viernes, 17 de febrero de 2017

Crítica: Split (2017)


Película escrita y dirigida por M. Night Shyamalan (The Sixth Sense, The Visit). Se estrenó en cines dentro de los Estados Unidos y en algunos otros países a finales de enero, mientras que aquí en México hizo lo propio este 17 de febrero. Recaudando hasta la fecha $172.2 millones de dólares en taquilla a nivel mundial.

Sinopsis:

Tres jóvenes son secuestradas por Kevin (James McAvoy), un hombre a al que se le han diagnosticado 23 personalidades distintas y del que tratarán de escapar antes de que su aterradora personalidad 24 emerja.



Comentarios generales:

Para nadie es un secreto que M. Night Shyamalan es, sin lugar a dudas, uno de los directores más polémicos de la actualidad y cada película suya recibe el mayor nivel de escrutinio posible tanto de sus fans como de sus detractores: los primeros bajo la esperanza de que pueda regresar a lo que alguna vez fue, mientras que los segundos simplemente quieren verlo fracasar como ha sido una constante en los últimos 15 años. Con él no existe un punto medio y Split no será la excepción, ya que desde el trailer se notaba que iba a ser otro trabajo polémico; uno que al final debo de decir que superó mis expectativas e incluso me vendió la idea de que, tal vez, sea el regreso al buen camino del nacido en la India.

Esto porque Shyamalan nos trae una historia que no es precisamente un monumento a la originalidad en su idea base, pero que al sustentarse en un personaje tan complejo y fascinante como al que le da vida McAvoy termina sintiéndose como algo fresco que con el paso de los minutos va mutando poco a poco de un thriller a una auténtica película de terror.

Con un primer acto que muestra más cosas de lo que uno esperaría en este lapso, no solo por la revelación de las múltiples personalidades, sino también por la manera en la que las chicas actúan para tratar de salir rápido de su problema y no seguir la típica fórmula de una larga tortura psicológica ante la cual están indefensas. Aquí, al menos de inicio, todas muestran iniciativa y eso ayuda muchísimo para establecer lo peligroso que es su captor.

Para el segundo acto el ritmo disminuye un poco, principalmente porque es a partir de aquí cuando se empiezan a tocar de manera mucho más clara los motivos por los cuales estas chicas fueron secuestradas. Realmente hasta este punto uno no sabe cuáles son las verdaderas intenciones de Kevin y todo se basa en mera especulación sobre cuál de sus personalidades podría ser la verdadera responsable, lo cual ciertamente brinda un misterio interesante, pero también provoca que la película caiga en un periodo de repetitividad que no beneficia demasiado al desarrollo y vuelve un tanto aburrida la explicación sobre la personalidad 24.

Sobre la parte final es complicado hablar sin spoilers. Lo único que puedo decir es que es un cierre con bastante fuerza, completamente alejado de lo que uno hubiera esperado al inicio y que además presenta algo que jamás me pasó por la cabeza.

En cuanto a las actuaciones se trata del show absoluto de James McAvoy (aunque Anya Taylor-Joy también hace una buena labor). No llega a presentar las 23 personalidades, pero con las cuatro predominantes y al menos otro par logra ofrecer una actuación soberbia; dándole un sello único a cada una que permite perfectamente diferenciarlas con cosas tan básicas como una simple expresión facial y generar así momentos únicos bajo diferentes circunstancias.

La producción en general no es muy ostentosa, pero es de buena factura: el trabajo de fotografía es bastante bueno, la dirección de arte está bien cuidada, el score es sólido, el trabajo de sonido sin fallos, los efectos son muy discretos y la labor de maquillaje solo se utiliza para cosas puntuales no muy llamativas.

Opinión final: Split es una buena película. No creo que quede exenta de polémica, pero definitivamente es lo mejor que ha hecho Shyamalan en años.

Ojometro:
****  

martes, 14 de febrero de 2017

Crítica: Bornless Ones (2017)


Película escrita y dirigida por Alexander Babaev, la cual significa su primer largometraje. Se estrenó directamente en VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 10 de febrero, pero todavía no hay información sobre si saldrá en formato físico.

Sinopsis:

Con la ayuda de sus amigos, Emily (Margaret Judson) se muda a una casa remota para poder cuidar mejor de su hermano con parálisis cerebral. Lo que ellos no saben es que esa casa guarda un aterrador secreto que los empezará a acosar uno por uno hasta poder quebrarlos física y mentalmente.



