martes, 15 de agosto de 2017

Crítica: The Black Room (2017)


Película escrita y dirigida por Rolfe Kanefsky (Nightmare Man). Se estrenó en VOD dentro de los Estados Unidos el pasado mes de mayo y posteriormente salió en DVD durante el mes de junio; aunque a Latinoamérica llegó vía Netflix apenas hace algunos días.

Sinopsis:

Paul (Lukas Hassel) y Jennifer (Natasha Henstridge) se han mudado a una nueva casa y su vida parece ir por el mejor camino. Sin embargo, ellos no saben que justo en su sótano se encuentra un misterioso cuarto que encierra a un demonio cuyos deseos carnales afectarán a ambos como parte de sus oscuros planes.



Comentarios generales:

Después de leer la sinopsis y descubrir que el director de esta película tenía bastante experiencia haciendo películas softporn inmediatamente trate de bajar lo más posible mis expectativas debido a que había altas probabilidades de encontrar algo desastroso. Simplemente no existía nada que me hiciera esperar algo que valiera la pena y, aunque al final The Black Room no es el desastre épico que suponía que sería, tampoco se trata de un trabajo que vaya a pasar a los anales de historia; ni siquiera por su superficial uso del sexo.

Esto porque lo que nos regala Kanefsky en ningún momento parece tener muy definido cual es el verdadero camino que quiere seguir, manifestando desde el primer acto un evidente guiño por la comedia pero al mismo tiempo tratando de mantener un enfoque un poco más oscuro que vaya acorde al tema demoníaco que rodea la casa. Una combinación que al menos de inicio funciona porque gracias a esta se logran generar algunas escenas divertidas que establecen de manera clara que el sexo jugará un papel fundamental en el comportamiento de los personajes y en base a eso se irá desenvolviendo una historia que tiene algo más en lo que respecta al demonio y no solo se centrará en abrir puertas o provocar ruidos para lograr sustos fáciles.

El problema es que este tipo de dinámica no es capaz de sostener toda la película y en determinado punto la comedia es la que toma la estafeta, provocando con esto que poco a poco las cosas se vayan tornando bastante aburridas debido a que las acciones por un periodo prolongado de tiempo no parecen llevar a ningún lado a pesar de que por medio del personaje de Paul tratan de hacer parecer que sí. Recurriendo a elementos mucho más gráficos que añaden sustancia superficial mientras se compra tiempo y que ciertamente no están mal hechos pero, como todo en esta película, no hacen demasiado para profundizar sobre los propósitos de un demonio que hasta este momento se encuentra lejos de ser esa amenaza enorme que se vendió al comienzo y solo queda parado como un pervertido.

La parte final no está mal, más allá de que pretenden explicar todo en unos cuantos minutos. Aquí es donde básicamente el presupuesto se gastó y entre una muestra importante de efectos prácticos logran, por fin, brindarte un panorama más claro con respecto a los planes del demonio y los motivos por los cuales el tema del sexo es tan importante.

Las actuaciones son exageradas (Augie Duke, Lin Shaye) o muy planas (Henstridge), aunque Hassell ciertamente logra una labor sólida cuando le toca cargar con el peso de las acciones. La producción cumple: el trabajo de fotografía está ok, la dirección de arte es básica salvo por el final, el score es genérico, el trabajo de sonido es bueno y tanto los efectos como la labor de maquillaje son bastante cumplidores; aunque pueden parecer algo arcaicos.

Opinión final: The Black Room es una película bastante pobre. Tiene algunas puntadas pero en general es un producto que en un par de días van a olvidar.

Ojometro:
**