viernes, 19 de enero de 2024

Crítica: Destroy All Neighbors (2024)

Película dirigida por Josh Forbes (Contracted: Phase II), cuyo guión fue co-escrito por Mike Benner, Jared Logan y Charles A. Pieper. Se estrenó en VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 12 de enero, pero no hay información sobre si saldrá en formato físico.

Sinopsis:

William Brown (Johan Ray) es un músico frustrado cuyo sueño es terminar su obra maestra de rock progresivo, aunque esto se complica cuando confronta a su nuevo grotesco vecino de nombre Vlad (Alex Winter) y lo termina matando de forma accidental.


Comentarios generales:

Hay películas que al ver su trailer sabes inmediatamente que no tendrás que preocuparte por encontrar tramas complejas o mensajes demasiado profundos, dejándote con la clara idea de que su prioridad es antes que nada divertir. Un propósito simple más no sencillo de cumplir porque se corre el riesgo de caer en lo absurdo rápidamente, algo que para nuestra suerte Destroy All Neighbors logra evitar casi la mayoría del tiempo.

Y es que es evidente que lo traído por Forbes está hecho para no tomarlo muy en serio, aunque durante el primer acto la verdad no es tan sencillo poder asimilar esto porque el humor que se maneja durante este periodo no es el más efectivo. Principalmente porque nuestro protagonista se ve envuelto en situaciones que no destacan por su originalidad y en cierta forma van llevando la historia a terrenos que resultan familiares gracias a otras comedias, dejando el terror de lado salvo por la peculiaridad disruptiva que representa el propio Vlad.

Proporcionando así 25 minutos que se pueden clasificar como decepcionantes, sin embargo, una vez que se da la muerte de Vlad la locura se desata de golpe y las cosas cambian de manera radical. No solo porque significa un incremento en el ritmo durante toda la segunda mitad del filme, sino también porque lleva a la exageración de absolutamente todo lo que se presenta en pantalla y con ello vemos el descenso progresivo hacia la locura de nuestro protagonista por medio de sucesos hilarantes que proporcionan las dosis de sangre necesarias al mezclar de buena forma la comedia física con la violencia extrema.

Llevándonos así a una parte final cuyo mensaje básicamente radica en que cada uno se debe hacer responsable de sus decisiones y no culpar a todos los demás de tus fracasos, pero obviamente bajo un tono muy poco serio. Lo cual deja un desenlace que lleva el tema del rock progresivo a un sitio demasiado exótico con el que se explotan los efectos prácticos y se genera el caos suficiente para que algo como esto pueda funcionar relativamente bien.  

Las actuaciones cumplen con un Johan Ray que logra que su delirio tenga un tono exagerado que jamás fastidia y un irreconocible Alex Winter cuyo pintoresco personaje te deja una impresión importante. Mientras que en producción tenemos una factura cuidada: el trabajo de fotografía es sólido, la dirección de arte no es nada del otro mundo, el score es buen complemento, el trabajo de sonido limpio, los efectos prácticos están bien hechos y la labor de maquillaje es de buen nivel.

Opinión final: Destroy All Neighbors está ok. Película extravagante con la que se van a pasar un rato divertido.

Ojometro:
***

martes, 16 de enero de 2024

Crítica: The Rope Curse 3 (2023)

Película dirigida por Shin-Han Liao (The Rope Curse 1 y 2), cuyo guión fue co-escrito por Keng-Ming Chang y Tzu-Ming Ma. Se estrenó en cines dentro de Taiwán en agosto de 2023, mientras que su estreno a nivel mundial se dio en Netflix el pasado 18 de diciembre.

Sinopsis:                               

Un joven escéptico que aspira a ser estrella del parkour y a la vez es hijo de una familia de exorcistas, se ve atrapado en una serie de eventos aterradores dentro de un misterioso hotel.


Comentarios generales:

La verdad es que mi conocimiento sobre The Rope Curse se debe a que normalmente me aparece en las recomendaciones de Netflix, pero nunca me había llamado la atención. Sin embargo, ante la habitual falta de películas a inicios de año me pareció una buena oportunidad para ver las tres películas existentes y saber por qué sigue vigente en Taiwán, aunque sinceramente creo que The Rope Curse 3 puede ser el límite para muchos curiosos como yo.

