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martes, 12 de febrero de 2019

Crítica: Braid (2019)


Película escrita y dirigida por Mitzi Peirone, la cual significa su primer largometraje. Se Estrenó de manera limitada en cines y VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 1 febrero, pero todavía no se sabe cuándo saldrá en formato físico.

Sinopsis:

Dos jóvenes prófugas de la justicia deciden robar a su adinerada amiga psicópata que vive en un mundo de fantasía que ellas mismas crearon durante su infancia. Aunque para llevarse el dinero tendrán que formar parte de un perverso y mortal juego difícil de creer.



Comentarios generales:

Hay veces en las que escribir sobre una película es complicado porque realmente no sabes qué diablos es lo que acabas de ver, incluso si ya pasaron algunas horas para poder digerirla de mejor manera. No es algo tan común, pero pasa, y eso fue lo que me ocurrió con Braid: un trabajo que hace todo lo posible por no seguir las fórmulas convencionales al grado de que realmente no sabes si es bueno o malo lo que está tratando de proponer.

Esto porque lo que nos trae Peirone me atrevería a decir que, salvo por los primeros diez minutos, no tiene sentido en ningún momento. No tanto porque la historia sea un desastre, extremadamente compleja o porque no esté bien estructurada, sino que simple y sencillamente está diseñada de esa manera para generar dudas constantes ante un espectáculo en el que predominan las rarezas de principio a fin para construir más que nada momentos visualmente muy bien diseñados (además de llamativos) en lugar de escenas que profundicen de manera convencional la relación entre estas tres chicas. Siendo el más espectacular una secuencia que involucra ácidos y se ve invadida por colores rosas y purpuras.

En general nunca se hace mucho hincapié en los motivos por los cuales se lleva a cabo el peculiar juego, uno que desde el inicio establece reglas que sirven para desatar ciertos sucesos que añaden un toque violento al filme y que por un momento parece que llevarán algo convencional. Sin embargo, pronto la directora deja en claro que su intención nunca es resolver el misterio central y básicamente en un punto opta por no desarrollar en lo absoluto este tema para enfocarse en la inestabilidad mental de estas chicas cuyas acciones empiezan a ser cada vez más inexplicables.

Por si esto no fuera poco, la parte final involucra un giro que revuelve mucho más las cosas. Aquí cualquier tipo de coherencia deja de existir y es imposible identificar si lo que viste solo fue producto de la imaginación de una de ellas o si fueron eventos “reales”, dejando muchísimas preguntas en el aire mientras termina de manera abrupta.

En las actuaciones sin duda es Madeline Brewer (Daphne) quien resalta, ya que aunque las otras dos actrices no lo hacen mal, es ella la que le añade fuerza a cada una de las situaciones más extravagantes del filme. La producción es bastante buena: el trabajo de fotografía es sólido, la dirección de arte está bien cuidada, el score cumple, el trabajo de sonido no tiene fallos, los efectos son mínimos y la labor de maquillaje es discreta.

Opinión final: Braid es una película difícil de valorar, aunque no me dejó una gran impresión. Propuesta extraña con la que es mejor dejar que cada quien forme su propia opinión.

Ojometro:
**

viernes, 30 de noviembre de 2018

Crítica: Cam (2018)


Primer largometraje del director Daniel Goldhaber, cuyo guión fue escrito por la también debutante Isa Mazzei. Se estrenó a nivel mundial por medio de Netflix el pasado 16 de noviembre, aunque antes de eso la película también tuvo paso por algunos festivales.  

Sinopsis:

Alice (Madeline Brewer) es una ambiciosa camgirl que un día despierta y descubre que ha sido reemplazada de su propio show en internet con una copia exacta de ella misma. 



Comentarios generales:

A pesar de ser una exclusiva de Netflix, Cam ciertamente estuvo rondando muy por debajo del radar a diferencia de otras producciones de dicho servicio y no fue sino hasta hace algunos días que obtuvo notoriedad gracias a sus buenas críticas; en especial la brindada por Stephen King. Esto la puso inmediatamente en el mapa y la verdad me alegra que se diera eso debido a que se trata de una de las propuestas más frescas del año.

Y mucho de ello depende no solo del gran trabajo que realiza tras la cámara Goldhaber, sino también en la manera en la que una ex camgirl como Mazzei presenta su historia, cuyo principal objetivo es nunca mostrar al personaje de Alice como una víctima de sus decisiones laborales.

Algo que se puede percibir desde el increíble intro con el que se añade un nivel de tensión impresionante en los primeros siete minutos, aunque esta no es la constante durante un primer acto que se enfoca principalmente en las metas que nuestra protagonista tiene con su carrera y cómo explota su talento para alcanzarlas hasta que algo le arruina su momento de gloria.

Lo cual es el detonante para iniciar con lo que es en esencia un thriller muy dinámico que por determinados momentos entra en los territorios de The Twilight Zone ante lo inexplicable que resulta todo el tema de la suplantación. Uno que poco a poco va provocando que Alice vaya perdiendo la compostura y tome más riesgos, aumentando así la tensión conforme se va acercando a su objetivo debido a que siempre existe esa sensación de que ante cada nuevo paso que da corre más peligro.

La parte final es probablemente la que deje inconformes a algunos gracias a la revelación sobre lo que hay detrás de la copia, ya que la verdad se sale por completo de lo esperado y no se profundiza demasiado al respecto. Solo ponen la idea sobre la mesa para que la trama siga fluyendo y,  aunque no creo que afecte demasiado, lo cierto es que si deja una sensación de vacío en la conclusión.

En las actuaciones este es el show de Madeline Brewer, quien hace un trabajo estupendo con un personaje que está lejos de ser simple. Por un lado tiene el componente erótico que logra a la perfección, pero además de eso tiene que mostrar distintas facetas que ayuden a involucrarte con su personaje y sentir pena por su situación sin que se vuelva precisamente una víctima indefensa.

La producción es de buena nota: el trabajo de fotografía es bueno, la dirección de arte está bien cuidada, el score está ok, el trabajo de sonido cumple, los efectos son sólidos y la labor de maquillaje discreta.

Opinión final: Cam resultó bastante entretenida. Sin duda una de las mayores sorpresas de 2018.

Ojometro:
****