martes, 17 de enero de 2017

Crítica: Clinical (2017)


Película dirigida por Alistair Legrand (The Diabolical), quien además comparte créditos como co-escritor del guión junto a Luke Harvis. Se estrenó a nivel mundial el pasado 13 de enero exclusivamente en Netflix, aunque es probable que a mediados de año salga en formato físico.

Sinopsis:

La experimentada psiquiatra Jane Mathis (Vinessa Shaw) trata de ordenar nuevamente su vida después de un violento ataque al aceptar el caso de un paciente cuya historia es igual de devastadora que la suya.



Comentarios generales:

Los thrillers psicológicos son uno de esos subgéneros con los que existen las mismas probabilidades de éxito y fracaso debido a que son de los pocos que todavía pueden generar cierta duda en audiencias que cada vez son menos impresionables. Todo es cuestión de que tan bien explotados sean los elementos característicos con los que cuentan y sobre que tanto están dispuestos a invertir en el espectador para lograrlo, algo que Clinical pretende hacer como lo indica el librito; aunque sin los mejores resultados posibles.

Esto porque lo que nos regalan Lengrand y Harvis en su nueva colaboración es una historia que sin duda va a retar la paciencia de muchos espectadores debido a que su desarrollo se realiza de manera lenta. Sustentándose en dos líneas argumentales concebidas para mostrar las facetas de Jane durante su vida diaria y así crear un contraste sobre su comportamiento, lo cual suena interesante, pero en ya en pantalla no lo es tanto gracias a que su faceta como psiquiatra resulta bastante aburrida de ver y porque su faceta como alguien emocionalmente quebrada no ofrece los suficientes momentos de tensión como para que te importe demasiado su trauma, a pesar de que si es uno escalofriante.

Ya entrado en el segundo acto es cuando las cosas se vuelven más interesantes y en gran parte se debe a que se le da más exposición al personaje de Alex, un paciente desfigurado que poco a poco va superando un sufrimiento profundo y cuyo principal objetivo es ser ese enlace emocionalmente potente con el cual uno pueda simpatizar; además de volverse parte importante para que el personaje principal te resulte más humano. Igualmente,  es a partir de aquí cuando se empieza a jugar con lo que es verdad y lo que no; tal vez de manera no tan importante como en algunos trabajos similares, pero si con el suficiente nivel de impacto para construir un aparente conflicto que en el camino brinda algunos momentos visualmente llamativos.

La parte final no está mal, pero sentí que la alargaron demasiado. Finalmente todo lo anterior converge de manera natural, pero al involucrar a varios de los personajes secundarios que hasta ese momento solo habían servido de adorno ser pierde algo del shock que se supondría tendría que provocar dicho acontecimiento. Aunque igual es aquí donde se ofrece la mayor cantidad de sangre y eso beneficia mucho para que el desenlace se sienta con bastante fuerza.

En cuanto a las actuaciones puedo decir que Shaw no lo hace mal, aunque su nivel de locura no es tan convincente; sin embargo, quien se lleva todos los reflectores es Kevin Rahm como Alex al regalar una actuación que en general salva la película a partir del segundo acto. La producción es de buena factura: el trabajo de fotografía está bien cuidado, la dirección de arte es genérica, cuenta con un buen score, el trabajo de sonido es acertado, los efectos sencillos cumplen y la labor de maquillaje se centra principalmente en un solo personaje, pero con muy buenos resultados.

Opinión final: Clinical es aceptable. Sin duda la lentitud con la que se desarrolla le afecta, pero puede ser una buena opción para algún día en donde no tengan otra cosa que ver.

Ojometro:
***