martes, 11 de diciembre de 2018

Crítica: Hell Fest (2018)


Película dirigida por Gregory Plotkin (Paranormal Activity: The Ghost Dimension), cuyo guión fue co-escrito por Seth M. Sherwood, Blair Butler y Akela Cooper. Se estrenó en cines dentro de los Estados Unidos durante el mes de septiembre, mientras que en México hizo lo propio el pasado 6 de diciembre. Recaudando $17.4 millones de dólares en taquilla a nivel mundial.

Sinopsis:

Un asesino serial enmascarado convierte un parque de diversiones de terror en su propio patio de juegos, aterrorizando a un grupo de amigos mientras el resto de las personas creen que todo forma parte del show.



Comentarios generales:

No es algo común que dos películas con prácticamente el mismo concepto y nombre se estrenen casi de manera simultánea, situación que ocurrió en este 2018 con Blood Fest y Hell Fest. Una peculiaridad sin duda llamativa, pero que terminó afectando en cierta medida a ambas debido a que muchas personas no sabían que se trataba de producciones distintas, siendo la segunda la que corrió con peor suerte. Esto a pesar de que es la mejor.

Y es que Plotkin nos pone sobre la mesa un slasher hecho y derecho que está planeado para satisfacer a los fans de dicho subgénero de principio a fin, sin buscar ofrecer nada rebuscado o cambiar la fórmula; simplemente quiere entretener y a mi juicio lo logra de manera exitosa. Ya que la forma en la que presenta la historia es la adecuada, apegándose en un inicio a lo visual con este parque temático que mantendrá al espectador atento a los detalles y a algunas referencias mientras se va desarrollando el asecho por parte del asesino.

Uno que ciertamente puede resultar algo tedioso, pero que conforme van pasando los minutos se vuelve más directo y eso poco a poco va incrementando la sensación de riesgo, sobre todo por la manera en la que sus apariciones se complementan con las atracciones del parque. Haciendo así que las cosas fluyan con un buen ritmo y estableciendo un escenario con muchísimas desventajas que vuelven complicado para este grupo de jóvenes identificar el peligro que viven, ya que el director realiza un buen trabajo en la construcción de situaciones en las que parece que les espera un destino fatal y que solo forman parte de las actividades del parque. Jugando así con las emociones y añadiendo de paso una buena dosis de tensión.

La parte final en verdad me gustó, es bastante buena. Finalmente se expone la situación, hay más sangre y empieza el caos; aunque lo que hace de esta parte tan entretenida es la persecución definitiva gracias a que una vez más se utiliza el escenario de gran manera para el beneficio de las víctimas y el asesino. Generando algunos momentos visualmente geniales y haciendo que la confrontación sea mucho más pareja e interesante.

Las actuaciones no están mal, obvio por la temática no existía demasiada complejidad con estos personajes y el elenco los saca adelante incluso teniendo ciertas escenas que rayan peligrosamente en lo caricaturesco; siendo Amy Forsyth (Natalie) quien destaca más. La producción es de buena factura: el trabajo de fotografía es bueno, la dirección de arte espectacular, cuenta con un score agradable, el trabajo de sonido no tiene fallos, los efectos están bien hechos y la labor de maquillaje cumple.

Opinión final: Hell Fest me gustó. Un slasher sencillo y efectivo que te hace pasar un buen rato.

Ojometro:
****

viernes, 7 de diciembre de 2018

Crítica: The Toybox (2018)


Película dirigida por Tom Nagel (ClownTown) y escrita por Jeff Denton, quien además forma parte del elenco. Se estrenó directamente en VOD dentro de los Estados Unidos durante el mes de septiembre, mientras que su salida en formato físico se dio el pasado 24 de octubre.

Sinopsis:

Una familia distanciada planea un viaje por el desierto dentro de una vieja RV, aunque a la mitad de su camino sufren un terrible accidente. Al principio todo es confusión, pero pronto descubrirán que la RV guarda terribles secretos y empezará a matarlos uno por uno.



Comentarios generales:

Películas sobre automóviles poseídos no son algo nuevo, al fin de cuentas tenemos ejemplos como “Christine”, “The Car” o “The Hearse” para recordarnos que dicha idea puede explotarse por más descabellada que parezca. El problema es que esas películas son de décadas más inocentes en las que todo se permitía, pero para los estándares actuales dicha premisa luce realmente ridícula y si no se sabe cómo manejarla de manera adecuada los resultados pueden llegar a ser muy malos. Tal como ocurre con The Toybox.

