martes, 23 de julio de 2019

Crítica: Belzebuth (2019)


Producción mexicana dirigida por Emilio Portes, quien además es co-escritor del guión junto a  Luis Carlos Fuentes. Se estrenó dentro de cines en México a inicios de año, mientras que su salida en formato físico y VOD se dio el pasado 15 de abril.

Sinopsis:

Después de haber perdido a su familia de una manera extremadamente trágica, el detective Emmanuel Ritter (Joaquín Cosio) debe de investigar una masacre dentro de una escuela provocada por un estudiante. Al inicio todo parece tener un camino muy claro, pero con el pasar de los días el caso se vuelve mucho más complejo cuando un sacerdote del Vaticano aparece con otro punto de vista.



Comentarios generales:

Un problema del cine mexicano de terror actual es que se suelen copiar ideas provenientes de otros países en lugar de tratar de generar contenido que se adapte a la idiosincrasia mexicana, obviamente en algunas ocasiones resulta, pero casi siempre los resultados no son los mejores. Aunque en el caso de Belzebuth desde un inicio se podía notar que la intención era ofrecer algo con cierta identidad nacional que no la dejara parada como otro intento de copia, sobre todo conociendo la trayectoria de su director; sin embargo, al final el resultado ha sido un tanto mixto.

Y es que lo que nos regala Portes es una película con puntos muy altos y puntos bastante bajos, en donde nos cuenta algo que por momentos tiene clara su identidad pero también problemas para mantenerla ante la tentación de añadir elementos hollywoodescos. Tentación que al menos durante los primeros 50 minutos logra contener de manera adecuada al presentar una historia que no se guarda nada, mostrando situaciones complejas que involucran niños para añadir impacto inmediato y a partir de eso ir construyendo un misterio que evidentemente tiene un trasfondo satánico detrás, pero que deja espacio para jugar un poco con el tema de la violencia existente en el país tanto para añadir cierta crítica social como para tratar de despistar al espectador.

Es llegando a la mitad cuando las cosas empiezan a descomponerse, en parte por los elementos hollywoodescos que se incluyen, aunque en gran medida porque la trama entra en terrenos religiosos a los que cuesta trabajo tomarlos en serio.

De pronto algo que se sustentaba en cultos se vuelve una batalla milenaria del bien contra el mal que simplemente nunca fluye como debería y con tanta explicación provoca que el ritmo vaya disminuyendo de manera progresiva. Haciendo así que el segundo acto no solo sea aburrido, sino que por momentos parezca que estás viendo una película totalmente distinta a la de la primera hora. En la cual se trata de generar más terror por medio de elementos convencionales y no tanto por las situaciones perturbadoras que proporcionaban fuerza de manera orgánica.

Para nuestra suerte la parte final logra recomponer un poco las cosas al ofrecer un exorcismo que utiliza ciertos elementos únicos improvisados para poder llevarse a cabo. Brindándole así la espectacularidad, sangre y potencia necesaria a un cierre que deja buenas sensaciones a pesar de los problemas previos.  

Las actuaciones están bien, Joaquín Cosio no lo hace mal con un papel bastante atípico para él y Tobin Bell (Vasilio Canetti) sobrelleva un personaje que no le exige demasiado. La producción es de buena factura: el trabajo de fotografía cumple, la dirección de arte está bien cuidada, el score está ok, el trabajo de sonido es limpio, los efectos no son precisamente los mejores cuando se recae en el CGI y la labor de maquillaje es sólida.

Opinión final: Belzebuth está aceptable. Película con altibajos muy marcados que pueden ver un día que no tengan muchas cosas que hacer.

Ojometro:
***