Comentarios generales:

El que una película utilice fórmulas antiguas últimamente es algo satanizado por muchos, pero lo cierto es que eso no significa que esta sea automáticamente mala o no sea capaz de ofrecer algo entretenido con pequeños toques que le brinden una identidad propia. Lo cual ciertamente parece complicado de lograr si la historia en cuestión es sobre posesiones, pero en el caso de Bornless Ones puedo decir que si ofrecen algo con ese sello particular que la vuelve disfrutable sin ser precisamente muy original.

Siendo esto posible gracias a que lo que nos regala Babaev es una historia que, si bien se centra en un concepto básico conocido, también se construye en base a una situación familiar que presenta cierta complejidad para los personajes y que además juega un papel fundamental en la manera en la que se desarrolla todo esto. Ya que es por medio de la condición física de Zach que se justifica la presencia de los demonios, generando así un primer acto que no resulta tan simple como las típicas fiestas de fin de semana habituales y cuyo lento avance logra establecer de manera sólida todos los misterios que rodean a la casa para que estos vayan siendo revelados poco a poco conforme pasen los minutos.

Lo cual ocurre sin muchos contratiempos pasada la media hora de metraje y que además se da mediante una serie de sucesos desencadenados por posesiones que resultan mucho más violentos de lo que uno se imaginaria. Presentando un nivel considerable de crudeza y sangre sin llegar a algo excesivo como para querer sustentar todo lo que ocurre solo en el shock barato que podría proporcionar un gorefest; donde además se van soltando más detalles con respecto al pasado de los personajes que los dejan vulnerables ante la amenaza y los quiebran mentalmente para empezar a generar así conflictos entre estos.

La parte final es bastante intensa. El director se sigue valiendo del impacto visual para lograr muchos objetivos, pero también se toma su tiempo para explicar claramente la manera de salir del problema y en base a esto construir momentos efectivos que no solo justifiquen la violencia, sino que además puedan solidificar la postura del personaje de Emily ante una situación que bien podría dejar que la consuma fácilmente.

Las actuaciones no están nada mal, curiosamente Judson es la más floja pero el resto del elenco hace una labor bastante buena, especialmente en sus roles de poseídos. La producción es de buena nota: tiene un trabajo de fotografía acertado, la dirección de arte es simple, el score es sólido, el trabajo de sonido es bueno, los efectos son en su mayoría prácticos bien hechos (aunque si hay algo de CGI) y la labor de maquillaje es destacada.

Opinión final: Bornless Ones me gustó. Es una buena película de posesiones cuya única intención es entretener y lo logra de manera adecuada.

Ojometro:
****

viernes, 10 de febrero de 2017

Crítica: Stake Land 2: The Stakelander (2017)


Secuela dirigida por Dan Berk y Robert Olsen, cuyo guión fue escrito por Nick Damici. Se estrenó en VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 7 de febrero y su salida en formato físico está programada para el 14 de este mismo mes.

Sinopsis:

Cuando su casa en el Nuevo Eden es destruida por la revitalizada Hermandad que ahora es dirigida por un nuevo líder vampiro, Martin (Connor Paolo) se embarca en un viaje por lo que queda de los Estados Unidos para encontrar al que alguna vez fue su mentor: el legendario cazador de vampiros conocido únicamente como “Mister” (Nick Damici).



Comentarios generales:

La primera Stake Land tomó a todos por sorpresa hace siete años debido a que realmente nadie se imaginaba que un proyecto tan pequeño resultaría ser en una de las mejores películas sobre vampiros de los últimos 20 años. Así que cuando se anuncio una secuela con el elenco original y con Damici nuevamente involucrado en la elaboración del guión me emocione ante la idea de ver una continuación que hasta hace no mucho parecía poco probable; realmente la mesa estaba servida para ver una buena segunda entrega y aunque Stake Land 2 no le llega a los talones a la primera, si resultó ser bastante agradable.

Esto se debe a que Bery y Olsen se dedican a regalarnos una historia que, además de seguir varios de los conceptos que se establecieron en la anterior, se centra mucho más en la evolución de los dos personajes principales después de tantos años; especialmente en el caso de Martin. Ya que básicamente todo el primer acto se realiza bajo la premisa de mostrarnos su adaptación dentro de este mundo hostil y sobre cómo puede valerse por sí solo en situaciones extremas, pero todavía sin la maduración suficiente como para enfrentar amenazas mayores y por eso mismo necesita reencontrarse con su mentor.

Proposito que le da vida a todo el segundo acto. El cual se beneficia mucho del reencuentro y de la química natural entre ambos personajes, pero que sigue una dinámica un tanto distinta debido a que ahora es el joven quien debe de proteger al Mister de las amenazas que los persiguen y tratar de comprender ciertos comportamientos que no parecen propios de él. Algo que ciertamente no me desagradó; sin embargo, al seguir esta dinámica el nivel de violencia de las acciones no es tan intensa como uno esperaría y por varios lapsos hace que la película caiga en situaciones predecibles que la vuelven un tanto lenta.

