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martes, 9 de noviembre de 2021

Crítica: Last Night in Soho (2021)

Película dirigida por Edgar Wright (Shaun of the Dead), quien comparte créditos como co-escritor del guión junto a Krysty Wilson-Cairns. Se estrenó en cines el pasado 28 de octubre en México e hizo lo propio un día después en los Estados Unidos; recaudando hasta la fecha $12.8 millones de dólares en taquilla a nivel mundial.

Sinopsis:

Eloise (Thomasin McKenzie) es una aspirante a diseñadora de modas que misteriosamente puede transportarse mientras duerme a la década de los 60s, donde se encuentra a una deslumbrante aspirante a cantante. Sin embargo, el glamur no es lo que aparenta ser y los sueños del pasado empiezan a sacar a la luz algo mucho más siniestro.


Comentarios generales:

El que Edgar Wright regresara al género de terror después de tantos años fue algo que provocó mucha emoción debido a que su forma de hacer cine suele ser del agrado de fans de distintas edades y eso provoca que sus películas se vuelvan cuasi mainstream sin que realmente lo sean. Tiene un sello único que atrae miradas y ciertamente con Last Night in Soho desde que se supo de su existencia las tuvo, convirtiéndola así en un trabajo sumamente trascendente dentro de este 2021 y que sin duda generará de todo, menos indiferencia.

Y no es porque lo presentado tenga intenciones de ser divisivo o sumamente polémico, sino mas bien porque nos topamos con una historia que por grandes lapsos resulta vibrante y con un potencial para lograr cosas importantes, pero también cuenta con algunas decisiones creativas que pueden causar una gran frustración dependiendo de lo que cada quien espere.

Con una primera mitad que se maneja de una manera casi perfecta al ponernos ante el personaje de Eloise y los contrastes que tiene de manera natural con su nuevo entorno, así como con la glamorosa Sandie. Logrando así una dinámica extremadamente atractiva por medio de la conexión que existe entre ambas durante los sueños, lo cual aporta glamur y mucha energía por la forma en que dichas escenas se encuentran construidas; dándole su debida importancia a cada personaje mientras de a poco se van soltando detalles con respecto al misterio que existe detrás de tanta aparente felicidad y perfección.

Un misterio que conforme se va develando hace que el tono de la película se torne más oscuro e incluso algo deprimente gracias al tema retratado (la explotación), además de que detona la aparición de fantasmas para incrementar los elementos de terror cuya presencia había sido limitada. Lo malo es que con dicha aparición llegan los problemas debido a que una vez que se establece su presencia el personaje de Eloise inicia una espiral descendente hacia la locura con la que, si bien se generan algunos momentos de gran intensidad, también se empieza a provocar una dinámica repetitiva que afecta el ritmo y hace que la parte final no sea tan interesante.

No al grado como para convertirla en una película del montón o mala ya que si cuenta con situaciones que valen la pena y añaden bastante fuerza; sin embargo, si se recurre al mismo recurso de forma exagerada hasta el punto en que se vuelve fastidioso. Sobre todo porque le quita importancia al tema de la explotación para enfocarse en un cierre más genérico.

Sobre las actuaciones la verdad es que Thomasin McKenzie lleva el peso de la película de manera destacada, combinando ese toque de inocencia y locura de manera muy bien balanceada para involucrarte de lleno con el personaje incluso durante la repetitiva parte final. Mientras que Anya Taylor-Joy (Sandie) aporta una dosis de elegancia y sufrimiento que hace su presencia muy relevante a pesar de que su tiempo en pantalla no es tan constante.

En cuanto a producción tenemos una buena factura: el trabajo de fotografía es muy bueno, la dirección de arte impecable, el score es genial, el trabajo de sonido no tiene fallos, los efectos no son tan complejos pero están bien hechos y la labor de maquillaje cumple.  

Opinión final: Last Night in Soho me gustó. Buena película que, como casi todo lo que ha hecho su director, te deja con la sensación de que pudo ser algo incluso más importante.

Ojometro:
****

martes, 8 de septiembre de 2020

Crítica: The New Mutants (2020)


Película dirigida por Josh Boone, quien además comparte créditos como co-escritor del guión junto a Knate Lee. Se estrenó en cines dentro de los Estados Unidos el 28 de agosto, mientras que en México hizo lo propio durante el fin de semana pasado. Recaudando hasta la fecha $20.8 millones de dólares en taquilla a nivel mundial.

