domingo, 19 de octubre de 2014

Crítica: Don’t Blink (2014)


Película escrita y dirigida por Travis Oates, la cual significa su primer largometraje. Se estrenó de manera limitada en cines dentro de los Estados Unidos el pasado 18 de septiembre, mientras que su salida en formato físico y digital se dio este 14 de octubre.

Sinopsis:

Diez personas arriban a un apartado hotel ubicado en las montañas que para su sorpresa está completamente desierto. Imposibilitados para regresar por la falta de combustible, el grupo decide quedarse para investigar los misterios que rodean ese lugar y los motivos por los que no hay nadie ahí.



Comentarios generales:

Un grupo de jóvenes, un hotel aislado, muchos kilómetros de bosque… Ciertamente las probabilidades de éxito no estaban muy a favor de Don’t Blink si consideramos que todos estos elementos han sido utilizados hasta el hartazgo por un alto porcentaje de trabajos independientes en los últimos años. De hecho, en un inicio di por sentado que esto se trataba de un slasher, pero resultó ser algo completamente diferente y con resultados bastante sorpresivos.

Y es que sin duda Oates en su debut se encarga de traernos un filme al que se le puede describir como muchas cosas, menos como uno común; donde su mayor propósito es llevar la palabra “misterio” a niveles que están mas allá de lo que estamos acostumbrados dentro del género de terror, alejándose de las estructuras convencionales para que cada vez que pase algo uno quiera ver más por el simple hecho de que no te dan ninguna pista sobre lo que está sucediendo o qué (o quien) esta detrás.

Aunque para lograrlo se implementa un ritmo bastante lento durante los primeros dos actos que no le ayuda mucho, volviéndola un poco pesada y por grandes momentos un tanto desesperante ante la ausencia de tensión, sustos, sangre o situaciones que le brinden algo de lógica a lo que estas observando. Más que nada aquí vemos el desarrollo de los personajes y su manera de responder ante una situación atípica que el director nunca pretende esconder.

Es hasta el tercer acto cuando las cosas empiezan a tomar verdadera fuerza y todo el desarrollo previo da frutos; no solo porque hace algunos cuestionamientos interesantes sobre la existencia del ser humano, sino porque la violencia incrementa (no de forma excesiva) y el suspenso alcanza unos niveles muy altos. De pronto ya no es cuestión de saber qué es lo que pasará, sino saber cuándo alcanzará su aterrador destino a estos personajes, lo cual resulta mucho más agobiante de lo que parece.

El final es como una hoja en blanco, donde el espectador es invitado a utilizar su imaginación para tratar de descifrar el misterio. Algo que resulta como un arma de doble filo porque muchos pueden terminar sintiéndose estafados ante la ausencia de respuestas concretas.

Las actuaciones no están nada mal, muchos de los actores apenas reciben algunos minutos en pantalla (incluida Mena Suvari), pero los que terminan siendo los más relevantes logran cosas interesantes; en especial Zack Ward. La producción es pequeña y realmente no creo nada resalte de manera especial: el trabajo de fotografía está ok, la dirección de arte del hotel está bien cuidada, el trabajo de sonido es sólido y todo lo que tiene que ver con efectos/maquillaje es realmente mínimo.

Opinión final: Don’t Blink es una película que agradará o no dependiendo los gustos (y paciencia) de cada quien. No es la gran maravilla, pero brinda un rato agradable.

Ojometro:
***