lunes, 11 de junio de 2018

Crítica: Hereditary (2018)


Primer largometraje del director Ari Aster, quien además es el escritor del guión. Se estrenó en cines dentro de los Estados Unidos y México este pasado 8 de junio.

Sinopsis:

Cuando la matriarca de la familia Graham muere, su hija Annie (Toni Collette) y la familia de esta empezarán a desenredar los crípticos y aterradores secretos de su ascendencia mientras se ven rodeados por la tragedia. 



Comentarios generales:

Como he comentado en ocasiones anteriores, siempre que una película de terror empieza a hacer ruido fuera de los círculos habituales mi interés se dispara, no tanto porque piense que esas opiniones importen más, sino porque es una señal bastante clara de que hay algo lo suficientemente especial como para que hablen de esta y sin duda Hereditary es uno de esos casos. Aunque debo de decir que me sorprende que sea así considerando que se trata de un trabajo que no todo el mundo será capaz de digerir.

Esto porque Aster nunca tiene como objetivo principal el espantar con sustos fáciles cada cinco minutos o satisfacer con lo básico al espectador, inclinándose por un acercamiento mucho más metódico que permita ir construyendo una sensación de tensión constante por medio de elementos simples que ayuden a potenciar los momentos violentos con los que cuenta la película. Por lo cual tenemos un primer acto hasta cierto punto tranquilo, en donde vemos una historia que se centra en la forma en la que las personas manejan el duelo por la muerte de un ser querido y todo lo que puede desencadenar este periodo de inestabilidad emocional.

Sustentándose principalmente en el personaje de Annie pero también por medio de su hija Charlie, con quien poco a poco se integran situaciones extrañas que dejen ver que hay algo mucho más complejo detrás. Aspecto que se magnifica ante la idea visual que tiene el filme, ya que todo está pensado para que parezca como si los personajes fueran figuras dentro de una casa en miniatura que están siendo manipuladas por una fuerza superior.

Así avanza todo sin mayores contratiempos y es llegando al segundo acto cuando la película empieza a volverse más oscura gracias a un suceso de gran impacto que te toma por sorpresa y que eleva el nivel de intensidad de golpe, más no el ritmo. Ya que las cosas se siguen desarrollando de manera pausada, sin prisas; aunque empezando a utilizar de vez en cuando ciertos sustos para ir delimitando el camino satánico que existe y empezarlo explotar por medio de un conflicto familiar potente con el que se manejan diversos tipos de emociones y se logran generar algunas escenas perturbadoras.

Llevándote así a una parte final extraña que confirma muchas de las suposiciones, pero que sigue generando nuevas dudas con su desarrollo. Cayendo por momentos en un territorio peligroso en el que se puede perder cualquier lógica y del cual el director es lo suficientemente capaz de evitar para ofrecer así un cierre bastante claro y con mucha fuerza. Sin embargo, también deja abiertas ciertas cosas a la interpretación.

Con respecto a las actuaciones todo el elenco hace un buen trabajo, pero Toni Collette se cuece aparte. En verdad el trabajo que hace aquí es de otro nivel, ya que se trata de un personaje inestable por naturaleza que, a pesar de esto, siempre logra que el espectador se convenza de que en verdad no está loca y por determinados momentos uno pueda entender los motivos por los cuales es así.

La producción está bien cuidada: el trabajo de fotografía es muy bueno, la dirección de arte es sólida, el score es genial, el trabajo de sonido es impecable, los efectos están bien hechos y la labor de maquillaje cumple.

Opinión final: Hereditary es una gran película. Terror poco convencional no apto para las masas que, en definitiva, no dejará a nadie indiferente.

Ojometro:
*****

jueves, 7 de junio de 2018

Crítica: Cargo (2018)


Película dirigida por Ben Howling y Yolanda Ramke, quien además es la escritora del guión. Se estrenó directamente en Netflix en Estados Unidos y Latinoamérica el pasado 18 de mayo, aunque todavía no hay información sobre si saldrá en formato físico.

Sinopsis:

Después de que una brutal epidemia se ha esparcido por toda Australia, un padre (Martin Freeman) hace hasta lo imposible por encontrar a alguien que pueda cuidar a su pequeña hija.