Sinopsis:

Cinco jóvenes mutantes son mantenidos contra su voluntad en un hospital secreto con el objetivo de enseñarles a manejar sus nuevas habilidades. Aunque cuando extraños eventos empiezan a ocurrir, pronto todos ellos se darán cuenta que tendrán pelear contra sus pecados del pasado para poder salir con vida de ahí.



Comentarios generales:

La verdad es que The New Mutants era una película que ya estaba condenada al fracaso incluso antes de que terminara de editarse gracias a que Fox y Disney generaron demasiados contratiempos en la etapa de post producción que solo provocaron múltiples retrasos. Por si eso no fuera suficiente, también llegó el COVID-19 y con eso cualquier tipo de esperanza para que la película tuviera éxito financiero se esfumó, convirtiéndola así en objeto de muchas burlas y dejándola parada ante la peor situación posible que puede encontrarse cualquier película: la indiferencia del público.

Lo cual ciertamente es una pena debido a que lo que nos trae Boone termina siendo un producto más disfrutable de lo que se podría esperar considerando todos los problemas, ya que nos presenta una historia que combina el cine de superhéroes con el de terror de una manera ligera y balanceada. En la que además se puede notar una clara influencia de “A Nightmare on Elm Street 3: Dream Warriors”.

Poniéndonos frente a un grupo de adolescentes que sufren distintos traumas derivados de sus propios poderes para establecerlos así como individuos frágiles a pesar de sus dotes extraordinarios y en base a esto ir construyendo poco a poco una problemática que se sustente en dos clases de amenazas. La primera siendo una palpable que resulta muy obvia y la segunda siendo más compleja, cuyo objetivo es ayudar a ir integrando todos los elementos ligados al terror para generar una atmósfera más oscura y también proporcionar detalles importantes con respecto al pasado de cada uno de los personajes.

Obviamente con esto el inicio puede llegar a resultar un poco lento, aunque la verdad en ningún punto lo encontré como algo problemático; en especial porque una vez que se manifiestan los horrores dentro del hospital las cosas empiezan a fluir bajo un ritmo bastante ágil que se sostiene durante el resto del metraje. Además el nivel de intensidad se incrementa conforme se entra al segundo acto, nunca sin llegar a extremos, pero si lo suficiente como para hacer que las pesadillas logren tener impacto y por lo consiguiente la sensación de riesgo sea mayor.

Dejando el camino puesto para una parte final entretenida que sin duda es la que expone en mayor medida la espectacularidad que conlleva una película de superhéroes. Donde el despliegue de efectos se magnifica para brindar un cierre con bastante acción y un enfrentamiento final al cual podría calificar como peculiar.

Las actuaciones están bien, la dinámica del grupo es bastante sólida; sin embargo, hay alguien quien resalta por encima del resto: Anya Taylor-Joy (Illyana Rasputin). Ella es por mucho la que tiene el personaje más interesante y no lo desaprovecha, aunque es una lástima que no se vaya a poder explotar en futuras secuelas.

En términos de producción la película es de buena factura: el trabajo de fotografía es sólido, cuenta con una dirección de arte bien cuidada, el score cumple, el trabajo de sonido es muy bueno, la labor de maquillaje resulta efectiva y los efectos son de gran calidad.

Opinión final: The New Mutants me gustó. La verdad por todos los problemas que la rodearon esperaba un desastre mayúsculo, pero terminé pasando un buen rato.

Ojometro:
****

martes, 4 de septiembre de 2018

Crítica: Marrowbone (2017)


Película escrita y dirigida por Sergio G. Sánchez, la cual significa su primer largometraje. Se estrenó en cines dentro de  España a finales de 2017, mientras que en México hizo lo propio de manera muy limitada el pasado mes de julio. Su salida en DVD se dio a inicios de agosto.

Sinopsis:

Un joven y sus tres hermanos menores, quienes han tenido que guardar en secreto la muerte de su querida madre para poder mantenerse juntos, se ven aterrorizados por una siniestra presencia en la casa donde viven.



Comentarios generales:

Cuando vi por primera ocasión el trailer de Marrowbone de inmediato captó mi interés por su elenco y gracias a esto por un tiempo estuvo en mi lista de imperdibles del año pasado. Lamentablemente al ser una producción española el tema de su distribución en este lado del planeta se volvió algo complicado y poco a poco fue quedando en el olvido; simplemente nunca pudo hacer ruido y pasó de noche al menos aquí en mi país, lo cual se entiende bastante después de verla.

