miércoles, 10 de diciembre de 2014

Crítica: Tusk (2014)


Película escrita y dirigida por Kevin Smith (Red State), la cual está inspirada en una historia contada durante un podcast que él mismo conduce. Se estrenó en cines dentro de los Estados Unidos el pasado 19 de septiembre recaudando solo 1.8 millones de dólares en taquilla. Su salida en DVD se tiene planeada para el próximo 30 de diciembre.

Sinopsis:

Cuando el conductor de podcast Wallace Bryton (Justin Long) desaparece durante un viaje por Manitoba, su novia y su mejor amigo van a dicho lugar para poder hallarlo. Lo que no saben es que Wallace probablemente ya nunca será el mismo gracias a la locura de un hombre llamado Howard Howe (Michael Parks).



Comentarios generales:

Sin duda Red State fue un debut sorpresivo por parte de Kevin Smith dentro del género, tal vez no sea la película más original o impactante pero definitivamente hizo que muchos pudiéramos darle un voto de confianza con sus próximos trabajos. Gracias a eso es que Tusk se convirtió en uno de los más intrigantes del año, no solo por ser aparentemente el inicio de una trilogía, sino porque su premisa lucia demasiado loca, ideal para generar una comedia de horror de grandes proporciones gracias al conocido estilo de su director; aunque lamentablemente todo este potencial nunca se ve reflejado.

Y es que después de haberla visto me quedó muy claro el por qué fue un tremendo fracaso en taquilla, ya que lo que nos trae Smith es una historia raquítica cuyo principal sustento se basa en mostrar una situación en extremo bizarra que simplemente no da para más. Con la cual nunca se logra establecer de manera convincente el tono que pretende manejar y provoca que durante gran parte de su duración nunca te quede claro a qué tipo de público quieren atraer: el humor manejado nunca es lo suficientemente controvertido para catalogarla como una comedia negra, mientras que claramente la cuestión del terror es casi inexistente como para poder encasillarla en ese género.

Es como si se quedara perdida en el medio justificándose solo en lo raro, sin ningún otro tipo de merito.

Cuenta con un ritmo estable que ayuda a que no se sienta tan pesada, pero eso termina importando poco cuando uno de los puntos clave (la transformación de Bryton) es dejado fuera de cámara, quitándole así el único momento de genuino interés que se logra generar de manera eficiente por medio del gran esfuerzo de Michael Parks. Lo cual es una lástima porque una vez que se revela todo lo de la morsa el grado de locura presentado en ciertas escenas resulta muy potente y te hace pensar que las cosas subirán de tono; sin embargo, en lugar de eso lo que nos presentan es una búsqueda por demás desangelada que le quita fluidez a la película e incluso termina dejando en segundo plano la idea central.

El final no presenta muchas complicaciones y aunque el humor expuesto por medio del personaje interpretado por Johnny Depp es un tanto estúpido, creo que logra ofrecer una conclusión aceptable.

En las actuaciones sin duda es Parks quien se lleva la mayor atención al ser el responsable de brindar las escenas más significativas en el lado de la locura, pero de ahí en fuera nadie más resalta, ni siquiera Depp con su “súper secreto” personaje. La producción en general tiene buena factura: el trabajo de fotografía y la dirección de arte logran establecer una atmósfera gótica atractiva, el score es sólido y el trabajo de maquillaje no creo que sea espantoso, pero el hecho de que la transformación no se muestre de manera directa le quita ciertos puntos.

Opinión final: Tusk me pareció decepcionante. Probablemente solo la recomendaría para todos aquellos que son fans de toda la vida de su director.

Ojometro:
**