Película escrita y dirigida por Jeremy
Saulnier (Murder Party). Se estrenó de manera limitada en cines y VOD dentro de
los Estados Unidos durante el mes de abril, mientras que su salida en formato
físico se dio el pasado 12 de julio.
Sinopsis:
Los miembros de una banda de punk
rock se ven forzados a pelear por sus vidas después de presenciar un asesinato
dentro de un bar de neo-nazis en las profundidades de los bosques en Oregón.
Comentarios generales:
Cuando piensas estrenar un filme
independiente uno de los principales obstáculos es la poca promoción que se
logra conseguir, ya que por lo regular todo se limita a festivales e internet;
sin embargo, en esta ocasión dicho obstáculo se vio superado justo cuando hace
un par de meses falleció el actor Anton Yelchin. Una tragedia que puso en el
radar de muchísimas personas a Green Room y con ello una presión extra por
satisfacer ciertas expectativas que inicialmente no se tenían contempladas.
Expectativas que afortunadamente no solo cumple, sino que las supera de manera
más que amplia.
Esto porque lo que nos regala
Saulnier es un trabajo de una nota bastante alta en la que desde los primeros
minutos se encarga de imprimirle una atmósfera no solo que vaya acorde al
estatus deprimente de esta banda de rock, sino que además sea un indicativo
constante sobre el peligro que corren durante su búsqueda de fama. Ofreciendo así
un primer acto en donde realmente no ocurre nada extremo, pero el cual cuenta
con un nivel de tensión constante que obliga al espectador a hacerse de la idea
de que claramente estos personajes se encuentran condenados por estar en el
lugar y momento equivocados; donde el escenario más alentador para ellos es una
muerte rápida en la que no sufran demasiado.
Lo cual evidentemente no ocurre y
como resultado tenemos una presentación de bandos que obliga a dividir las
acciones en dos escenarios para crear contraste: uno en donde la tensión
se encuentra a tope y otro donde prevalece una aterradora
frialdad. Algo que, combinado con un excelente ritmo y trabajo de edición, hace
que la dinámica de la película sea un deleite; la cual no permite ni un solo
segundo de relajación para que, cuando finalmente ambos escenarios se junten, el nivel
violencia e intensidad genere algo bastante crudo en muchos sentidos.
Y es que sin duda uno de los
puntos fuertes de la película (así como una de las principales virtudes de su
director) es presentar todo de manera seca, sin muchos rodeos. Aquí los actos
heroicos no existen y cada muerte se presenta de forma contundente para añadir
impacto, al igual que un aire de desesperanza para las víctimas que provoca que uno
quiera verlos salir de ahí con vida a como dé lugar.
La parte final está diseñada para
brindar un breve respiro con algunos momentos de dialogo para el desarrollo de
ciertos personajes y regresar con la fuerza necesaria para construir un clímax
satisfactorio que continúe con la crudeza de los dos actos previos. Uno que no
solo te hará querer ver a las victimas salir adelante, sino que además muestra
un pequeñísimo nivel de humanidad cuando realmente parecía haber dejado de
existir en esta historia.
Las actuaciones son buenas,
realmente todos los involucrados cumplen muy bien con sus respectivos roles;
aunque la presencia de Patrick Stewart sin duda le añade un extra con su actuación
fría e intimidante. La producción es de destacar: el trabajo de fotografía es
excelente, la dirección de arte cumple sin ser espectacular, el score resulta
un gran complemento, el trabajo de sonido es bueno y toda la cuestión de
efectos/maquillaje no es precisamente llamativa, pero logra su cometido en las
escenas de mayor impacto.
Opinión final: Green Room es en
extremo recomendable. Sin duda se trata de una de las mejores propuestas de
2016.
Ojometro:
*****
*****