miércoles, 13 de septiembre de 2017

Crítica: Temple (2017)


Co-producción japonesa/estadounidense que significa el debut tras la cámara de Michael Barrett y cuyo guión fue escrito por Simon Barrett. Se estrenó el pasado 1 de septiembre directamente en VOD dentro de los Estados Unidos, pero no existe información sobre si llegará a otros mercados o sobre su salida en formato físico.

Sinopsis:

Tres turistas estadounidenses se adentran en los bosques de Japón para encontrar un antiguo templo. Lo que no saben es que dicho lugar es vigilado por espíritus que harán todo para convertir su viaje en una auténtica pesadilla.  



Comentarios generales:

Uno sabe que con el género de terror siempre se está a merced de películas de todo tipo, pero con  altas probabilidades de encontrarse con cosas realmente espantosas que en algún punto harán que te cuestiones por qué te gusta sufrir de esa manera. Suele ocurrir por lo menos unas cuatro o cinco veces por año, es algo inevitable, y precisamente con Temple se dio esa situación; no solo porque no tiene nada que destacar, sino porque además es uno de los trabajos con menos sentido que he visto últimamente. 

Y no es porque se trate de una historia compleja que resulte complicada de exponer en pantalla, al contrario, creo que los Barrett no podrían haber elegido algo tan simple para hacer su debut, pero a todas luces se nota que no sabían exactamente lo que querían contar. Esto debido a que, si bien existen elementos que construyen de manera muy superficial una historia sobre fantasmas, gran parte de la película se centra más en un supuesto triangulo amoroso entre los turistas que no te lleva a ningún lado y que solo sirve para poder gastar tiempo mostrando situaciones por demás absurdas que están diseñadas con el único propósito de poder explotar lo más que se pueda el aspecto visual que de manera natural brinda Japón.

Una tónica que se mantiene durante gran parte del filme y que se incrementa una vez que se trasladan las acciones a la zona rural, donde el tema del templo empieza a tener más relevancia pero te genera nulo interés debido a que lo que ocurre es perfectamente descifrable. Aunque lo peor es que todo se realiza con una lentitud frustrante, extendiendo así un viaje agónico que carece por completo de suspenso o de cualquier tipo de construcción de una atmósfera que te haga sentir el peligro que supuestamente corren estos personajes.

La parte final es un desastre como pocos. Realmente pareciera como si los últimos 10/15 minutos solo fueran escenas random filmadas para usarlas en dado caso de no tener una idea clara del desenlace, ya que todas las historias de los personajes quedan inconclusas y no explican absolutamente nada; dejando así en el aire muchas preguntas para algo que de por si no tenía mucha sustancia.

Las actuaciones son genéricas, no tienen nada de especial y terminan importando poco. La producción es probablemente lo más aceptable: el trabajo de fotografía es lo mejor de la película, la dirección de arte está ok, el score no tiene nada destacado, el trabajo de sonido cumple, los efectos están bien y la labor de maquillaje es bastante sencilla.

Opinión final: Temple es espantosa. Un sinsentido absoluto que sin duda estará dentro de lo peor de 2017.

Ojometro:
*