lunes, 25 de junio de 2018

Crítica: Downrange (2018)


Película dirigida por Ryuhei Kitamura (No One Lives), quien además comparte créditos como co-escritor del guión junto a Joey O'Bryan. Se estrenó en VOD dentro de los Estados Unidos durante el mes de abril, mientras que en ciertas partes de Europa salió en formato físico a finales de mayo.

Sinopsis:

Varados en una solitaria carreta después de una ponchadura de llanta, un grupo de jóvenes se convierte en el objetivo de un enigmático y despiadado francotirador. 



Comentarios generales:

Nunca he sido gran fan de Kitamura pero reconozco que tiene un estilo con todo lo necesario para atraer a un público considerable, aunque por alguna razón siempre ha mantenido un perfil bastante discreto cuando se trata de sus filmes occidentales. Es por eso que no me extraña que Downrange haya pasado tan desapercibida desde su salida y eso es una pena debido a que sin duda es uno de sus trabajos mejor logrados, a pesar de ser uno de los más simples.

Y es que en esta ocasión el director japonés no se complica en lo absoluto la vida al ofrecer una historia que va al grano de manera rápida y en cuestión de unos 13 minutos te coloca ante la situación de peligro por medio de muertes visualmente impactantes que establecen sin problemas la línea que seguirán las acciones. Provocando con esto que el nivel de tensión y violencia sea uno bastante elevado desde temprano para que así cada situación en la que estén involucrados los personajes se sienta como una de verdadero riesgo para ellos y se pinte un panorama desalentador ante la desventaja que tienen con el francotirador.

El cual siempre se muestra como alguien superior ante cualquier circunstancia y ese es un aspecto fundamental con el pasar de los minutos debido a que, gracias a la ausencia de distracciones externas (flashbacks o escenas ajenas al tiroteo), no existe ningún lapso de relajación y eso obliga a que se tengan que construir todo el tiempo acciones que logren mantener tensión constante en base a esa superioridad. Provocando así momentos sumamente interesantes en los que no solo se ven muertes dramáticas, sino que además generan una dinámica agradable con la improvisación de este grupo de jóvenes para mantenerse con vida.

Aunque si debo de decir que hay algunos minutos en donde la película flaquea y se vuelve algo repetitiva, pero afortunadamente eso no dura demasiado porque cuando empieza a ser muy evidente llega uno de los momentos de mayor impacto para añadirle fuerza y cambiar de cierta manera las circunstancias en la parte final.

Una que es bastante divertida al jugar de manera ligera con los convencionalismos del género (aquí la oscuridad de la noche es una ventaja) y mantener su propósito inicial de hacer esto siempre lo más violento posible. Incluso con una conclusión que raya en lo ridículo.

En cuanto a las actuaciones debo de decir que para tratarse de un elenco prácticamente desconocido no lo hacen mal; no hay nada del otro mundo pero cumplen sin mayores problemas con lo que les piden. La producción es de buena factura: el trabajo de fotografía es sólido, el score cumple y el trabajo de sonido es impecable; sin embargo, son los efectos y la labor de maquillaje los que se llevan los reflectores gracias a lo bien hechos que están para lograr imprimirle tal nivel de crudeza al filme.

Opinión final: Downrange me gustó. Una película sin grandes pretensiones y llena de violencia que les hará pasar un buen rato.

Ojometro:
****