viernes, 23 de agosto de 2024

Crítica: Alien: Romulus (2024)

Película dirigida por Fede Álvarez (Evil Dead, Don’t Breathe), quien comparte créditos como co-escritor del guión junto a Rodo Sayagues. Se estrenó en cines tanto en los Estados Unidos como en México el pasado 15 y 16 de agosto, recaudando hasta la fecha $121.8 millones de dólares en taquilla a nivel mundial.  

Sinopsis:

Mientras hurgan en los escombros de una estación espacial abandonada, Rain (Cailee Spaeny) y un grupo de jóvenes colonos espaciales se encuentra cara a cara con la forma de vida más aterradora de todo el universo.


Comentarios generales:

Si bien la franquicia de “Alien” no ha sido tan explotada como algunas otras, lo cierto es que el llegar a una séptima entrega complica a cualquiera que pretenda hacer algo con esta y más tras unos 2010s que no dejaron del todo satisfechos a muchos fans con las películas ofrecidas. Por ello es que Alien: Romulus tenía un gran peso a sus espaldas debido a que daba la impresión de que, si no salían bien las cosas, la franquicia corría el riesgo de ser congelada por tiempo indefinido (al menos en cines); sin embargo, tras lo visto es claro que eso no va a ocurrir.

Ya que lo traído por Fede Álvarez regresa a las bases de las primeras dos películas para ofrecernos una historia que se sienta familiar pero a la vez tenga un aire de modernidad como para no caer en lo anticuado. Centrándose nuevamente en un desarrollo dentro de una nave con la se pueda replicar la estética característica de la franquicia, apostar más por un ambiente de peligro constante y lograr generar un tono oscuro que logre potenciar la amenaza que representa el Xenomorfo en todas sus facetas para que no quede relegado a un plano secundario.

Algo por lo cual realmente las acciones avanzan con relativa rapidez desde la primera media hora y gracias a eso ciertas cuestiones personales entre los personajes no son fastidiosas, dándole así el espacio necesario a la amenaza central mientras poco a poco se nos van presentando conexiones con otras entregas. Logrando con esto un buen ritmo que con el pasar de los minutos solo se vuelve más dinámico conforme el Xenomorfo va haciendo acto de presencia, añadiendo momentos de impacto necesarios y también brindándonos cierta información sobre su comportamiento o evolución que no habían sido expuestos en pantalla anteriormente, tales como la forma de detectar a sus presas o cómo madura tan rápido tras salir de su huésped.

Llevándonos así a un segundo acto que, además de estar lleno de sutiles referencias, también presenta un importante dilema entre Rain y su “hermano” Andy que añade un toque emocional a las cosas. Ayudando con esto a que cada momento de riesgo pueda contar con un nivel de tensión adecuado ante las decisiones que tiene que tomar el propio Andy por el bien de la humanidad y con ello se nos muestren algunas de las mejores escenas de acción que dejan en manifiesto el impecable aspecto técnico del filme.

Hasta ahí todo es sobresaliente, sin embargo, con la parte final puede que tengamos lo más divisivo. No tanto porque sea mala, sino porque lo presentado puede considerarse demasiado extravagante y diseñado para satisfacer teorías de los fans; aunque en general creo que es entretenida por la fuerza que le imprime a los minutos finales y porque le da cierta claridad a lo que Ridley Scott puso sobre la mesa con “Prometheus”.

Con respecto a las actuaciones hay que decir que tenemos a un elenco sólido, no espectacular, pero si lo suficientemente competente para sobrellevar las cosas sin muchos problemas. Siendo Cailee Spaeny y David Jonsson (Andy) quienes más destacan por una peculiar relación de “hermanos” que en todo momento se ve puesta a prueba gracias a la naturaleza de ambos.   

Y en cuanto a la producción nos topamos con una factura de primerísimo nivel: el trabajo de fotografía es muy bueno, la dirección de arte impecable, cuenta con un buen score, el trabajo de sonido es espectacular, los efectos son estupendos y la labor de maquillaje está bien cuidada.

Opinión final: Alien: Romulus me gustó bastante. Película que regresa a las bases de la franquicia para ofrecer un espectáculo de gran nivel.

Ojometro:
*****

viernes, 16 de agosto de 2024

Pretty Little Liars: Summer School

El pasado 20 de junio finalizó Pretty Little Liars: Summer School, la segunda temporada de este spin-off de terror que en 2022 dejó un buen sabor de boca a pesar de estar rodeado de muchas dudas al provenir de una franquicia que no está ligada al género y que para esta ocasión llegaba probablemente con un poco más de expectativas precisamente por el recibimiento positivo. Algo que se traducía en mayor presión por darle buena continuidad a la historia y que han sabido solventa, aunque tal vez no con tanta efectividad como hace un par de años atrás.