Y es que lo que presenta Shin-Han Liao para esta tercera entrega ya se siente demasiado forzado y gracias a ello la historia carece del atractivo que las otras dos si llegan a tener, siendo su mayor apuesta la continuidad que le dan a ciertas cosas de la segunda entrega para que en realidad se sienta más como solo una parte de un evento mayor.

Lo malo es que lo que lleva a ese evento resulta demasiado rebuscado y desde muy temprano las situaciones presentadas no logran generar la tensión necesaria para poder vender la idea sobre que el espíritu que está detrás representa un peligro tan grande. Recurriendo a cierto tipo de comedia que no funciona de buena forma y a una serie de recursos que terminan sobreexplotando dentro del hotel con la esperanza de elevar la tensión a niveles aceptables para tratar que las muertes por lo menos tengan algún impacto significativo.

Todo esto con resultados muy pobres que solo provocan que el visionado se vuelva demasiado aburrido a pesar de que el ritmo como tal no es tan lento y así se vayan exprimiendo los minutos hasta que se llegue a una parte final que juega un poco más con los elementos sobrenaturales. Lo cual hace que el desenlace no sea tan gris debido a su extravagancia por medio de la “danza” de siete pasos y el grado emocional aceptable que eso trae consigo para el protagonista. 

Las actuaciones son mediocres en general, siguiendo los patrones exagerados de muchas otras en el cine de terror asiático pero sin lograr en ningún momento que alguno de los personajes te resulte de interés. Mientras que en producción se nota el presupuesto discreto: el trabajo de fotografía es cumplidor, la dirección de arte no está mal, el score es genérico, el trabajo de sonido resulta efectivo y lo referente a efectos/maquillaje es sencillo.

* Cuenta con una escena post-créditos  

Opinión final: The Rope Curse es mediocre. Secuela absurda que aporta poco o nada a una franquicia poco atractiva.

Ojometro:
**

viernes, 12 de enero de 2024

Crítica: Night Swim (2024)

Película escrita y dirigida por Bryce McGuire, la cual está basada en el cortometraje de 2014 del mismo nombre que co-dirigió junto a Rod Blackhurst. Se estrenó en cines dentro de los Estados Unidos y México el pasado 5 de enero, recaudando hasta la fecha $20.2 millones de dólares en taquilla a nivel mundial.

Sinopsis:

La familia Waller se encuentra en búsqueda de un nuevo hogar después de que Ray Waller (Wyatt Russell) se viera forzado a retirarse del beisbol debido a una enfermedad. Y cuando encuentran la casa ideal con una gran alberca parece que sus vidas van por el rumbo correcto, aunque no se imaginan el terrible secreto que guarda dicho lugar. 


Comentarios generales:

Ya he mencionado en ocasiones anteriores que las ideas que funcionan de buena forma en cortometrajes no siempre se traducen en buenos largometrajes, obvio habrá sus excepciones, pero suele ser complicado ver productos redondos. En gran medida porque dichas ideas están concebidas para no tener un desarrollo tan prolongado por las limitantes de tiempo y en el caso de Night Swim eso se manifiesta de manera evidente.

Esto porque lo traído por McGuire es una historia que se va desinflando conforme tiene que presentar mayor información con respecto a lo que rodea a la alberca, dañando así una propuesta que en un inicio resulta bastante efectiva al explotar al máximo su principal fortaleza. La cual radica en la atmósfera tétrica que logran generar por medio de la propia alberca y las tomas acuáticas que ayudan a establecer de una manera hasta cierto punto original a la amenaza; especialmente cuando se trata de exponer el peligro por debajo del agua.

Una fórmula que después de los primeros 35/40 minutos se vuelve insuficiente para mantener el interés debido a que el trasfondo de lo que ocurre con la alberca jamás parece tener un rumbo definido y además el mostrar el deterioro mental de Ray mientras se cura de su enfermedad no resulta tan intrigante como debería. De hecho, conforme esto va tomando forma el ritmo se vuelve más cansino y los momentos pensados para generar impacto no son lo suficientemente eficaces como para ocultar que en realidad las cosas se estancan ante la carencia de sustancia.

