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lunes, 18 de octubre de 2021

Crítica: Halloween Kills (2021)

Secuela directa de la película de 2018 dirigida por David Gordon Green, quien además comparte créditos como co-escritor del guión junto a Scott Teems y Danny McBride. Se estrenó en cines tanto en México como los Estados Unidos el fin de semana pasado, recaudando $55.8 millones de dólares en taquilla a nivel mundial.

Sinopsis:

Después de sobrevivir al incendio planeado por Laurie Strode (Jamie Lee Curtis), Michel Myers sigue con su sed de sangre en la noche Halloween. Aterrando nuevamente a toda la comunidad de Haddonfield, quienes están dispuestos a pelear para acabar con el mal que los ha marcado durante los últimos 40 años.


Comentarios generales:

Después del más que exitoso regreso de la franquicia en 2018 era casi un hecho que Halloween Kills tendría que cargar con un peso enorme para hacerle seguimiento a lo logrado por David Gordon Green y compañía, convirtiéndola probablemente en la película con mayores expectativas dentro del género en 2021. Las cuales además eran sumamente variadas debido a que cuando se trata de Halloween cada quien tiene un gusto diferente debido a que así como hay quienes prefieren el enfoque más simple de hace tres años, también hay quienes solo quieren ver muertes al por mayor y eso vuelve complicado satisfacer a todo mundo.

Por eso resulta interesante ver que para esta secuela el enfoque utilizado por Gordon Green sea uno totalmente distinto a lo que hizo anteriormente, ya que ahora se enfoca precisamente en el caos alrededor de Michael Myers para apelar a la audiencia que quiere ver un slasher más estándar y utilizar dicha simpleza como la vía para darle mayor peso en la historia a la manera en la que comunidad de Haddonfield lidia con su trágico pasado y su aterrador presente.

Algo que se puede notar desde un primer acto que añade nuevo contenido con respecto a los sucesos que ocurrieron en 1978 y que unen de manera muy orgánica con los actuales para ir re-introduciendo a personajes que regresan, mientras que a su vez se le da rienda suelta a nuestro inexpresivo asesino. Quien realmente en esta ocasión se vuelve el centro de atención por medio de masacres que resultan espectaculares gracias al lujo de violencia con el que cuentan y que lo establecen como un ser omnipotente que puede desestabilizar a todo un pueblo solo por su nombre y lo que este representa.

Lo cual hace que poco a poco se vaya acumulando tensión hasta que en determinado punto explote y eso provoque inmediatamente que las acciones impulsadas por el miedo de los pobladores se vuelvan todavía más frenéticas, incrementando el ritmo de manera importante para que sea precisamente esa sensación de caos el principal sustento de una segunda mitad de la película que no brinda respiro alguno. Aunque al darle más prioridad a este aspecto también se termina sacrificando un poco el desarrollo de la historia de Laurie, Karen y Allyson, quienes por momentos incluso se sienten como personajes secundarios cuando, en teoría, ellas tendrían que ser las encargadas de acabar con todo esto.

Situación que resulta complicado dejar pasar de largo y que lleva a un lapso de instabilidad en las acciones, sobre todo por algunos comportamientos de la gente del pueblo que pueden llegar a ser un tanto ridículas o con poco sentido; sin embargo, durante la parte final se destaca un aspecto importante ligado a Michael Myers que justifica el hecho de que Laurie no esté cerca para hacerle frente (ligado con lo que vimos en la de 2018) y por lo consiguiente tenemos un desenlace distinto al que probablemente muchos esperaban. Donde nuevamente el nivel de violencia está a tope para proporcionar impacto visual y que deja un cierre interesante para lo que será la próxima entrega.

En el tema de las actuaciones no tenemos a alguien que destaque de manera individual, ya que ahora el elenco se expandió significativamente y todo se trata de darle relevancia a los actos de la comunidad como tal. Aunque Jamie Lee Curtis, Judy Greer y Anthony Michael Hall (Tommy Doyle) tienen buenos momentos.

Y con respecto a la producción, la factura es impecable: el trabajo de fotografía es bueno, la dirección de arte está bien cuidada, el score es fabuloso nuevamente, el trabajo de sonido es espectacular, los efectos son de primer nivel y la labor de maquillaje resulta efectiva.