Sobre el tema de los ratings es difícil saber números concretos al tratarse de una serie transmitida por Max y no se sabe si será renovada para una tercera temporada, pero por lo que ocurrió en el episodio final y algunas declaraciones de sus creadores (Roberto Aguirre-Sacasa y Lindsay Calhoon Bring), no sería raro que sucediera esto.

Aquí me centraré en lo positivo y negativo de la temporada, ya que de lo contrario me extendería demasiado. Así que, si aún no la han visto o no la han visto completa, ES MOMENTO QUE DEJEN DE LEER PORQUE HABRÁ SPOILERS IMPORTANTES.

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LO POSITIVO

Los traumas de Imogen

Probablemente el punto más fuerte de Summer School fue la forma en la que manejaron a Imogen, ya que al darle seguimiento a los traumas provocados por todas las horribles experiencias que vivió se logra convertirla en un personaje mucho más interesante. No solo por la vulnerabilidad mental ante los ataques/amenazas que involucran a Bloody Rose, sino por las situaciones comunes que la hacen explotar y que van forjándole un carácter mucho más fuerte.


Buen manejo del misterio detrás Bloody Rose 

Si algo ha tenido la serie durante estas dos temporadas es que han sabido ocultar de manera efectiva la identidad de sus asesinos y aunque en Summer School descifrar el misterio es más sencillo, lo cierto es que logran tenerte con dudas la mayor parte del tiempo. Logrando así que sea complicado que pienses abandonarla por la simple curiosidad que te genera lo que ocurre.


Continuidad inmediata

Fue una agradable sorpresa ver que la segunda temporada literalmente arranca justo donde se quedó Original Sin, lo cual vuelve muy sencillo el poder involucrarte de lleno nuevamente con la historia y los personajes. Además de que esto ayuda a que la aparición de una nueva amenaza no se sienta forzada y pueda tener una conexión lo suficientemente sólida con “A”.


 Episodios imperdibles:

(1) Chapter Eleven: Spookyspaghetti.com
(3) Chapter Thirteen: Sweet Sixteen
(6) Chapter Sixteen: Hell House
(8) Chapter Eighteen: Final Exam


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LO NEGATIVO

Pocas muertes… otra vez 

Un problema que se tuvo en la primera temporada y que desafortunadamente se volvió a presentar en esta segunda fueron las pocas muertes en pantalla, algo que sin duda termina afectando debido a que estamos hablando de una serie slasher.

Lo peor es que en esta ocasión ni siquiera existió una verdaderamente significativa provocada por Bloody Rose y solo se limitaron a matar personajes de poca importancia o vil relleno. 


La iglesia/culto 

En los primeros episodios parecía que la subtrama de Kelly con esta iglesia/culto tendría mucha importancia; sin embargo, conforme pasaban los episodios se fue perdiendo y en realidad terminó quedándose más que nada como una ridiculez cuyo principal propósito fue ser la vía para mandar un mensaje de tolerancia que no estuvo mal, pero definitivamente no era lo que se esperaba.

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Opinión final: Summer School es cumplidora. Una segunda temporada que solidifica la existencia de la serie sin demasiados cambios y con una idea clara sobre cómo quieren contar su historia, a pesar de que por momentos se puede caer en cosas absurdas o de corte muy adolescente que pueden fastidiar a más de uno. 

martes, 13 de agosto de 2024

Crítica: Deadly Invitations (2024)

Película dirigida por Monika Mitchell, cuyo guión fue co-escrito por Miriam Lyapin y Helen Marsh. Se estrenó directamente en Tubi el pasado 9 de mayo, aunque no se sabe si saldrá en formato físico.

Sinopsis:

Una joven influencer se cruza con una invitación a una fiesta VIP que no era para ella y cae dentro del lado más oscuro de la industria, donde vale la pena matar para guardar los secretos. 


Comentarios generales:

Independientemente de la calidad de estas, lo cierto es que las películas de Tubi son una de las válvulas de escape para algún día que no pueda ver otra de mayor perfil por diversas circunstancias. Simplemente hay muchas opciones y eso es positivo, aunque también es verdad que lo más probable es que te encuentres con algo que apenas cumple con lo mínimo indispensable para considerarlo mirable y ese es el caso de Deadly Invitations.

Un thriller con el cual Mitchell no se rompe la cabeza y solo se limita a llevarlo de la manera más limpia posible debido a que en ningún momento se tienen intenciones de hacer algo que pueda trascender más allá del servicio de streaming gratuito. Poniéndonos frente a una historia cuyas intenciones son mostrarnos el lado oscuro del mundo del entretenimiento por medio de un misterio endeble cuyo sustento es una adolescente rebelde poco carismática, quien nos lleva a determinadas situaciones que no presentan nada interesante y solo tratan de añadir la cantidad de contenido suficiente como para que la primera mitad de la película no se sienta una total pérdida de tiempo.

