jueves, 21 de junio de 2018

Crítica: Blood Honey (2018)


Debut dentro del género por parte del director Jeff Kopas, quien además comparte créditos como co-escritor del guión junto a Doug Taylor. Se estrenó en VOD y DVD dentro de los Estados Unidos durante el pasado mes de febrero.

Sinopsis:

Torturada por la memoria de un trauma de su niñez, Jenibel (Shenae Grimes-Beech) regresa después de una década a su casa para ayudar a sus hermanos con su moribundo padre. Aunque pronto ella misma se encontrará atrapada en un drama familiar que poco a poco se convertirá en una aterradora pesadilla.



Comentarios generales:

La premisa de Blood Honey no es algo precisamente original, así que en un inicio no tenía grandes expectativas sobre esta e incluso llegué a considerar dejarla pasar. Sin embargo, al ver su casting mi interés se incrementó ligeramente porque contaba con algunos nombres interesantes que podían hacer de este trabajo al menos mirable y así ocurrió; aunque sin llegar a ser nada del otro mundo.

Ya que lo que nos regala Kopas es una película que desde el primer instante te deja claro que todo se manejará bajo una atmósfera bastante depresiva dentro de un escenario limitado en el que la prioridad será, al menos de entrada, ir estableciendo esta relación familiar nada amorosa. Situación que origina invariablemente que el primer acto sea uno que pudiera resultar pesado para muchos ante lo poco relevante que ocurre y porque los sucesos diseñados para brindar cierto contexto no cuentan con la suficiente sustancia como para entender el claro conflicto que existe no solo entre la familia, sino entre todos quienes los rodean.

Es hasta pasados los 30 minutos cuando las cosas empiezan a mejorar y en gran medida se debe a que se presenta una muerte que cambia por completo la manera en la que piensas que se desarrollará el curso de las acciones, añadiendo más tensión entre la familia y siendo la catapulta para empezar a explotar los aspectos sobrenaturales de la historia. Unos que por momentos se tambalean por la falta de claridad pero que sin duda terminan ayudando para que el ritmo sea más agradable, así como para ir generando un mayor interés en los misterios que rodean al comportamiento de Jenibel.

Preparando así un último acto que sin duda es la parte más interesante de la película porque aquí todas las piezas empiezan a caer en su lugar de manera natural para ir desenredando el misterio que hay detrás y le brinda a este conflicto familiar un tono mucho más oscuro. Además de que hay un giro muy bien cuidado que si me tomó por sorpresa.

Las actuaciones están bien, nada del otro mundo pero definitivamente todos cumplen; aunque por el peso de ser la protagonista Shenae Grimes-Beech es quien tiene mayor exposición y hace un buen trabajo. La producción tiene sus altibajos: el trabajo de fotografía es bueno, la dirección de arte no destaca, el score es sólido, el trabajo de sonido por momentos no es tan limpio y los pocos efectos con los que cuenta parecen hechos con alguna aplicación para celular.

Opinión final: Blood Honey es aceptable. Un trabajo independiente con cosas rescatables para ver cuando no tengan otra opción.

Ojometro:
***