Algo que tratan de solucionar durante una parte final en la que se puede decir que lo logran a secas forzando ciertos detalles, aunque eso no evita que se sienta acelerada. Dejándonos ante un desenlace al que indudablemente le hubiera caído bien una mayor profundización y no solo una explicación exprés, pero por lo menos cuenta con la fuerza necesaria para que la sensación de peligro sea considerable y eso lleve a un cierre frio que encaja de mejor manera con lo presentado.

En cuanto a las actuaciones ciertamente Wyatt Russell cumple con lo que se le pide, pero su transformación en una verdadera amenaza para su familia nunca termina por convencerte del todo. Mientras que Kerri Condon (Eve Waller) por momentos logra ser un buen contrapeso y en otros queda parada como un personaje muy débil con poca iniciativa.

Sobre la producción hay que decir que tenemos una buena factura: el trabajo de fotografía es muy bueno, la dirección de arte discreta, el score es buen complemento, el trabajo de sonido es genial, los efectos están bien hechos y la labor de maquillaje cumple.

Opinión final: Night Swim está pasable. Un concepto interesante que lamentablemente solo se queda en eso.

Ojometro:
***

martes, 9 de enero de 2024

Crítica: The Devil on Trial (2023)

Documental escrito y dirigido por Chris Holt. Se estrenó a nivel mundial en Netflix el pasado 17 de octubre.

Sinopsis:

Usando recreaciones y viejas grabaciones caseras, este documental investiga la aparente posesión de un niño y el posterior asesinato que le siguió. Llevando así al primer caso en los Estados Unidos en donde se utiliza la “posesión demoniaca” dentro de un juicio.


Comentarios generales:

Salvo que estén centrados en alguna figura o franquicia importante dentro del género, ciertamente los documentales de terror no son lo que más me atrae; sin embargo, el caso de The Devil on Trial era distinto debido a que se trata de la historia en la que está inspirada “The Conjuring: The Devil Made Me Do It”. Simplemente había curiosidad por ver la versión no exagerada para propósitos de entretenimiento, aunque al final creo que es mejor quedarse con lo visto en la pantalla grande.

Y es que lo traído por Holt no es precisamente una investigación con la que sientas que estas recibiendo grandes revelaciones y durante gran parte de su duración solo se la pasa prometiendo cosas que nunca llegan. Enfocándose en una posesión que después de los primeros 15 minutos se vuelve poco interesante porque no presentan nada que no sepamos ya gracias a la película y los intentos por generar curiosidad mediante las grabaciones no son lo suficientemente efectivos para que dicho suceso resulte lo desgarrador que debería; de hecho, por medio de estas y la presencia de los Warren empiezan a brotar los cuestionamientos lógicos sobre su veracidad ante las similitudes que existen con los diálogos de algunas películas de exorcismos que ya habían salido para ese entonces (The Exorcist principalmente). 

Provocando con esto que, cuando se empieza a exponer el que supuestamente es el punto más importante del documental (el juicio), este resulte irrelevante debido a que no existen demasiadas pruebas que puedan poner en duda las motivaciones detrás del asesinato y por lo consiguiente el espacio que se le dedica al caso es mínimo. Cayendo así en una repetitividad con la que las cosas se empiezan a volver aburridas e incluso absurdas, hasta que de golpe salen a relucir las verdaderas intenciones detrás de este proyecto: exponer a los Warren.

Algo que no es precisamente nuevo porque su credibilidad siempre ha estado en duda desde que saltaron a la fama, pero aquí se presenta un testimonio fundamental apoyándose en su extraña manera de desenvolverse durante la crisis para que la parte final sea lo más interesante. Además de que le brinda un enfoque más humano a todo esto al dejar en claro que, a pesar de lo que se pueda creer sobre las posesiones o lo paranormal, lo cierto es que aquí hubo varios afectados cuyas vidas jamás volvieron a ser las mismas.   

En cuanto a la producción no hay mucho que recriminar: el trabajo de fotografía es cumplidor, el score complementa de buena forma las recreaciones y el trabajo de sonido es limpio durante todo el metraje.

Opinión final: The Devil on Trial es decepcionante. Documental que pretende investigar una cosa, pero termina enfocándose en otra.

Ojometro:
**