viernes, 11 de noviembre de 2016

Crítica: Km 31-2 (2016)


Secuela escrita y dirigida nuevamente por Rigoberto Castañeda (Km 31, Atrapados). Se estrenó en cines dentro de México el pasado 4 de noviembre, aunque aún no hay información sobre cuándo podría llegar a otros mercados.

Sinopsis:

Siete años después de los sucesos que le costaron su carrera, el detective Martín Ugalde (Carlos Aragón) es contratado por una importante candidata política para que investigue la desaparición de su hijo. Un trabajo en el que, conforme va uniendo las piezas, se dará cuenta que tal vez este ligado con el caso que había estado dispuesto a olvidar.



Comentarios generales:

Independientemente de que no fuera una gran película, Km 31 significo un suceso importante dentro del cine mexicano gracias a que fue la responsable de revivir un género que dentro de la industria nacional estaba completamente olvidado. Así que cuando finalmente se anunció la tan esperada secuela las expectativas fueron considerables; sin embargo, después de 10 años, lo único que te deja Km 31-2 es una sensación de que llegó demasiado tarde.

Esto porque Castañeda sigue mostrando fuertes influencias del cine de terror japonés; uno que, si bien sigue presente, ya no es tan relevante como hace diez años atrás. Construyendo así una historia que durante el primer acto se centra fuertemente en los niños para plantear un misterio un tanto enredado que poco a poco se va desenvolviendo de manera ágil en medio de una atmósfera oscura, la cual juega un papel fundamental para poder solidificar esta mezcla de thriller policíaco supernatural cuyo propósito, al menos durante este lapso, parece ser el alejarse lo más posible de su predecesora.

Algo que termina siendo un gran error, ya que esto trae consigo la integración de varios personajes que rayan en lo caricaturesco, así como situaciones increíblemente forzadas (todo lo que involucra al periodista o reportajes, principalmente) que vuelven bastante difícil el poder generar momentos de suspenso efectivos debido a que cambian por completo el tono de las cosas. Además, el director nos deja con varias situaciones a medias o se tarda demasiado en presentar detalles que hubieran sido muchísimo más efectivos si no tomaran tanto tiempo en desarrollarse; siendo el ejemplo perfecto un larguísimo plano secuencia diseñado para lograr un momento de impacto significativo, pero que pierde efectividad por lo aburrido que se vuelve.

En general el segundo acto tiene un ritmo muy lento que no ayuda y entre tanta elaborada explicación, a la que cada cinco minutos se le integra algo nuevo, las cosas no fluyen de la mejor manera y vuelve obsoletas situaciones que uno suponía que serían importantes.

La parte final es bastante caótica, en gran parte porque es muy evidente que no sabían cómo concluirla. De pronto, todo lo que dio pie a esta situación pasa a segundo término y cuando se pretende generar nuevamente un conflicto en base a esto ya se siente sumamente forzado y como una vil excusa para darle paso a un despliegue de efectos especiales que no resuelven realmente mucho.

De las actuaciones el más destacado es Carlos Aragón, sobre todo porque es el único que logra mantener su personaje en un tono acertado y no cae en el tono caricaturesco de prácticamente todo el resto del elenco. La producción es por mucho su punto más fuerte, de lo mejor que he visto en el cine mexicano últimamente: el trabajo de fotografía es bastante bueno, la dirección de arte está bien cuidada, el score es agradable, el trabajo de sonido cumple y los efectos especiales están bien hechos, salvo por un uso exagerado de CGI al final que no luce particularmente bien.

Opinión final: Km 31-2 resultó decepcionante. Una película con buenos valores de producción, pero que se siente como algo completamente viejo.   

Ojometro:
**

martes, 8 de noviembre de 2016

Crítica: Shelley (2016)


Co-producción entre Dinamarca y Suecia que significa el primer largometraje del director Ali Abbasi, quien además es co-escritor del guión junto a Maren Louise Käehne. Se estrenó de manera limitada en cines y VOD dentro de los Estados Unidos durante el pasado mes de julio, mientras que su salida en formato físico está planeada para el mes de diciembre.

Sinopsis:

Una pareja danesa que vive completamente alejada de la sociedad y que no puede tener hijos hace un pacto con su joven sirvienta de nombre Elena (Cosmina Stratan) para que ella sea quien les de uno. Situación que parece beneficiar a ambas partes, pero las cosas no serán tan sencillas como lo imaginaron.



Comentarios generales:

Cuando te enteras que en una película se hablan cinco diferentes idiomas sabes que no se trata de algo común, mucho menos dentro de un género en donde se reciclan las mismas fórmulas una y otra vez. Es por ello que Shelley me llamaba poderosamente la atención, sobre todo porque el cine escandinavo de terror ha brindado buenos resultados en los últimos diez años, pero al final lo que me encontré fue un trabajo que, en su afán de querer ser tan poco convencional, termina sintiéndose un tanto vacío.

