viernes, 14 de abril de 2023

Crítica: The Pope’s Exorcist (2023)

Película dirigida por Julius Avery (Overlord), cuyo guión fue co-escrito por Michael Petroni y Evan Spiliotopoulos basándose en los libros “An Exorcist Tells His Story” y “An Exorcist: More Stories”. Se estrenó en cines dentro de México el pasado 7 de abril, recaudando hasta la fecha $12 millones de dólares en taquilla a nivel mundial.

Sinopsis:

El jefe de exorcismos de El Vaticano, el padre Gabriele Amorth (Russell Crowe), es mandado a investigar la terrible posesión de un niño en España. Aunque estando ahí pronto descubrirá una conspiración encubierta que el propio Vaticano ha tratado de mantener en secreto durante siglos.


Comentarios generales:

El padre Gabriele Amorth ganó mayor notoriedad después del estreno de su documental “The Devil and Father Amorth” en 2018, así que no es de extrañar que su figura adquiriera algo de popularidad dentro de la industria del cine de terror y más porque sus libros (en los cuales está basada esta película) podían proporcionar material interesante. Por ello es que el anuncio de The Pope’s Exorcist no fue sorpresivo, aunque sí lo fue el hecho de que un actor del calibre de Russell Crowe aceptara estar involucrado en el proyecto y resulta innegable que el interés por este se debe en gran medida a su presencia.

Ya que lo traído por Avery es una historia de exorcismos que no busca otra cosa más que entretener y explotar la peculiar personalidad de su protagonista, centrándose en la diversión antes que en la profundidad y por lo consiguiente cargando mucho más las cosas al lado de la acción. Lo cual durante el primer acto puede que no resulte tan evidente porque es en este periodo cuando existe un ritmo pausado para presentar a los personajes y, sobre todo, la compleja relación que tiene Amorth con la propia iglesia mientras ocurren situaciones habituales de las películas de exorcismos que absolutamente todos pueden ver venir sin mayores contratiempos dentro de un escenario que aporta muchos elementos visuales para que el trabajo de fotografía y la dirección de arte sobresalgan al crear una gran atmósfera.

Siendo hasta la llegada del segundo cuando las cosas se vuelven trepidantes debido a que, una vez que se empiezan a centrar en la posesión de Henry, el ritmo se incrementa de golpe y con ello empezamos a ver ideas más extravagantes que de algún modo encajan. Brindándole así un dinamismo poco habitual en esta clase de trabajos porque la manera en la que se encuentra estructurada la historia hace que los momentos de tensión funcionen la mayoría de las veces sin necesitar de pausas tan largas y eso provoca que la fuerza que se genera sea lo suficientemente elevada de manera constante.

Aunque, por otra parte, también es cierto que este lado extravagante trae consigo una serie de aspectos que no tienen demasiado sentido y eso complica la búsqueda por redondear la idea de la conspiración del Vaticano. Sobre todo porque existen momentos en el que el balance entre lo factible y lo ficticio se pierde rumbo a una parte final en donde se tiene que hacer un esfuerzo importante para tratar de que resulte convincente.

Algo que se consigue a medias. Ya que si bien el desenlace en general es entretenido por la espectacularidad que lo rodea, la verdad es que la forma en la que se resuelve la problemática se siente un tanto fuera de lugar y muy sobre elaborada.

Las actuaciones no están mal con un Russell Crowe que logra ofrecer dualidad por medio de un personaje que puede ser simpático, pero a la misma vez un tanto fastidioso por su forma de afrontar el problema. Mientras que Daniel Zovatto (Padre Esquibel) tiene el papel con mayor evolución y el resto del elenco resultan un buen complemento, especialmente Peter DeSouza-Feighoney (Henry) y Laurel Marsden (Amy) que son los que tienen que lidiar con la posesión.  

Y en cuanto a producción, tenemos una factura de calidad: el trabajo de fotografía es bastante bueno, la dirección de arte está muy bien cuidada, el score es sólido, el trabajo de sonido es estupendo, los efectos están bien hechos y la labor de maquillaje es de buen nivel.

Opinión final: The Pope’s Exorcist está entretenida. Película para pasar el rato que no hay que tomarse tan en serio.

Ojometro:
***