Comentarios generales:

Por lo general una película de zombies/infectados en Netflix no es algo que llame mi atención inmediatamente debido a que estas abundan dentro del servicio de streaming y es difícil resaltar sobre el resto en una época donde pareciera que ya se contó todo lo que se tenía que contar dentro de este subgénero. Es por eso que no esperaba gran cosa con Cargo, simplemente lucía como algo genérico escudado bajo el sello de “originals” que no aportaría nada relevante, aunque al final no fue una mala película.

Y es que lo que nos regalan Howling y Ramke realmente sigue el camino conocido de esta clase de trabajos post-apocalípticos en donde se le da una ligera variación a los zombies y se les utiliza más que nada como complemento de una historia en la que predominan las interacciones humanas. Nada fuera de lo común, sin embargo, desde el primer acto logran establecer un escenario bastante desgarrador al ponernos frente a una situación en la que se juega con el típico tema sobre tratar de salvar a un ser querido por necedad a pesar de que puede poner en peligro a todos; generando así algunos de los momentos más emotivos de la película.

Lamentablemente una vez superado este dilema las cosas empiezan a decaer durante el segundo acto, no tanto porque lo presentado sea malo, sino porque el ritmo se vuelve mucho más cansino y en realidad a partir de aquí todo resulta demasiado predecible al darle preponderancia a la decadencia social por encima de los riesgos que representan los zombies. Integrando peligros para el personaje de Andy que nunca se sienten como una parte orgánica de la historia y que por determinados minutos hacen que la primicia inicial se pierda al querer explorar otros aspectos que terminan teniendo muy poco peso más adelante.

Lo positivo es que, a pesar de este bajón, la parte final cumple. Obviamente uno se queda con ganas de ver algo más sangriento que involucre a los zombies, pero eso se compensa con el regreso de la sensación de angustia que se percibía durante la primera media hora y gracias a ello el desenlace resulta bastante efectivo.

En cuanto a las actuaciones este es el show de Martin Freeman, quien durante toda la película tiene que lidiar con un bebé o una niña que habla muy poco y aún así logra sacar adelante su personaje. La producción es de buena nota: el trabajo de fotografía es sólido, cuenta con un buen score, el trabajo de sonido es muy bueno, los efectos son simples y la labor de maquillaje cumple.

Opinión final: Cargo está ok. Una película más de zombies para pasar el rato y nada más.

Ojometro:
***

lunes, 4 de junio de 2018

Crítica: Ayla (2018)


Película escrita y dirigida por Elias (Gut). Se estrenó dentro de los Estados Unidos el pasado 4 de abril en formato digital y VOD, pero todavía no hay información sobre si saldrá en formato físico.

Sinopsis:

Un hombre perseguido por la misteriosa muerte de su hermana a los cuatro años de edad logra regresarla a la vida como ya toda una mujer adulta, aunque con terribles consecuencias. 



Comentarios generales:

Si alguna vez han visto los trabajos previos de Elias (como director o guionista) sabrán que su visión para hacer cine es una muy personal y no suele seguir mucho los estándares establecidos dentro del género. Es por ello que cada que anuncia nuevas cosas me genera un interés particular porque sé de antemano que me expondré a algo poco convencional que difícilmente me dejará indiferente, lo cual sin duda fue la situación ante lo rara que es Ayla.

Situación que no es de sorprender considerando que la historia está inspirada en una experiencia personal del propio director y la manera en la que es manejada se sustenta más en la fantasía que en el terror, haciendo de esto un ejercicio contemplativo en el que el espectador tiene que sacar sus propias conclusiones en base a pistas muy limitadas. Ya que realmente la película en un inicio no ofrece mucho, más que nada nos muestran a un protagonista con depresión que se encuentra obsesionado con su hermana muerta para darle un toque mucho más humano y que en cierta medida logres tener empatía hacia él, pero esto nunca logra darse ante lo vacío que se siente todo lo ocurrido hasta que llega la resurrección.

Un momento que representa por mucho lo más extraño de la película y junto con el cual también se dan los pocos toques de terror con los que cuenta; sin embargo, estos no duran demasiado y una vez más se empieza a depender en exceso de la rareza, añadiendo además un tema de incesto con el que se generan dudas sobre si en verdad estos dos individuos están relacionados. Sustentando así el segundo acto en una tensión sexual entre ambos personajes bajo un ritmo que se vuelve cansino de manera rápida, sobre todo porque en esta parte lo que vemos sigue sin tener gran sentido y, salvo por ver a Ayla vomitando de manera frecuente, no hay nada más que te ayude a desarrollar un interés genuino por el personaje.