Un trabajo con el cual Nagel se nota que hace lo que puede considerando las limitaciones de una historia que no brinda el más mínimo contexto sobre lo que hay detrás de la RV y que durante unos 25 minutos solo se limita a poner interacciones familiares sin peso que no ayudan en lo absoluto para establecer un ritmo decente. Uno que se pretende cambiar de golpe por medio de un accidente que está diseñado para mostrar el aspecto sobrenatural, pero también para construir cierto conflicto que cambie la dinámica previa; sin embargo, esto resulta completamente inefectivo debido a que el espectador sigue en blanco con respecto a la RV y porque lo que se supone que debe de ser un momento de gran impacto se queda solo como un suceso pasajero.

Un problema que es recurrente en lo que resta del metraje, ya que aquí las muertes (que son varias) no tienen el peso emocional que deberían al contar con un grupo de personajes planos con los que resulta difícil sentir empatía y porque el director tiene mucha prisa por explotar al vehículo maldito en lugar de construir escenas que perduren. Aspecto que en si no encuentro tan negativo debido a que es con lo que se agrega la violencia, pero que aquí no funciona precisamente porque todo ocurre muy rápido y ante la ausencia de información muchos eventos simplemente carecen lógica.

La parte final tampoco mejora mucho las cosas. De lo positivo que puedo decir es que por fin te brindan respuestas vagas con respecto al espíritu que ha generado todo el caos, aunque fuera de eso no hay nada más que destacar. De hecho, con el desenlace te quedas son la sensación de que lo que viste durante 90 minutos no tuvo importancia.

En las actuaciones lo mejorcito son Mischa Barton (Samantha) y Denise Richards (Jennifer), principalmente porque son las únicas que muestran cierto grado emocional en situaciones que lo ameritan mientras el resto del elenco luce sin vida. La producción tiene sus pros y sus contras: el trabajo de fotografía es sólido, el score resulta un tanto fastidioso, el trabajo de sonido por momentos es irregular, los efectos están bien hechos y la labor de maquillaje es simple. 

Opinión final: The Toybox es mala. Incluso si no tienes problema con su premisa la película simplemente no ofrece nada que valga la pena.

Ojometro:
**

martes, 4 de diciembre de 2018

Crítica: The Possession of Hannah Grace (2018)


Película dirigida por el holandés Diederik Van Rooijen y escrita por Brian Sieve. Se estrenó en cines dentro de los Estados Unidos y México el pasado 30 de noviembre, recaudando $10 millones de dólares en taquilla a nivel mundial.

Sinopsis:

Megan Reed (Shay Mitchell) es una ex policía en rehabilitación que encuentra un trabajo en la morgue del hospital. Dicho trabajo es algo que aparentemente puede manejar sin problemas, pero durante su segunda noche de guardia empezará a vivir una serie de extraños y violentos sucesos después de recibir un particular cadáver. 



Comentarios generales:

El mes de diciembre suele ser de los más complicados para el género debido a que para estas alturas del año ya casi todas las películas relevantes se han estrenado y, salvo que sean de temas navideños, las que restan pasan completamente de noche. Sin embargo, a pesar de esto casi siempre termina saliendo de la nada una última producción para rellenar la cartelera que en ocasiones acaba siendo una sorpresa y The Possession of Hannah Grace parecía que podía ser el ejemplo en este 2018; aunque al final resultó ser todo lo contrario.

Y no es porque sea una película más de exorcismos/posesiones debido a que Van Rooijen nos trae un trabajo con lo que al menos pretende añadir algo nuevo sobre la mesa dentro de esta clase de historias, sino más bien se debe a que nunca parece saber exactamente cómo lograrlo. Esto porque inicia con un exorcismo poco efectivo en el que se suelta demasiada información y luego no le da el seguimiento adecuado, prefiriendo centrase en la vida del personaje de Megan que, al menos durante todo lo que resta del primer acto, es lo que consume el tiempo sin presentar nada particularmente interesante y que hace de esto una experiencia pesada ante el ritmo lento que se implementa.

Uno que no sería tanto problema si con el pasar de los minutos sirviera para ir construyendo buenos momentos de suspenso o por lo menos expusiera de manera interesante lo que hay detrás del cadáver, algo que no ocurre y que por alguna extraña razón el director parece empeñado en guardar lo más que se pueda. Sustentando así gran parte del filme en una dinámica repetitiva muy fastidiosa que solo se corta con eventos puntuales en los que se pretende añadir impacto, pero que ante pésimas decisiones con el trabajo de fotografía resultan incómodos de ver y limitan demasiado el elemento más original con el que cuenta todo el tema de la posesión.

