que elegir a alguien como la figura sin duda esa sería Greene en su rol de novia zombie. La producción tiene factura sólida: el trabajo de fotografía está ok, la dirección de arte en los tres sets más relevantes es llamativa aun con su simpleza, el score tiene un sello ochentero muy evidente y los efectos/maquillaje en realidad no son muy complejos, aunque están bien logrados para los propósitos de la historia.  

Opinión final: Burying the Ex es una comedia ligera sin grandes pretensiones para pasar un rato agradable y nada más.

Ojometro:
***