Y no es porque lo que nos regala Sánchez sea precisamente malo, no, más bien se debe a que estamos ante una película que en todo momento sufre enormemente por encontrar una personalidad propia y no quedar ante los ojos del espectador como algo genérico más allá de su pulcra presentación. Ya que realmente esta es una historia a la que le cuesta trabajo arrancar gracias a la manera en la que está estructurada y porque se le da más relevancia al drama que a otra cosa, volviendo así bastante tedioso el proceso de ir soltando las piezas que conforman el misterio debido a que todo gira en torno a esta familia cuya vida es, con excepción de su oscuro pasado, aburrida.

Una situación que se va corrigiendo con el pasar de los minutos al darle más tiempo en pantalla al resto de los hermanos para ofrecer interacciones que brinden un poco más de contexto con respecto al salto de tiempo que ocurrió al inicio e ir integrando así los elementos sobrenaturales de cajón. Los cuales no son nada extraordinario y tampoco es que ayuden a construir momentos sublimes, pero al menos funcionan para añadir un nivel de suspenso lo suficientemente efectivo para establecer la amenaza de manera decente.

La última media hora es por mucho lo mejor. Finalmente se deja de lado el ritmo lento predominante para ofrecer cierta agilidad y así empezar a esclarecer las dudas que se te fueron presentando, lo cual deja como resultado un par de revelaciones que le inyectan frescura a pesar de que al menos una de estas es muy predecible.

De las actuaciones no hay mucho que decir, la mayoría son promedio y la única que resalta es la de la siempre eficiente Anya Taylor-Joy (Allie) con todo y que su tiempo en pantalla es realmente limitado. En cuanto a producción es donde se puede decir que tiene sus mayores fortalezas: el trabajo de fotografía es estupendo, la dirección de arte está muy bien cuidada, el score es agradable, el trabajo de sonido limpio y todo lo referente a efectos/maquillaje discreto.

Opinión final: Marrowbone está aceptable. Un thriller estándar que quedará en el olvido con el paso de los meses.

Ojometro:
***

viernes, 17 de febrero de 2017

Crítica: Split (2017)


Película escrita y dirigida por M. Night Shyamalan (The Sixth Sense, The Visit). Se estrenó en cines dentro de los Estados Unidos y en algunos otros países a finales de enero, mientras que aquí en México hizo lo propio este 17 de febrero. Recaudando hasta la fecha $172.2 millones de dólares en taquilla a nivel mundial.

Sinopsis:

Tres jóvenes son secuestradas por Kevin (James McAvoy), un hombre a al que se le han diagnosticado 23 personalidades distintas y del que tratarán de escapar antes de que su aterradora personalidad 24 emerja.



Comentarios generales:

Para nadie es un secreto que M. Night Shyamalan es, sin lugar a dudas, uno de los directores más polémicos de la actualidad y cada película suya recibe el mayor nivel de escrutinio posible tanto de sus fans como de sus detractores: los primeros bajo la esperanza de que pueda regresar a lo que alguna vez fue, mientras que los segundos simplemente quieren verlo fracasar como ha sido una constante en los últimos 15 años. Con él no existe un punto medio y Split no será la excepción, ya que desde el trailer se notaba que iba a ser otro trabajo polémico; uno que al final debo de decir que superó mis expectativas e incluso me vendió la idea de que, tal vez, sea el regreso al buen camino del nacido en la India.

Esto porque Shyamalan nos trae una historia que no es precisamente un monumento a la originalidad en su idea base, pero que al sustentarse en un personaje tan complejo y fascinante como al que le da vida McAvoy termina sintiéndose como algo fresco que con el paso de los minutos va mutando poco a poco de un thriller a una auténtica película de terror.

Con un primer acto que muestra más cosas de lo que uno esperaría en este lapso, no solo por la revelación de las múltiples personalidades, sino también por la manera en la que las chicas actúan para tratar de salir rápido de su problema y no seguir la típica fórmula de una larga tortura psicológica ante la cual están indefensas. Aquí, al menos de inicio, todas muestran iniciativa y eso ayuda muchísimo para establecer lo peligroso que es su captor.

Para el segundo acto el ritmo disminuye un poco, principalmente porque es a partir de aquí cuando se empiezan a tocar de manera mucho más clara los motivos por los cuales estas chicas fueron secuestradas. Realmente hasta este punto uno no sabe cuáles son las verdaderas intenciones de Kevin y todo se basa en mera especulación sobre cuál de sus personalidades podría ser la verdadera responsable, lo cual ciertamente brinda un misterio interesante, pero también provoca que la película caiga en un periodo de repetitividad que no beneficia demasiado al desarrollo y vuelve un tanto aburrida la explicación sobre la personalidad 24.

