martes, 24 de julio de 2018

Crítica: The First Purge (2018)


Película dirigida por Gerard McMurray y escrita por James DeMonaco. Se estrenó en cines dentro de los Estados Unidos el pasado 4 de julio, mientras que en México hizo lo propio durante este fin de semana. Recaudando hasta la fecha $78.5 millones de dólares en taquilla a nivel mundial.

Sinopsis:

Después del nacimiento de un nuevo partido político que gana la presidencia de los Estados Unidos, un controvertido experimento se lleva a cabo en Staten Island: durante 12 horas todo crimen es permitido.



Comentarios generales:

Un sentimiento general desde que salió la primera The Purge en 2013 es que se trata de un concepto increíble al que nunca han podido exprimirle todo su potencial, esto a pesar de que en las últimas dos entregas supieron cómo reinventar el enfoque central. Se pasó de ser una franquicia esencialmente de invasión de hogar a una con un mensaje político muy fuerte que le brindó la posibilidad de trascender más de lo esperado, lo cual le gusta a algunos y a otros no tanto, pero es innegable que ahora ese es el sello principal y con The First Purge se solidifica mucho más.

Algo que se veía venir al ser esto una precuela en la que inevitablemente el contenido político sería predominante y con el que DeMonaco es claro que se siente ya muy cómodo, aunque para nuestra mala suerte esto también significa tener que sufrir un inicio exageradamente aburrido. Ya que realmente todo lo que ocurre durante unos 30/35 minutos es bien poco interesante y McMurray se ve atado de manos ante la obligación de tener que explicar cómo fue que nació la famosa purga, esto a pesar de que después de tres entregas previas uno ya sabe más o menos el panorama general y el que te hagan ver esto otra vez de manera detallada es una total pérdida de tiempo; especialmente cuando los personajes no resultan tan atractivos.

Esta situación es mala y afecta bastante al ritmo de la película; sin embargo, era un problema que se podía solucionar rápidamente al generar un impacto inmediato al momento de iniciar con la purga, pero tristemente esto no se da. Y es que, en lugar de ofrecer muertes al por mayor, mejor se opta por un enfoque mucho más pasivo en donde se trata de construir lentamente la sensación de peligro constante por medio de sucesos aislados y un conflicto bastante hueco que involucra a un demente, el cual se termina perdiendo con el pasar de los minutos conforme la historia empieza a exponer los problemas raciales/sociales de manera mucho más marcada para la última media hora.

La cual es por mucho lo mejor de la película al ofrecer POR FIN la violencia que querías ver y que ciertamente no decepciona en este aspecto. Obviamente se sigue la tendencia más cargada a la acción que vimos en Anarchy o Election Year, pero aún así se logran construir algunos momentos visualmente llamativos que le brindan un cierre por lo menos digerible dentro de lo predecible que resulta.

Las actuaciones son el estándar que hemos visto siempre, no hay mucho que decir en este rubro. La producción es de buena factura: el trabajo de fotografía es bueno, la dirección de arte no es nada del otro mundo, el score cumple, el trabajo de sonido es sobresaliente y los efectos en general son sólidos.

Opinión final: The First Purge es decepcionante. Una precuela que deja muchas dudas con respecto a la longevidad de la franquicia.

Ojometro:
**

viernes, 20 de julio de 2018

Crítica: Incident in a Ghostland (2018)


Película escrita y dirigida por el francés Pascal Laugier (Martyrs, The Tall Man). Se estrenó en cines dentro de Francia durante el mes de marzo y en México hizo lo propio este pasado fin de semana; mientras que en los Estados Unidos lo hizo directamente en VOD. Su salida en DVD está confirmada para el próximo 24 de julio.

Sinopsis:

Una madre y sus dos hijas adolescentes son aterrorizadas por un par de psicópatas durante la primera noche en su nueva casa. Un evento que cambiará sus vidas para siempre.



Comentarios generales:

Cuando se supo que Pascal Laugier estaba trabajando en algo nuevo la emoción entre los fans del género fue evidente, al final de cuentas hablamos de uno de los directores que nos regaló uno de los trabajos más brutales de la década pasada. Sin embargo, hace unos años decepcionó a más de uno con su propuesta en “The Tall Man” y por ello había ciertas dudas con respecto Incident in a Ghostland (o simplemente Ghostland en algunos mercados); dudas que aumentaron cuando se dio un problema legal con una de las actrices debido a un accidente durante la filmación, pero que creo que fueron superadas de manera satisfactoria.

