viernes, 15 de febrero de 2019

Crítica: Escape Room (2019)


Película dirigida por Adam Robitel (Insidious: The Last Key), cuyo guión fue co-escrito por Bragi Schut y Maria Melnik. Se estrenó en cines dentro de los Estos Unidos el 4 de enero e hizo lo propio en México durante el pasado fin de semana. Recaudando hasta la fecha $108 millones de dólares en taquilla a nivel mundial.

Sinopsis:

Seis extraños son invitados a participar en un cuarto de escape por la posibilidad de ganar mucho dinero. Estando ahí se enfrentarán a diversos cuartos con condiciones extremas en los que descubrirán esto es más que un simple juego y tendrán que pelear con sus vidas para poder encontrar una salida.



Comentarios generales:

La verdad es que cuando vi el trailer de Escape Room mi reacción fue de indiferencia, no tanto porque la película se viera mal, sino que simplemente el concepto como tal no me resultaba tan atractivo. Sin embargo, con el pasar de las semanas esto fue cambiando poco a poco debido a las opiniones que fui escuchando sobre que podría tratarse del inicio para una nueva tendencia, eso me generó bastante interés y me alegra que fuera así porque este es un trabajo que vale la pena.

Lo que si dudo es marque algún tipo de tendencia a futuro, aunque claramente puede ser el inicio de una franquicia porque lo que nos trae Robitel está diseñado para eso al ofrecer una experiencia que gira en torno a algo inagotable como es la solución de acertijos. Una idea que no parece tan llamativa pero que no tardan demasiado en vendértela con una introducción potente que solo te provoca querer ver más y más al respecto, ya que con excepción de unos cuantos minutos para presentar a los personajes, las acciones no paran por un buen rato.

Y es que se trata de una historia simple, sin mucha ciencia detrás, que está pensada para que en ningún momento el espectador pueda relajarse ante las situaciones a las que se ve expuesto este grupo de personajes. Todo bajo un ritmo bastante ágil y con un buen diseño de los acertijos que van incrementando los niveles de tensión de manera progresiva conforme estos se van volviendo más elaborados gracias a las temáticas de cada uno de los cuartos, los cuales también empiezan a soltar pistas sobre el pasado de los desafortunados participantes y así dejar en claro que hay algo más grande detrás.

Además, contrario a trabajos similares, aquí no se recae en el uso de la violencia extrema o de litros de sangre para hacer que las muertes tengan impacto. Obvio desde el aspecto visual no resultan llamativas, pero la manera en las que estas se dan es lo que hace que resulten tan efectivas debido a la forma en la que afectan el comportamiento de los sobrevivientes y la manera en la que atacan los problemas.

La parte final es la que evita que el filme alcance un nivel mayor. No es precisamente mala, simplemente contrasta demasiado con la dinámica manejada en los actos previos y elimina casi por completo esa tensión tan bien construida durante cuatro de los cuartos. Todo para ir construyendo un desenlace que deja al aire algunas preguntas en la búsqueda de una posible secuela. 

Las actuaciones están bastante bien, en teoría Taylor Russell (Zoey) es la protagonista pero en realidad es la labor en conjunto la que resalta y hace que las situaciones de peligro funcionen. La producción es de buena factura: el trabajo de fotografía es bastante bueno, la dirección de arte impecable, el score es sólido, el trabajo de sonido es limpio y los efectos son de buena calidad.

Opinión final: Escape Room me gustó. Película bastante entretenida que les hará pasar un buen rato.

Ojometro:
****