La parte final es lo más decente. Ya que después de estar durante sesenta minutos esperando a que se le dé rienda suelta al demonio aquí por fin pasa y por lo menos se logran construir algunos momentos con buena intensidad que cambian la dinámica previamente mencionada, aunque nunca logran redondear la idea central y terminan por dejar una conclusión abierta a interpretación que te deja con la sensación de que lo ocurrido no tuvo importancia.

En las actuaciones realmente la única que resalta es la de Shay Mitchell y diría que para el revoltijo de cosas sin demasiado sentido que la ponen a hacer cumple sin llegar a ser nada del otro mundo. La producción tampoco tiene muchas cosas que destacar: el trabajo de fotografía es mediocre, la dirección de arte simple, el score es genérico, el trabajo de sonido limpio, los efectos lucen muy pobres y la labor de maquillaje es probablemente lo mejor de la película.

Opinión final: The Possession of Hannah Grace es bastante mala. Película sin pies ni cabeza que no vale la pena.

Ojometro:
**

viernes, 30 de noviembre de 2018

Crítica: Cam (2018)


Primer largometraje del director Daniel Goldhaber, cuyo guión fue escrito por la también debutante Isa Mazzei. Se estrenó a nivel mundial por medio de Netflix el pasado 16 de noviembre, aunque antes de eso la película también tuvo paso por algunos festivales.  

Sinopsis:

Alice (Madeline Brewer) es una ambiciosa camgirl que un día despierta y descubre que ha sido reemplazada de su propio show en internet con una copia exacta de ella misma. 



Comentarios generales:

A pesar de ser una exclusiva de Netflix, Cam ciertamente estuvo rondando muy por debajo del radar a diferencia de otras producciones de dicho servicio y no fue sino hasta hace algunos días que obtuvo notoriedad gracias a sus buenas críticas; en especial la brindada por Stephen King. Esto la puso inmediatamente en el mapa y la verdad me alegra que se diera eso debido a que se trata de una de las propuestas más frescas del año.

Y mucho de ello depende no solo del gran trabajo que realiza tras la cámara Goldhaber, sino también en la manera en la que una ex camgirl como Mazzei presenta su historia, cuyo principal objetivo es nunca mostrar al personaje de Alice como una víctima de sus decisiones laborales.

Algo que se puede percibir desde el increíble intro con el que se añade un nivel de tensión impresionante en los primeros siete minutos, aunque esta no es la constante durante un primer acto que se enfoca principalmente en las metas que nuestra protagonista tiene con su carrera y cómo explota su talento para alcanzarlas hasta que algo le arruina su momento de gloria.

Lo cual es el detonante para iniciar con lo que es en esencia un thriller muy dinámico que por determinados momentos entra en los territorios de The Twilight Zone ante lo inexplicable que resulta todo el tema de la suplantación. Uno que poco a poco va provocando que Alice vaya perdiendo la compostura y tome más riesgos, aumentando así la tensión conforme se va acercando a su objetivo debido a que siempre existe esa sensación de que ante cada nuevo paso que da corre más peligro.

La parte final es probablemente la que deje inconformes a algunos gracias a la revelación sobre lo que hay detrás de la copia, ya que la verdad se sale por completo de lo esperado y no se profundiza demasiado al respecto. Solo ponen la idea sobre la mesa para que la trama siga fluyendo y,  aunque no creo que afecte demasiado, lo cierto es que si deja una sensación de vacío en la conclusión.

En las actuaciones este es el show de Madeline Brewer, quien hace un trabajo estupendo con un personaje que está lejos de ser simple. Por un lado tiene el componente erótico que logra a la perfección, pero además de eso tiene que mostrar distintas facetas que ayuden a involucrarte con su personaje y sentir pena por su situación sin que se vuelva precisamente una víctima indefensa.

La producción es de buena nota: el trabajo de fotografía es bueno, la dirección de arte está bien cuidada, el score está ok, el trabajo de sonido cumple, los efectos son sólidos y la labor de maquillaje discreta.

Opinión final: Cam resultó bastante entretenida. Sin duda una de las mayores sorpresas de 2018.

Ojometro:
****