domingo, 18 de diciembre de 2016

Crítica: Morgan (2016)


Primer largometraje del director Luke Scott, cuyo guión fue escrito por Seth W. Owen. Se estrenó en varios países durante el mes de septiembre, recaudando $8.8 millones de dólares en taquilla a nivel mundial; mientras que su salida en formato físico se dio el pasado 13 de diciembre.

Sinopsis:

Una consultora de riesgos de una importante corporación tendrá que decidir en unos cuantos días si se debe de acabar o no con un humanoide creado de manera artificial de nombre Morgan (Anya Taylor-Joy).



Comentarios generales:

Nunca es sencillo realizar una película cuando eres hijo de un director famoso debido a que las expectativas de las personas suelen ser ridículamente altas al asumir erróneamente que tendrás el mismo talento que tu padre. Es por eso que Morgan paso de ser un proyecto relativamente pequeño y de bajo perfil, a uno con muchísimos reflectores; uno del que se esperaban más cosas de lo que probablemente pretendía lograr y que no las cumple de manera más que evidente.

Lo cual es una pena porque lo que nos regala Scott en un inicio parecía prometedor al establecer rápidamente un escenario llamativo en el aspecto visual y construyendo poco a poco la introducción de Morgan mientras presenta a cada uno del resto de los personajes con el propósito de dejar claro que, a pesar de ser parte de un experimento, la mayoría tiene lazos muy fuertes con ella. Algo que sin duda tiene sentido debido a que es mediante esto que se empiezan a construir ciertos conflictos que en teoría deberían de ser importantes más adelante, pero que también se vuelve un tanto desesperante de ver debido al ritmo pasivo que se maneja al centrarse casi en su totalidad en intercalar los momentos felices que han vivido en el proceso de crecimiento con la tensa atmósfera actual ante la visita de alguien ajeno.

Es entrado el segundo acto cuando las acciones aumentan de nivel en muchos sentidos, primero por la aparición Paul Giamatti y, segundo, porque es aquí donde básicamente destrozan emocionalmente al personaje principal para reconstruirlo de manera más salvaje y así dar pie a un cambio abrupto en la manera de desarrollar las acciones. Un cambio que lamentablemente no funciona muy bien gracias a que básicamente lo poco construido en el primer acto resulta irrelevante debido a que los personajes a lo que les dedicaron tantos minutos terminan siendo puros costales de carne qué, más allá de aportar cierto nivel de impacto con sus muertes, nunca logran presentar momentos emocionalmente fuertes considerando sus vínculos con Morgan.

La parte final se cae de manera terrible. Visualmente es bella y el trabajo con la cámara por parte del director logra cosas muy interesantes, pero todo se siente improvisado y el cambio tan radical que se maneja no fluye de la mejor manera; además de que no profundizan demasiado como para generar interés en algo que tiene un trasfondo mucho más grande.

De las actuaciones definitivamente quien resalta es Anya Taylor-Joy como Morgan, ya que muestra una frialdad aterradora en todo momento; mientras que el resto del elenco, si bien no hace un mal trabajo (especialmente Giamatti), siempre se sienten como personajes sin nada para destacar. La producción es donde tiene sus puntos fuertes: el trabajo de fotografía es muy bueno, la dirección de arte está bien cuidada, el score es agradable, el trabajo de sonido cumple, los efectos están bien hechos y la labor de maquillaje es simple.

Opinión final: Morgan no es nada del otro mundo. Tiene ciertas cosas interesantes, pero termina cayéndose con el paso de los minutos. 

Ojometro:
***