Película dirigida por John Krasinski, quien
además de ser uno de los protagonistas también coparte créditos como
co-escritor del guión junto a Bryan Woods y Scott Beck. Se estrenó en cines
dentro de los Estados Unidos y México (así como en otros tantos países) este
fin de semana pasado, recaudando hasta el momento $71.2 millones en taquilla a
nivel mundial.
Sinopsis:
La familia Abott se ve forzada a
vivir en total silencio para mantenerse oculta de unas misteriosas y peligrosas
criaturas que se guían por el sonido.
Comentarios generales:
Desde que salió el primer trailer
se notaba que podía haber algo especial aquí, sin embargo, el nombre de
Platinum Dunes es algo que siempre me generará dudas y por eso fui al cine con ciertas
reservas. Al final de cuentas también había un director debutante involucrado y
la idea central resultaba muy riesgosa; detalles a considerar sin duda, pero
que una vez que empezaron a salir los créditos finales ni me acordé de estos debido
a que A Quiet Place es una tremenda película de principio a fin.
Y es que en su debut en cine Krasinski
nos trae un trabajo que, a pesar de sustentarse en el silencio, logra tocar
temas como las relaciones familiares o los miedos de los padres por el futuro
de sus hijos de manera contundente mientras construye una experiencia
increíblemente inquietante por medio de un escenario catastrófico que pone en
riesgo a esta familia en todo momento. Aquí realmente desde el primer minuto
los niveles de tensión son altísimos debido a que cada situación, sin importar
lo simple que sea, puede representar la muerte para cualquiera de los
personajes y gracias esto la sensación de peligro se encuentra presente en
todas sus acciones.
Una situación que obliga a que el
desarrollo no sea tan caótico como uno pudiera pensar al tratarse esencialmente
de una historia de monstruos; de hecho, se podría decir que el ritmo es algo
pausado, pero esto no afecta en lo absoluto el visionado porque realmente las
cosas nunca se vuelven aburridas. Ya sea por ver cómo esta familia se adapta a
su situación bajo un miedo terrible, la increíble atmósfera desoladora
presentada o porque el director va insertando por medio de un gran timing
momentos de agobio complementados con sustos fáciles que funcionan a la
perfección y evitan que el espectador pueda relajarse en exceso.
En general es de esos ejemplos en donde menos es más,
aquí todo se encuentra dosificado de tal manera para que cada aparición de las
criaturas se sienta como algo relevante e impactante. Mucho más cuando el nivel
de violencia o sangre es mínimo.
De la parte final no quiero
hablar mucho, pero es muy buena. La intensidad que maneja es de destacar y, una
vez más, la sensación de peligro vuelve a ser altísima mientras se le da más
tiempo en pantalla a las criaturas. Aunque lo verdaderamente destacado es lo
emocional que resulta el desenlace; uno que además no se va por el camino feliz
y opta por seguir con el tema de la supervivencia a toda costa.
Las actuaciones son estupendas,
tanto Emily Blunt como Krasinski y ambos niños son capaces de expresar
muchísimas cosas sin decir una sola palabra; además de que tampoco caen en la
exageración al momento de hacerlo. Su relación se siente muy cercana, en todo
momento notas su sufrimiento y eso hace que te involucres de manera importante con lo que les ocurre.
En lo que se refiere a la
producción también es de nota bastante alta: cuenta con un gran trabajo de
fotografía, la dirección de arte está bien cuidada, el score es muy bueno, el
trabajo de sonido impecable, los efectos están bien hechos y la labor de
maquillaje realmente presenta poco.
Opinión final: A Quiet Place es
una gran película. Una experiencia única que tiene absolutamente todo para
volverse referente no solo de este 2018, sino de la década.
Ojometro:
*****
*****