martes, 24 de septiembre de 2019

Crítica: Midsommar (2019)


Película escrita y dirigida por Ari Aster (Hereditary). Se estrenó en cines dentro de los Estados Unidos durante el mes de julio, mientras que en México hizo lo propio apenas el pasado 20 de septiembre. Recaudando hasta la fecha $36 millones de dólares en taquilla a nivel mundial.

Sinopsis:

Un grupo de amigos son invitados a pasar el verano en un festival dentro de una remota villa en Suecia. Al inicio parece que todo será un viaje llenó de placeres en la tierra de la luz eterna, pero pronto las cosas tomarán tintes siniestros cuando los pobladores empiecen a realizar actividades impactantes difíciles de creer.



Comentarios generales:

El año pasado Ari Aster irrumpió dentro del género de terror de manera explosiva con una película que algunos amaron y otros odiaron, pero que a nadie le fue indiferente. Ante esto obviamente su siguiente trabajo sería uno muy esperado gracias a que quedó bastante claro que su manera de hacer cine no es algo convencional y además muchos queríamos saber si lo de “Hereditary” no fue solo un golpe de suerte, pero después de ver Midsommar cualquier duda de mi parte ha sido eliminada.

Obvio con esto no quiero decir que a quienes no les gustó su trabajo previo ahora lo vayan a amar, para nada; de hecho, creo que difícilmente eso va a cambiar debido a que el director en está ocasión incluso reta mucho más al espectador con una historia que, irónicamente, es hasta cierto punto más convencional. Esto porque aquí en verdad se toma su tiempo para desarrollar lo que quiere contar, empezando por un extenso prólogo que se encarga de añadir sustancia a los personajes principales y expone de manera concisa el drama en el que se van a sustentar gran parte de sus acciones dentro de la villa.

Una villa que se podría decir que es un personaje por sí misma, ya que una vez que se trasladan las acciones a Suecia esta se vuelve una experiencia bastante surrealista ante tanta vida y colores que la rodean, contrastando así con lo que normalmente se esperaría considerando que se elimina un elemento fundamental dentro del género como lo es la oscuridad. Lo cual parece exótico, pero conforme van pasando los minutos esa belleza empieza a resultar inquietante ante el comportamiento de los habitantes, proporcionando así misterio y acumulando poco a poco unos niveles de tensión enormes que en cualquier momento pueden explotar.

Y créanme, cuando lo hacen es de la manera más brutal posible. No se guardan nada, todo es muy explícito e incluso grotesco, desatando así una oleada de rarezas dentro de una dinámica en la que se van revelando las excentricidades de esta comunidad por medio de situaciones cargadas de humor negro en las que no solo el timing es impecable, sino también la manera en la que se encuentran diseñadas para generar shock en el espectador sin que se pierda ese hipnotismo logrado por el aspecto visual que las envuelve.

Así las cosas avanzan de manera fluida y sin demasiados puntos muertos que puedan resultar problemáticos con el tiempo de duración, dejando el camino preparado para una parte final un tanto predecible, pero que ejemplifica la locura y la destrucción mental/emocional a la perfección. Donde el impacto es profundo ante la perturbadora naturaleza que existe detrás de los eventos y, sobre todo, se le da un cierre con muchísima fuerza a la problemática establecida desde el inicio.

Con respecto a las actuaciones quien se lleva las palmas es Florence Pugh (Dani) gracias a un personaje que es antipático por naturaleza, pero cuya destrucción progresiva es tremenda de ver y poco a poco va generándote cierta empatía. Mención aparte merecen todos los miembros de la villa, quienes desde el primer instante corren el riesgo de resultar caricaturescos; sin embargo, estos logran mantener un equilibrio adecuado y logran que su comportamiento, si bien por momentos te genere alguna risa, casi siempre te resulte perturbador o incomodo.

La producción es de grandísima factura: el trabajo de fotografía es magistral, la dirección de arte tiene un gran lujo de detalle, el score es bueno, el trabajo de sonido impecable, los efectos prácticos son estupendos y la labor de maquillaje cumple con lo necesario.

Opinión final: Midsommar es una gran película, de lo mejor de 2019. Un viaje brutal de emociones que sin duda no es para todo el mundo y generará mucha polémica.

Ojometro:
*****