Y en gran medida se debe a que el director francés regresa a sus raíces con esta película al apostar por la brutalidad como elemento base de su historia, utilizándola prácticamente desde el inicio para regalarnos así una serie de eventos potentes con los que establece rápidamente que no tendrá ningún tipo de concesiones con los personajes femeninos y que tratará de llevar a sus límites al propio espectador. Aunque para eso también juega un poco con la estructura del filme al presentar un escenario futuro del cual no pretendo hablar mucho para no arruinarles la experiencia, pero que se vuelve fundamental para integrar cierto terror psicológico que le añade profundidad a algo en apariencia muy predecible.

Logrando así que el segundo acto sea uno intenso, donde el ritmo en general es fluido y el nivel de violencia se mantiene prácticamente intacto para seguir con la tendencia inicial de mostrar un espectáculo brutal en el que el sufrimiento de las protagonistas sea muy marcado, aunque no en niveles tan altos como vimos en Martyrs. Esto en gran medida porque también utiliza ciertos elementos para generar suspenso y algunos sustos fáciles que por momentos resultan excesivos; además de que aquí se presenta al personaje de Beth como un contrapeso importante que es capaz de mantener cierto balance entre ambas partes.

Todo realmente funciona de manera adecuada, hasta que llega la parte final.

Una que no considero mala en realidad dado a que sigue manteniendo mucha fuerza y violencia, sin embargo, por momentos si se vuelve un poquito aburrida al tratar de explotar nuevamente el tema psicológico que, a diferencia de lo ocurrido previamente, aquí se siente algo forzado y termina por afectar la fluidez con la que se había desarrollado el filme hasta el momento. Igualmente, el que no expliquen mucho sobre los asesinos te deja con cierta sensación de vacío.

Las actuaciones están bastante bien, Crystal Reed (Beth niña) hace un gran trabajo con un papel que le exige mucho tanto emocional como físicamente, mientras que el resto del elenco tampoco lo hace mal (en especial Anastasia Phillips como Vera adulta). La producción también es de buena nota: el trabajo de fotografía es estupendo, la dirección de arte está muy bien cuidada, el score cumple, el trabajo de sonido no tiene fallos, los efectos son sólidos y la labor de maquillaje está ok.

Opinión final: Incident in a Ghostland me entretuvo. En definitiva no es para todo el mundo, pero siempre es bueno ver a alguien regresar a sus raíces.

Ojometro:
****

martes, 17 de julio de 2018

Crítica: The Cured (2018)


Película escrita y dirigida por David Freyne, la cual significa su primer largometraje. Se estrenó de manera limitada en cines dentro de los Estados Unidos durante el mes de febrero, mientras que su salida en formato físico se dio el pasado 3 de julio.

Sinopsis:

En Irlanda una enfermedad que convierte a las personas en zombies ha sido curada. Ahora aquellos que alguna vez estuvieron infectados son integrados a una sociedad que no los quiere y eso causará graves problemas sociales que obligarán a la interferencia militar antes de que ocurra algo mucho peor.



Comentarios generales:

A estas alturas es muy claro que el género zombie está saturado y que, a pesar de que sigue gozando de una gran popularidad, ya empieza a sufrir del desgaste natural que los fenómenos mundiales suelen tener. Por eso en los últimos años hemos visto con diversos resultados nuevos enfoques en esta clase de películas para brindarles frescura, lo cual no es precisamente del agrado de todos los fans, pero que sin duda es algo importante para su futuro y The Cured creo que es uno de los ejemplos más efectivos hasta la fecha.

No diría que el mejor porque su idea central (conflicto entre curados y no infectados) ya la hemos visto antes, sin embargo, lo que nos presenta Freyne encaja de mucha mejor manera con el contexto mundial que se vive en la actualidad y tomando eso como base va contando una historia en la que el inevitable conflicto se va construyendo a fuego lento. Utilizando durante el primer acto principalmente los prejuicios de la sociedad y los propios miedos de las personas curadas, quienes además de sufrir con sus recuerdos de lo que hicieron como zombies también tienen que adaptarse al hecho de que no podrán regresar sus vidas a cómo eran antes.

Ocasionando así que los niveles de tensión sean muy fuertes en todo momento debido a que las acciones de las personas curadas siempre dejan la duda sobre si eran más peligrosos como zombies o ahora que tienen conciencia y la mayoría son emocionalmente inestables. Una situación que ayuda además a desarrollar otros aspectos interesantes sobre su comportamiento cuando estaban “muertos” o la potencial nueva cura para agregar un poco más de sustancia a los hechos.