Sobre la parte final es complicado hablar sin spoilers. Lo único que puedo decir es que es un cierre con bastante fuerza, completamente alejado de lo que uno hubiera esperado al inicio y que además presenta algo que jamás me pasó por la cabeza.

En cuanto a las actuaciones se trata del show absoluto de James McAvoy (aunque Anya Taylor-Joy también hace una buena labor). No llega a presentar las 23 personalidades, pero con las cuatro predominantes y al menos otro par logra ofrecer una actuación soberbia; dándole un sello único a cada una que permite perfectamente diferenciarlas con cosas tan básicas como una simple expresión facial y generar así momentos únicos bajo diferentes circunstancias.

La producción en general no es muy ostentosa, pero es de buena factura: el trabajo de fotografía es bastante bueno, la dirección de arte está bien cuidada, el score es sólido, el trabajo de sonido sin fallos, los efectos son muy discretos y la labor de maquillaje solo se utiliza para cosas puntuales no muy llamativas.

Opinión final: Split es una buena película. No creo que quede exenta de polémica, pero definitivamente es lo mejor que ha hecho Shyamalan en años.

Ojometro:
****  

domingo, 18 de diciembre de 2016

Crítica: Morgan (2016)


Primer largometraje del director Luke Scott, cuyo guión fue escrito por Seth W. Owen. Se estrenó en varios países durante el mes de septiembre, recaudando $8.8 millones de dólares en taquilla a nivel mundial; mientras que su salida en formato físico se dio el pasado 13 de diciembre.

Sinopsis:

Una consultora de riesgos de una importante corporación tendrá que decidir en unos cuantos días si se debe de acabar o no con un humanoide creado de manera artificial de nombre Morgan (Anya Taylor-Joy).



Comentarios generales:

Nunca es sencillo realizar una película cuando eres hijo de un director famoso debido a que las expectativas de las personas suelen ser ridículamente altas al asumir erróneamente que tendrás el mismo talento que tu padre. Es por eso que Morgan paso de ser un proyecto relativamente pequeño y de bajo perfil, a uno con muchísimos reflectores; uno del que se esperaban más cosas de lo que probablemente pretendía lograr y que no las cumple de manera más que evidente.

Lo cual es una pena porque lo que nos regala Scott en un inicio parecía prometedor al establecer rápidamente un escenario llamativo en el aspecto visual y construyendo poco a poco la introducción de Morgan mientras presenta a cada uno del resto de los personajes con el propósito de dejar claro que, a pesar de ser parte de un experimento, la mayoría tiene lazos muy fuertes con ella. Algo que sin duda tiene sentido debido a que es mediante esto que se empiezan a construir ciertos conflictos que en teoría deberían de ser importantes más adelante, pero que también se vuelve un tanto desesperante de ver debido al ritmo pasivo que se maneja al centrarse casi en su totalidad en intercalar los momentos felices que han vivido en el proceso de crecimiento con la tensa atmósfera actual ante la visita de alguien ajeno.

Es entrado el segundo acto cuando las acciones aumentan de nivel en muchos sentidos, primero por la aparición Paul Giamatti y, segundo, porque es aquí donde básicamente destrozan emocionalmente al personaje principal para reconstruirlo de manera más salvaje y así dar pie a un cambio abrupto en la manera de desarrollar las acciones. Un cambio que lamentablemente no funciona muy bien gracias a que básicamente lo poco construido en el primer acto resulta irrelevante debido a que los personajes a lo que les dedicaron tantos minutos terminan siendo puros costales de carne qué, más allá de aportar cierto nivel de impacto con sus muertes, nunca logran presentar momentos emocionalmente fuertes considerando sus vínculos con Morgan.

La parte final se cae de manera terrible. Visualmente es bella y el trabajo con la cámara por parte del director logra cosas muy interesantes, pero todo se siente improvisado y el cambio tan radical que se maneja no fluye de la mejor manera; además de que no profundizan demasiado como para generar interés en algo que tiene un trasfondo mucho más grande.

De las actuaciones definitivamente quien resalta es Anya Taylor-Joy como Morgan, ya que muestra una frialdad aterradora en todo momento; mientras que el resto del elenco, si bien no hace un mal trabajo (especialmente Giamatti), siempre se sienten como personajes sin nada para destacar. La producción es donde tiene sus puntos fuertes: el trabajo de fotografía es muy bueno, la dirección de arte está bien cuidada, el score es agradable, el trabajo de sonido cumple, los efectos están bien hechos y la labor de maquillaje es simple.