Una situación que parece ser, en parte, el objetivo de Abbasi al situar su historia en un lugar remoto que resulta ideal para impresionantes tomas en exteriores y que permite establecer rápidamente una atmósfera desoladora mientras desarrolla una relación amigable entre Elena y sus jefes. La cual durante todo el primer acto no parece tener nada extraño, pero por alguna razón el espectador siempre tiene la sensación de que dicha pareja no es lo que parece o que guarda algún tipo de secreto satánico detrás; aunque realmente nunca se muestran pruebas contundentes para sustentar dicha postura.

Gracias a eso se cuenta con un nivel de suspenso interesante, sin embargo, para el segundo acto las cosas se vuelven bastante complicadas de seguir debido a que el ritmo utilizado es en verdad muy lento. Todo lo que tiene que ver con el embarazo se siente pesado, sin demasiado contenido interesante como para tenerte agobiado por un deterioro mental y físico de Elena que, al menos en el aspecto visual, resulta llamativo. Simplemente uno sabe que ese bebé no es precisamente una bendición, pero nunca te brindan el material necesario como para justificar lo que ocurre.

La parte final me decepcionó. Considerando el ritmo manejado durante más de una hora no esperaba un cambio radical, pero la nueva problemática que se presenta nunca se siente como algo verdaderamente desgarrador considerando lo que plantea; además de que la terminan tan de golpe que uno se queda con varias preguntas en la cabeza.

Las actuaciones me parecieron bastante buenas, pero sin duda es Stratan la que se lleva la mayor nota; especialmente porque su transformación con el pasar de los meses es bastante creíble. La producción es de gran nivel: el trabajo de fotografía es realmente bueno, la dirección de arte simple, el score está ok, el trabajo de sonido se encuentra muy bien cuidado y toda la cuestión referente al maquillaje es modesta, pero hace un gran trabajo con el deterioro de Elena.

Opinión final: Shelley definitivamente no es para todo el mundo. Película difícil de digerir que agradará a quienes no busquen algo tan convencional. 

Ojometro:
***

viernes, 4 de noviembre de 2016

Crítica: The Evil in Us (2016)


Primer largometraje del director Jason William Lee, quien además es el escritor de guión y tiene una pequeña participación actoral. Salió directamente en DVD dentro del Reino Unido el pasado 10 de octubre, mientras que su llegada a los Estados Unidos y a otros mercados está planeada para 2017.

Sinopsis:

Cuando seis amigos van a festejar el 4 de julio en una remota cabaña, estos se ven envueltos en una terrible situación al consumir una droga diseñada para transformarlos en hambrientos caníbales.



Comentarios generales:

Cuando leí la sinopsis no supe que esperar de The Evil in Us, ya que su premisa lucía tan increíblemente básica que por un momento pensé dejarla pasar de largo; sin embargo, después de ver el tráiler eso cambio. No tanto porque pensara que de la noche a la mañana me encontraría con algo revolucionario, sino porque me llamó la atención el nivel de violencia que pretendían manejar y todo lo que eso podía producir a nivel visual; algo que sin duda es lo que termina dándole cierto valor a una producción que, si hubiera elegido un camino mucho más relajado, sería totalmente intrascendente.

Lo malo es que dicha visión ultra violenta no es algo que se pretenda explotar salvajemente desde un inicio, ya que después de unos primeros cinco minutos brutales que te hacen suponer que estas ante un espectáculo que retará tu estómago, William Lee hace un alto de manera abrupta para centrarse en otras cosas. Las cuales principalmente se ven originadas por la historia tan simple que se maneja y que lo obligan a tratar de añadir un poco más de sustancia al integrar una investigación, así como unas escenas sobre experimentos que parecen no tener ningún tipo de conexión evidente, para que un primer acto diseñado con los convencionalismos de los jóvenes que van a una cabaña remota a festejar y a comportarse como idiotas no se sienta tan pesado (o aburrido).

Realmente no pasa nada relevante sino hasta llegados los 40 minutos, a partir de ahí es cuando las cosas se tornan divertidas, principalmente porque las transformaciones se dan de golpe y gracias a eso el ritmo sufre un cambio radical que no vuelve a disminuir en lo que resta del metraje. Además, la violencia se incrementa y con eso el director tiene los elementos suficientes para realizar un planteamiento visual lo suficientemente atractivo como para que uno se olvide por completo de la raquítica premisa y se vea inmerso en una serie se situaciones cuyos niveles de tensión e impacto son los adecuados para generar una dinámica agradable.