Opinión final: Halloween Kills se me hizo bastante divertida. Secuela más violenta y caótica que expande el mito de Michel Myers como nunca antes.

Ojometro: 
****

domingo, 21 de octubre de 2018

Crítica: Halloween (2018)


Secuela directa del clásico de 1978 dirigida por David Gordon Green, quien comparte créditos como co-escritor del guión junto a Danny McBride y Jeff Fradley. Se estrenó dentro de los Estados Unidos y México este pasado 19 de octubre.

Sinopsis:

Laurie Strode (Jamie Lee Curtis) se prepara para su confrontación final con Michael Myers, la figura enmascarada que lleva atormentándola desde que ella apenas escapó con vida de su ola de asesinatos en la noche de Halloween hace cuarenta años atrás.



Comentarios generales:

Cuando se trata de Halloween suelo ser increíblemente quisquilloso debido a que es mi película favorita y todo lo relacionado a esta lo he tratado con pinzas desde siempre. Es por eso que cuando se anunció este nuevo proyecto me encontraba escéptico, al final de cuentas hablamos de una franquicia que ha tenido más puntos bajos que altos y que parecía ya no tener futuro; sin embargo, conforme se fueron revelando detalles esta nueva entrega se volvía cada vez más atractiva y para nuestra fortuna cumple de manera sobresaliente al ofrecer lo que, en teoría, es un nuevo inicio.

Y lo hace de la manera más inteligente posible gracias a que Gordon Green regresa a las bases que en su momento Carpenter estableció, al darle prioridad a lo básico en lugar de tratar de sobre elaborar un tema al que claramente lo beneficia más la simpleza. Estableciendo desde el primer instante que Michael Myers es la maldad pura, que su deseo de matar es impulsado por eso y que no hay nada más que explicar al respecto; generando así rápidamente el camino a seguir para eliminar del canon a las secuelas que fallidamente trataron de hacerlo y, de paso, empezar a contarnos una historia que es prácticamente la misma que en 1978 con una notable diferencia.

Obvio esa diferencia es el personaje de Laurie Strode, quien ahora vive obsesionada con Myers y es la única que entiende a la perfección su naturaleza al grado de que ha hecho pedazos su vida para mantenerse en su propio mundo de alerta constante. Sirviendo así como el hilo conductor durante un primer acto en el que ciertamente no pasan grandes sobresaltos, pero que te suelta lo necesario sobre el drama familiar y prepara el camino para el caos que está por venir sin demasiadas prisas; dosificando todo para que cuando el mítico asesino haga su movimiento este resulte salvaje.

Y es que si bien la película le da más relevancia al misterio, cuando pretende añadir impacto no se guarda nada. Varias de las muertes en cámara agregan el nivel de intensidad y sangre necesaria para compensar a las que se dan fuera de esta durante un segundo acto que, además, nos presenta sutiles referencias a las ahora ignoradas secuelas y hace sentir a Myers como una amenaza casi omnipotente por medio de cosas tan sencillas como ocultarlo entre la oscuridad.

Hasta aquí las cosas van muy bien, por ahí existen algunos detalles que no funcionan (cierto humor y escenas random como una plática sobre un sándwich), pero es el enfrentamiento final la que la eleva a algo más. Con Laurie transformando su “jaula” en una verdadera trampa con la cual vuelve a demostrar que solo ella entiende a ese mal andante y en donde se dan los momentos más tensos de toda la película, los cuales se ven complementados con varios guiños a la original re- imaginados de manera perfecta.

En las actuaciones es bastante sólida, pero evidentemente quien resalta es Jamie Lee Curtis con un papel que conoce como la palma de su mano y no decepciona con este nuevo enfoque obsesivo. La producción es de gran factura: el trabajo de fotografía es estupendo, la dirección de arte sólida, el score (cortesía del propio Carpenter) es genial, cuenta con un trabajo de sonido excelente y tanto los efectos como la labor de maquillaje cumplen. 

Opinión final: Halloween es una de las mejores películas de 2018. Una tan necesaria reinvención que regresa a la franquicia a sus bases para ofrecer una experiencia que no decepcionará a los fans.

Ojometro:
*****