Lo que si no me gustó fue el hecho de que los villanos son poco interesantes. La hermandad queda reducida a puros sirvientes desechables y el nuevo líder de los vampiros solo aparece unos cuantos minutos sin hacer nada que lo haga especial. 

La parte final es entretenida a pesar de que la explicación que hay detrás para justificar el conflicto la encontré un tanto pobre. No porque sea descabellada, sino porque realmente solo son migajas lo que se te muestra como para involucrarte de manera tan profunda en este; aunque toda la batalla final quedo bien y el desenlace les hará recordar un poco al de la primera.

En las actuaciones ahora es Paolo quien recibe más tiempo en pantalla y ciertamente no lo hace nada mal, mientras que Damici sigue en la línea conocida. La producción no varía mucho con respecto a la anterior: el trabajo de fotografía cumple, la dirección de arte está ok, el score es agradable, el trabajo de sonido es limpio, los efectos están bien hechos y la labor de maquillaje es un poco más austera.

Opinión final: Stake Land 2 es una película entretenida. Está muy lejos de su predecesora, pero logra darle un buen seguimiento a esta pequeña historia.

Ojometro:
****

martes, 7 de febrero de 2017

Crítica: Don't Knock Twice (2017)


Película dirigida por Caradog W. James, cuyo guión fue co-escrito por Mark Huckerby y Nick Ostler. Se estrenó en Rusia a inicios del mes de enero y luego hizo lo propio dentro de los Estados Unidos por medio de VOD el pasado 3 de febrero. Su salida en formato físico está programada para el próximo 12 de mayo.

Sinopsis:

Una madre desesperada (Katee Sackhoff) por reconciliarse con su problemática hija se ve envuelta en una antigua leyenda urbana sobre una aterradora bruja.  



Comentarios generales:

Las películas centradas en leyendas urbanas son de lo más común dentro del género, ya sean parte del folklore de una determinada cultura o creadas exclusivamente para los propósitos de la historia que se piensa contar. Por lo general son una vía fácil y efectiva de lograr dinero, pero eso provoca que también sea complicado el poder generar algo original debido al exceso de esta clase de propuestas, algo con lo cual Don't Knock Twice tenía que lidiar y que, en términos generales, creo que logra superar.

Realmente lo que nos trae Caradog no es una historia compleja, incluso me atrevería a decir que la leyenda urbana que presenta es de las más básicas que uno puede imaginar, pero es la manera en la que este logra ir construyendo todo en torno a la ríspida relación entre madre e hija que la vuelve interesante. Ya que el primer acto es una combinación de los problemas que aquejan a Chloe por amabas direcciones; donde tiene que lidiar con el hecho de que no confía en su madre, pero a la vez tener que aceptar que estar con ella es la única opción que le queda para tratar te protegerse de lo que la persigue. Generando así varios momentos bastante interesantes que ponen en evidencia la tensión que se siente entre ellas y que, al menos de entrada, proponen un escenario de vulnerabilidad muy importante.

Para el segundo acto el director aprovecha dicha vulnerabilidad para construir poco a poco una atmósfera tétrica y, sobre todo, una serie de sustos efectivos para brindarle mucho más fuerza a la amenaza. La cual obliga a las dos protagonistas a realizar acciones bastante coherentes para tratar de combatirla, pero que no son suficientes y eso hace que el espectador se vaya involucrando mucho más en todo lo que ocurre en pantalla para saber cómo diablos le harán para librarse de algo que las puede seguir a todas partes y que logra quebrar emocionalmente a ambas; poniendo así en jaque una relación que va mejorando en base a la confianza.

La parte final es en la que flaquea, no porque sea mala, sino porque la manera en la que está estructurada provoca que ciertas cosas no tengan demasiado sentido en un inicio. Aquí es donde se combina el mundo real con el fantástico de manera más importante y eso provoca las posibles confusiones, aunque con el desenlace la mayoría de las dudas que se pueden llegar a tener son contestadas.

Las actuaciones están bastante bien; Katee Sackhoff en su rol de madre en recuperación es quien se lleva los reflectores, pero Lucy Boynton (Chloe) también hace un gran trabajo para ser el mejor complemento posible. La producción es de buena nota: el trabajo de fotografía es muy bueno, la dirección de arte cumple, el score es sólido, el trabajo de sonido bien cuidado, los efectos son decentes y la labor de maquillaje es muy básica.

Opinión final: Don't Knock Twice es una película aceptable. Realmente no aporta nada nuevo, pero les hará pasar un buen rato. 

Ojometro:
***