La parte final es la más emocional al involucrar de lleno a la familia y exponer situaciones más complejas ligadas a la pérdida de un ser querido. Aunque el desenlace sin duda terminará molestando a muchos debido a que deja todo abierto a la interpretación.

Con respecto a las actuaciones tanto Nicholas Wilder (Elton) como Tristan Risk (Ayla) están flojos, nunca logran que uno conecte con ellos y eso afecta en demasía a la película; mientras que la aparición de Dee Wallace es muy limitada. La producción es sólida: el trabajo de fotografía es bueno, la dirección de arte simple, el score es agradable, el trabajo de sonido está bien cuidado y los efectos son mínimos.

Opinión final: Ayla es bastante decepcionante. Una película recomendable más que nada para aquellos fans de este peculiar director.

Ojometro:
**

jueves, 31 de mayo de 2018

Crítica: Corbin Nash (2018)


Película dirigida por Ben Jagger, quien además comparte créditos como co-escritor del guión junto a Dean S. Jagger (quien es el protagonista) y Christopher P. Taylor. Se estrenó de manera limitada en cines, VOD y formato digital dentro de los Estados Unidos el pasado 20 de abril, aunque no hay información sobre si saldrá en formato físico.

Sinopsis:

En la ciudad de Los Ángeles un detective obsesionado por encontrar la verdad detrás del asesinato de sus padres termina confrontando a un par de vampiros que lo arrastrarán a una pesadilla para la cual no estaba preparado.



Comentarios generales:

A estas alturas de mi vida cada que veo el nombre de Corey Feldman involucrado en algún proyecto me hace esperar lo peor de este, tantos años de verlo aparecer de manera secundaria o con puros cameos glorificados han provocado eso. Así que cuando supe sobre Corbin Nash no esperaba gran cosa y el trailer tampoco ayudaba demasiado; simplemente parecía un trabajo del montón que solo me haría perder el tiempo, pero al final me ha entretenido más de lo que en un inicio pensaba.

Con esto no quiero decir que sea una maravilla, nada más alejado de la realidad; sin embargo, Ben Jagger sabe bastante bien cómo manejar esta historia en la que el terror ciertamente es algo secundario. Ya que se trata de una película de vampiros en donde el tema principal es la venganza y el renacer del personaje principal, por lo cual cuenta con un desarrollo algo lento que provoca que por lo menos los primeros 30 minutos no sean nada para presumir al enfocarse principalmente en establecer lo mejor que se pueda la línea de tiempo y tratar de brindarle un poco más de contexto a las acciones de Nash como detective. 

Es hasta que aparecen de manera más predominante los dos vampiros principales cuando las cosas empiezan a tomar mejor forma, ya que su presencia en pantalla añade de manera inmediata cierto nivel de identidad a algo que hasta este punto resultaba muy gris y es en base a estos que se empiezan a integrar los elementos más ligados con el terror. Añadiendo así sangre y violencia, aunque esto último centrado más que nada en la situación apremiante de Nash que, si bien no es mala, tampoco logra brindar grandes satisfacciones al dejar demasiadas preguntas en el aire cuando en un inicio parecía que tendría más importancia al estar ligada directamente con la muerte de sus padres..

La parte final es sin duda lo mejor de la película. Principalmente porque es la más intensa y porque al esclarecer por completo la situación del protagonista el director ya tiene vía libe para hacer lo que le plazca, generando con esto un enfrentamiento final violento que funciona por lo seco y contundente que resulta; además de que claramente deja abierta la puerta para hacer de esto una franquicia.

En cuanto a las actuaciones se puede decir que Jagger hace lo necesario para lo que le exige el papel, pero quien se llevará todas las miradas sin duda será Feldman al tener el personaje más extraño de todos y al cual, dentro de toda esa extravagancia, sorprendentemente lo saca adelante. La producción es discreta: el trabajo de fotografía tiene algunos detalles, la dirección de arte es simple, el score cumple, el trabajo de sonido es limpio, los efectos son bastante sencillos y la labor de maquillaje resulta efectiva.    

Opinión final: Corbin Nash está ok. Película para pasar el rato y ver a Corey Feldman en uno de sus papeles más extravagantes.

Ojometro:
***