viernes, 28 de febrero de 2020

Crítica: The Sonata (2020)


Película dirigida por Andrew Desmond (Galaxy of Horrors), quien además comparte créditos como co-escritor del guión junto a Arthur Morin. Se estrenó de manera limitada en cines y VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 10 de enero, mientras que su salida en formato físico está confirmada para el próximo 3 de marzo.

Sinopsis:

Rose (Freya Tingley) es una violinista prodigio que hereda una enorme mansión después de que su famoso y desaparecido padre se suicidara. Ahí encuentra el último trabajo de este: una pieza maestra musical con muchos símbolos extraños que tendrá que descifrar para poder tocarla.



Comentarios generales:

Por lo regular cuando un actor muere sus últimos trabajos se vuelven de máximo interés debido a que es el punto final de su legado y en el caso del gran Rutger Hauer resultó que uno de estos era una película de terror. Algo sin duda bastante bueno para la exposición de The Sonata, pero que también significaba añadir de golpe unas expectativas que originalmente no se tenían y que pueden jugar en su contra debido a que se trata de un filme discreto cuyo propósito evidentemente nunca fue ser esa gran última vitrina para alguien.

Y es que hay que señalar antes que nada que la presencia de Rutger Hauer es bastante limitada debido a que su personaje más que nada sirve como el enlace de una historia que Desmond pretende sobrellevar por medio de elementos específicos. Ya que desde el inicio queda claro que esto se trata de un thriller que recaerá en la música y, sobre todo, en establecer un sólido estilo visual que resalte el aspecto gótico para brindarle así un sello distintivo.

Aunque con esto no quiero decir que lo demás no importe, al contrario, aquí todo importa gracias a que estamos ante un misterio bastante creativo que provoca que los personajes principales siempre tengan algo que hacer, ya sea por medio de descubrimientos circunstanciales o por medio de investigaciones que involucran un poco más elaboración. Haciendo con esto que las acciones se desarrollen a fuego lento, sin demasiada prisa, pero sin nunca caer en lo aburrido gracias a que cada información revelada te genera curiosidad por querer saber más con respecto al misterio que existe detrás de la pieza musical.

En general todo fluye de manera adecuada y cuando llega a haber algún momento en donde las acciones se estancan siempre está el aspecto visual para evitar que el daño sea importante. Esto porque la mansión en si es un personaje más y por medio de esta es que se logran generar  determinados momentos que proporcionan la dosis de terror necesaria por medio de una atmósfera que magnifica situaciones muy simples.

Es hasta la parte final cuando las cosas flaquean y en gran medida se debe a que, cuando se establece que lo que hay detrás de la pieza es algo mucho más perverso, el ritmo se acelera sin demasiada justificación y con ello todo el elemento detectivesco pierde relevancia. Ocasionando así un cierre que te deja con la sensación de que realmente lo ocurrido no llevó a nada importante.

Con respecto a las actuaciones hay que decir que Fraya Tingley cumple como la protagonista, aunque es Simon Abkarian (Charles) quien termina robándose los reflectores en varias escenas. En cuanto a la producción es de buena factura, salvo por un detalle: el trabajo de fotografía es estupendo, la dirección de arte está muy bien cuidada, el score es genial y el trabajo de sonido no presenta fallos. Solo son los efectos a base de CGI los que desentonan por completo debido a que parecen de programa de TV de los años 90s.

Opinión final: The Sonata me gustó. Película sin demasiadas pretensiones para pasar el rato y escuchar un buen score.  

Ojometro:
****