La parte final no cambia mucho la tónica con respecto a todo el segundo acto, lo cual no está mal, pero por momentos si afecta el no tener un poco más de historia para trabajar y eso provoca que la persecución final se torne un tanto repetitiva. Aunque al menos para el desenlace se añade un trasfondo político que le da sentido a las escenas de experimentos previamente mencionadas.

Las actuaciones cumplen, algunas las encontré increíblemente exageradas como la de Ian Collins (John), pero en general van muy acorde con el tono de la película. La producción es sin duda el punto fuerte: el trabajo de fotografía es sólido, la dirección de arte no presenta nada especial, el score es de lo mejor de la película, el trabajo de sonido es bastante bueno, los efectos están muy bien hechos y el trabajo de maquillaje no presenta nada precisamente novedoso, pero cumple a la perfección.

Opinión final: The Evil in Us está ok. Su naturaleza violenta la convierte en un espectáculo entretenido de ver, a pesar de sus evidentes carencias.

Ojometro:
***

martes, 1 de noviembre de 2016

Crítica: Fear, Inc. (2016)


Película escrita por Luke Banett y dirigida por Vincent Masciale, la cual significa el primer largometraje para ambos. Se estrenó de manera limitada en cines y VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 21 de octubre, aunque todavía no hay información sobre su salida en formato físico.

Sinopsis:

Joe Foster (Lucas Neff) es un amante del terror que un día contrata a una empresa que se encarga de hacer realidad tus más grandes temores. Sin embargo, cuando el aparente juego inicia, Joe y sus amigos tendrán que descifrar si dicha empresa está ahí solo para asustarlos o realmente hacerles daño.



Comentarios generales:

Realizar trabajos cuya efectividad se sustenta principalmente en referencias no es algo precisamente sencillo, ya que siempre está latente la posibilidad de caer en la simple copia para ocultar carencias dentro del guión y generar relleno para cumplir con el tiempo necesario de metraje. Un riesgo que con Fear, Inc. existía de manera mucho más elevada gracias a que está inspirada en un cortometraje y por lo cual tome mis debidas precauciones, pero afortunadamente se trata de una película que, sin ser perfecta, logra su cometido de manera adecuada.

Esto a pesar de que Masciale tiene la difícil tarea de lidiar con tonos sumamente distintos todo el tiempo, iniciando de manera potente con una secuencia que establece la idea central de la historia, pero viéndose obligado a cambiar dicha línea por completo cuando se presenta a Joe para a partir de ahí ir construyendo, en base a pura comedia, ciertos problemas que los amantes del terror suelen tener. Una situación que no resulta nada sencilla gracias a que nuestro protagonista es un completo idiota y eso convierte todo el primer acto en uno que seguramente a muchos les costará trabajo digerir gracias a su comportamiento, el cual no permite establecer de manera sólida ciertos acontecimientos destinados para ir incrementando el misterio de lo que ocurre alrededor.

Es ya entrados los 35/40 minutos cuando las cosas adquieren el tono de la secuencia inicial, aunque mezclándolo con dosis de humor cuyo principal propósito es hacerte dudar en todo momento sobre si lo que ocurre es verdad o parte del espectáculo montado por la empresa, lo cual resulta bastante efectivo gracias a que es el propio fanatismo de Joe al notar las referencias hacia ciertas películas lo que vuelve complicado el hacerse una idea clara y eso ayuda a que el giro presentado resulte más efectivo. Uno que cambia por completo la dinámica de la película y le añade un poco más de tensión e impacto, pero que también empieza a alargar de manera innecesaria las cosas al caer en aspectos genéricos que bien se pudieron haber evitado.

Abriendo así el camino para una parte final que no se siente como nada especial, pero que termina presentando no uno, sino dos nuevos giros. El primero siendo uno que después de ciertas situaciones te esperas, pero el segundo si te toma por sorpresa; esto a pesar de que termina sintiéndose como un simple recurso para enderezar el rumbo después de que se pusiera en entredicho toda la premisa básica. 

Las actuaciones están ok, realmente cuesta trabajo digerir la de Lucas Neff por cómo está diseñado su personaje, pero conforme avanzan los minutos te involucras de lleno con él; mientras que Chris Marquette (Ben) hace una gran labor como complemento. La producción es de buena factura: el trabajo de fotografía es bueno, la dirección de arte está ok, tiene un buen score, el trabajo de sonido cumple y tanto los efectos prácticos, como el trabajo de maquillaje, están bien hechos.

Opinión final: Fear, Inc. la encontré entretenida. Película ideal para ver en estas fechas debido a sus referencias y temática.

Ojometro:
***