Opinión final: Morgan no es nada del otro mundo. Tiene ciertas cosas interesantes, pero termina cayéndose con el paso de los minutos. 

Ojometro:
***

domingo, 22 de mayo de 2016

Crítica: The Witch (2016)


Película escrita y dirigida por Robert Eggers, quien hace su debut en el género. Se estrenó en cines dentro de los Estados Unidos durante el mes de febrero, pero a México recién llego el pasado 19 de mayo; recaudando hasta la fecha $33.2 millones de dólares en taquilla a nivel mundial.

Sinopsis:

Nueva Inglaterra, 1630: Un matrimonio de cristianos devotos son expulsados de su comunidad junto con sus cinco hijos. Ya establecidos justo a las afueras de un tenebroso bosque, el miembro más pequeño de la familia desaparece de manera misteriosa y con ello inicia la debacle familiar, siendo la hija mayor, Thomasin (Anya Taylor-Joy), el centro de todas las culpas.



Comentarios generales:

Generalmente me propongo el no tener expectativas tan altas para cualquier película debido a que en muchas ocasiones eso suele perjudicar la experiencia, pero en el caso de The Witch me resultó complicado cumplir con esta regla simplemente porque el tráiler me emocionó en exceso. Obvio esto me generaba dudas, pero para mí buena suerte lo que me encontré es una de las experiencias más gratificantes de los últimos años; la cual nunca toma los caminos convencionales para llevar al espectador a un viaje que le causará de todo, menos indiferencia.

Esto porque Eggers lo que busca en todo momento es mantener un realismo apabullante para una historia que, por estar basada en documentos históricos, lo exigía a gritos; obligándolo a realizar un primer acto extremadamente metódico y con un ritmo pesado que a más de uno le ocasionará dolor de cabeza. Donde su principal objetivo es ir sembrando pequeños conflictos entre unos personajes obsesionados con la religión por medio de una desaparición que, al mismo tiempo, también se utiliza como el pretexto perfecto para jugar un poco con la realidad y la perturbadora fantasía; provocando así la duda sobre si lo que ocurre es en verdad producto de las malas intenciones de una bruja o si no solo se trata de una familia que ya se vio rebasada mentalmente por su precaria situación.

Ya llegados los 35/40 minutos la tensión empieza a crecer y el director, en lugar de irse por el camino fácil de incluir puros elementos fantásticos basados en el folklore de la época, opta por hacer una impresionante disección de un conflicto familiar lleno de mentiras, traiciones, paranoia, miedos y desconfianza que resulta doloroso de ver. Obteniendo así escenas muy potentes en las que no se necesita de sangre o violencia gráfica para que provoquen gran impacto, las cuales además siguen contribuyendo para ir inflando una burbuja que explotará en cualquier momento para darle un sentido definitivo a un terror que incluso en este punto no sabes a ciencia cierta si tiene un sustento fantástico detrás (a pesar de que existen sutiles pistas por aquí y por allá para sacar una conclusión sólida).

También hay que agregar la tremenda atmósfera que se logra construir. La película es visualmente impecable, hermosa a su modo; lo cual convierte al trabajo de fotografía en una parte fundamental para que el espectador se sienta atrapado en un escenario depresivo, donde todo el tiempo existe esa sensación de que “algo” se encuentra vigilando las acciones y como consecuencia generando una fuerte dosis de suspenso.

Sin embargo, todo lo anterior no tendría mucho sentido si no fuera por lo que ocurre en el acto final. Aquí es donde The Witch cambia de ritmo para explotar la burbuja de manera brutal, presentando un nivel de locura impresionante y una adecuada cantidad de sangre que terminan por abrir el camino hacia una conclusión muy oscura que implica algo mucho más grande de lo que esperas.

Sobre las actuaciones puedo decir que todos están geniales, realmente era muy fácil caer en lo cómico dada la naturaleza fanática de los personajes y aún así cada uno de los actores logra mantener un balance adecuado para no hacerte reír. La producción es de muy buena factura para el presupuesto con el que contó (3.5 millones de dólares): la fotografía es espectacular, la dirección de arte perfecta, el score es potente, el trabajo de sonido bien cuidado, los efectos son prácticos en su mayoría y el trabajo de maquillaje discreto.

Opinión final: The Witch es estupenda. Ciertamente no es para todos (varios la van a odiar), pero sin temor alguno puedo decir que se trata de la película definitiva sobre brujas.

Ojometro:
*****