Una tónica que se mantiene para la segunda mitad, aunque aquí tratan de elevar un poquito la apuesta al incrementar la sensación de peligro que viven tanto ella como su madre, lo cual ayuda a que por lo menos la amenaza resulte más sólida. Lo malo es que esto no se aprovecha de la mejor manera debido a que para este punto ya es muy obvio quién es el asesino y por lo consiguiente todo lo que ocurre se vuelve predecible, provocando así que cada nueva escena que lo involucre se sienta sin relevancia y gracias a eso la experiencia en general resulte increíblemente aburrida ante lo cansino del ritmo que se origina de forma natural.  

Algo de lo que probablemente se dieron cuenta dentro de la sala de edición porque para la parte final aceleran las acciones con la esperanza de ofrecer un desenlace ágil. Sin embargo, la manera en la que construyen lo que se supone es la situación más tensa de todas es terrible y lo que debería de ser un cierre caótico se queda como uno carente de emoción.

Las actuaciones son bastante pobres y probablemente lo único que más o menos sorprende es la presencia de Natalie Brown (Alex). Mientras que en producción tenemos lo esperado de las producciones de Tubi: el trabajo de fotografía es aceptable, la dirección de arte muy básica, score genérico, el trabajo de sonido cumple y todo lo relacionado a efectos/maquillaje es ínfimo.

Opinión final: Deadly Invitations es mediocre. De esas películas desechables de la que no te acordarás en un par de días.

Ojometro:
**

viernes, 9 de agosto de 2024

Crítica: The Exorcism (2024)

Película dirigida por Joshua John Miller, quien comparte créditos como co-escritor del guión junto a M.A. Fortin. Se estrenó en cines dentro de los Estados Unidos a mediados de junio, mientras que en México hizo lo propio el pasado 1 de agosto; recaudando hasta la fecha $7.8 millones de dólares en taquilla a nivel mundial.

Sinopsis:

Anthony Miller (Russell Crowe) es un actor con problemas que empieza a mostrar un comportamiento errático mientras se encuentra filmando una película de terror. Haciendo que su hija adolescente empiece a cuestionarse sobre si está recayendo en sus viejas adicciones o si hay algo más siniestro involucrado. 


Comentarios generales:

Creo que nadie se hubiera imaginado que un actor del calibre de Russell Crowe iba a tener durante su carrera una etapa de películas sobre exorcismos, mucho menos que una de esas películas estaría de algún modo ligada a “The Exorcist”. Y es que más allá de la presencia del actor australiano también contamos con un director cuyo padre es Jason Miller, actor quien le diera vida al personaje del Padre Karras y que indudablemente con The Exorcism pretende contarnos algo más introspectivo e íntimo que una simple película sobre posesiones.

Ya que lo traído por Joshua John Miller es una historia que en términos generales propone un análisis de la relación de Anthony con su hija Lee mientras tiene que interpretar a un sacerdote en un remake que claramente es The Exorcist, pero que por cuestiones legales aquí se le llama "The Georgetown Project”. Dejando en manifiesto el toque personal que durante el primer acto puede que no sea el más atractivo, aunque no tanto por lo que presenta, sino porque el ritmo que se utiliza para desarrollar este aspecto no es el más dinámico y además provoca que todo lo referente a la posesión quede un tanto relegado a situaciones poco atractivas.

Algo que cambia conforme se empieza a obtener un tono más oscuro y depresivo por medio del comportamiento errático de Anthony, el cual de manera un tanto endeble se trata de vender como una recaída pero sin que tenga que pasar demasiado tiempo para que resulte obvio sobre lo que verdaderamente es. Llevando a algunos jump scares efectivos y también a la construcción de ciertas escenas que añaden fuerza gracias a lo amenazante que puede llegar a ser el poseído; sin embargo, también se puede notar que durante este punto la película empieza a brincar entre secuencias que no se sienten del todo bien conectadas y poco a poco muchas cosas simplemente parecen no tener un propósito claro rumbo a la parte final.

Una que indudablemente es donde el director (o el estudio) optaron por hacer de esto algo más convencional y se meten de lleno a la posesión, así como al eventual exorcismo. Tratando de que exista la suficiente tensión para que este no sea aburrido ante la falta de elementos más espectaculares y de cierta manera logran su cometido, aunque sin evitar que el cierre te resulte poco relevante.

En cuanto a las actuaciones la verdad es que Russell Crowe lo hace bien para lo que le dan, él es quien mantiene el interés por la película y su posesión es efectiva. Mientras que en producción la factura no está mal: el trabajo de fotografía es sólido, la dirección de arte está bien cuidada, el score es bueno, el trabajo de sonido no tiene fallos, los efectos están bien hechos y la labor de maquillaje cumple su propósito.

Opinión final: The Exorcism está pasable. Película con un trasfondo más interesante que lo que se ve en pantalla.

Ojometro:
***