Lo malo es que este enfoque es uno que necesita tiempo y por ende la película avanza de manera lenta, centrándose bastante en el drama. Lo cual provoca que durante el segundo acto pierda el rumbo por momentos al no definir de manera concreta cómo tratar el tema familiar existente y empezar a dar vueltas en los conflictos internos del personaje de Senan que solo retrasan la rebelión que uno espera.

La parte final es muy agradable, con muchísima intensidad. Y es que toda la tensión construida previamente explota de buena manera para que los zombies sean el centro de atención y con ello se genere un caos que le brinde gran fuerza; añadiendo las dosis de muerte, sangre y violencia que se espera en esta clase de trabajos, pero sin dejar abandonado el lado humano que termina ofreciendo un desenlace emocional.

Con respecto a las actuaciones tanto Sam Keeley (Senan) como Tom Vaughan-Lawlor (Conor) lo hacen bastante bien, especialmente este último llega a ser alguien muy perturbador; aunque por otro lado Ellen Page (Abbie) nunca me convenció, se notaba demasiado forzada en un papel en el que claramente no encaja. 

La producción es de buena factura: el trabajo de fotografía es sólido, la dirección de arte sobria, el score es bastante bueno, el trabajo de sonido no tiene fallos, los efectos están bien hechos y la labor de maquillaje es acertada para el tipo de zombies que se manejan aquí.

Opinión final: The Cured es una buena película. Otra opción interesante para darle variedad a un género saturado.

Ojometro:
****

viernes, 13 de julio de 2018

Crítica: The Manor (2018)


Primer largometraje del director Jonathon Schermerhorn, quien además comparte créditos como co-escritor del guión junto a Tom DeNucci, Glenn Jeffrey, Mike Messier y Matt O'Connor. Salió directamente en DVD y VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 15 de mayo.

Sinopsis:

Amy Hunter (Christina Robinson) acaba de salir del hospital psiquiátrico donde por varios años trataron sus problemas mentales y su madre cree que es buena idea llevarla a un lugar con una atmósfera familiar. Dicho lugar es una casa de huéspedes en la que solía pasar su infancia, pero pronto esta se verá asechada por una antigua fuerza demoníaca que desatará un baño de sangre.



Comentarios generales:

Cuando el principal punto de venta es la aparición de un ex luchador resulta claro que tu película no va para ningún lado y esa percepción difícilmente va a cambiar al ver que esta fue escrita por cuatro personas. Por eso mis expectativas con The Manor eran las más bajas que uno puede llegar a tener, realmente no esperaba nada y la vi dejando mi cerebro en blanco, pero ni siquiera con todas estas precauciones pude evitar llevarme una verdadera tortura.

Y es que hablar de lo que nos presenta Schermerhorn es difícil debido a que tiene muy pocas cosas que destacar, ya que la historia te la simplifican en la introducción para que a partir de ahí solo veas una serie de eventos completamente irrelevantes durante 45 minutos.

En serio, más allá de breves apariciones de un demonio con una de las peores caracterizaciones que haya visto, aquí no pasa nada. De hecho, pareciera que esta parte de la película solamente la escribieron solo para que Kevin Nash (el ex luchador) pudiera tener el suficiente tiempo en pantalla y así justificar su pago porque lo que ocurre no sigue una línea clara que te brinde información sobre el personaje de Amy o su aparente oscuro pasado.

Situación que no mejora con el pasar de los minutos, pero al menos una vez que ya está avanzado el segundo acto empieza a hacerse más palpable la sensación de peligro que la rodea. Aunque esto no significa mejoras importantes con respecto a lo visto previamente, en principal medida por la poca fluidez y porque todo lo mínimamente interesante se desarrolla de manera cortada; además de que la mayoría de las muertes son fuera de cámara.

La parte final es un revoltijo de ideas e improvisación para tratar de darle sentido a algo que no lo tuvo por más de una hora y que, como era de esperarse, no funciona. Todo se siente acelerado y sin coherencia alguna, al grado de que el giro presentado no logra generarte ningún tipo de reacción.  

Las actuaciones son muy malas, Christina Robinson como la protagonista es alguien sumamente débil y la mayoría de los secundarios solo están ahí de adorno para cuando se requiera alguna muerte o alguno que otro chiste sin gracia. La producción también es bastante pobre: el trabajo de fotografía es malo, el score limitado, el trabajo de sonido tiene fallos marcados, los efectos son básicos y la labor de maquillaje parece de atracción de feria. 

Opinión final: The Manor es muy mala. De la peores películas de 2018.

Ojometro:
*