Película escrita y dirigida por
el mexicano Emiliano Rocha Minter, la cual significa su primer largometraje.
Salió directamente en DVD dentro de los Estados Unidos a finales del mes de
febrero, mientras que aquí en México se estrenó de manera muy limitada en cines
el pasado 24 de marzo.
Sinopsis:
Después de deambular por una
ciudad en ruinas buscando comida y refugio, un par de hermanos logran
adentrarse a uno de los últimos edificios que quedan en pie. Ahí encontrarán a
un extraño individuo, quien les hará una peligrosa oferta para que sobrevivan
al mundo exterior.
Comentarios generales:
Desde que salió el primer trailer
se podía intuir que Tenemos la carne estaba destinada a la polémica, mucho más
cuando se supo que en algunos festivales los asistentes se estaban retirando a
la mitad de su exhibición. Incluso debo de decir que el simple hecho de que
obtuviera distribución en México sin generar gran revuelo me sorprendió mucho,
ya que se trata de una de las películas más desafiantes para el público general
que he visto en años recientes; aunque no precisamente con los resultados más
efectivos.
Y es que Minter no se guarda
absolutamente nada en la que es su ópera prima, una que inicia de la manera
más desconcertante posible al establecer un escenario apocalíptico sin
presentar nada del mundo exterior para centrarse en las incomprensibles
acciones de un peculiar hombre que, al menos de entrada, parecen simples
métodos de intercambio. Hasta ahí todo va más o menos normal, pero una vez que
se introduce a los hermanos las cosas empiezan a obtener un tono muchísimo más
oscuro y los elementos controvertidos salen a la luz; generando así una pequeña
sensación de incomodidad por lo que el personaje que funge como “villano”
pretende hacer para satisfacer algo que se percibe como un simple deseo suyo.
Esto provoca que durante unos
25/30 minutos el interés este presente; sin embargo, una vez que el director
suelta la riendas por completo y el elemento sexual toma el mando, la película
se cae por completo para nunca recuperarse. Ya que a partir de aquí realmente
todo se trata de provocar una sensación de shock constante por medio de contenido
explicito y grotesco, donde pocas cosas tienen sentido durante lo que se
convierte en un viaje de líquidos, masturbaciones, una chica que se revuelca
con todo lo que este a su alrededor y demás perversiones que se encuentran
complementadas con una peculiar selección musical, así como (en la mayoría de
los casos) de una estilizada presentación visual; cuya meta es ser provocativas
al máximo nivel posible, pero que al final se vuelven en extremo aburridas de
ver.
La parte final cuenta con lo que
técnicamente se podría decir que es su lapso más violento y debo de admitir que
la escena que se centra en el gore es por demás llamativa gracias a diversos
elementos que la integran. Aunque quitando eso todo sigue igual al presentar
más impacto visual que sustancia; incluso el intento por sorprenderte en su conclusión
resulta inefectivo.
En las actuaciones quien se lleva
los reflectores es Noé Hernández con su personaje de Mariano, quien es
ciertamente carismático y de no ser por él las cosas hubieran sido mucho menos
digeribles. La producción está ok: el trabajo de fotografía es sólido, la
dirección de arte resulta adecuada, la música está bien seleccionada y los
efectos son mínimos, aunque hay uno al final que si se ve muy lamentable.
Opinión final: Tenemos la carne es
shock sin propósito alguno. Difícilmente la recomendaría, pero es esa clase de
cine experimental con el cual cada quien tendrá una experiencia distinta.
Ojometro:
**
**