martes, 13 de febrero de 2018

Crítica: Delirium (2018)


Película dirigida por Johnny Martin (Case#13), cuyo guion fue co-escrito por Francisco Castro y Andy Cheng. Se estrenó de manera limitada en cines y VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 19 de enero, aunque no hay información sobre si saldrá en formato físico.

Sinopsis:

Un grupo de amigos alientan a un compañero de clase a llegar al pórtico de una mansión de la que se dice está embrujada. Su idea es hacer un vídeo para que se vuelva viral, pero una vez que este no regresa todos ellos irán a buscarlo y pronto descubrirán cual fue su destino, así como la verdad sobre la casa.



Comentarios generales:

Existen películas que uno se encuentra de pura casualidad y solo tiene unos cuantos segundos para decidir si las ve o no estando totalmente en blanco, ya que por más que uno se informe y este al pendiente de lo que ocurre dentro del género es prácticamente imposible tener conocimiento de todo lo que va a salir. Esa fue precisamente mi situación con Delirium, un trabajo del que ni el trailer había visto y del cual solo me pude guiar por la sinopsis, algo que terminó siendo un MUY grave error.

Esto porque lo que nos trae Martin es una película en la que parece que se gastó todo su presupuesto en una muy buena secuencia de créditos iniciales y de ahí en adelante simplemente se limitó a utilizar cualquier idea vista en otros found footage para poder darle vida a una historia por demás genérica. Ya que realmente el decir que existe algo de sustancia en todo esto sería muy benévolo de mi parte, sobre todo cuando durante los primeros 40 minutos lo que vemos es el típico copy & paste por excelencia de presentar a un grupo de personajes realizando tonterías para después ponerlos a caminar por la oscuridad mientras de manera muy vaga se intenta explicar lo que hay detrás de la casa que están a punto de explorar.

Esto evidentemente es repetitivo y vuelve la experiencia muy tediosa, así que cuando por fin se trasladan las acciones dentro la casa lo mínimo que esperas es que el ritmo incremente para que así se tenga una segunda mitad dinámica; sin embargo, esto no ocurre, más bien empeora. Ya que ahora se trata de ver a este grupo de jóvenes recorrer todos los rincones de dicho lugar con cambios extraños de tomas que no tienen justificación, sustos fáciles inefectivos y elementos paranormales muy blandos que no generan nada de tensión e incluso provocan cierta confusión porque el tema de los asesinatos involucrados se va desenvolviendo mediante estos con muy poca profundización y de manera acelerada.

La parte final tampoco tiene nada que destaque. Se podría decir que lo único rescatable es que el nivel intensidad se eleva y la violencia se hace presente por medio de varias muertes, pero ninguna de estas añade alguna clase de impacto emocional; provocando así que el desenlace sea hueco e incluso sumamente descifrable si se puso atención en los primeros minutos dentro de la casa.  

Las actuaciones son el estándar para este tipo de filmes: mucha exageración en los estereotipos y demasiados gritos. La producción es limitada: el trabajo de fotografía no es el mejor, la dirección de arte no presenta gran cosa, el score al menos es agradable, el trabajo de sonido no presenta fallos, los efectos son muy simples y la labor de maquillaje es raquítica.

Opinión final: Delirium es realmente mala. Una total pérdida de tiempo.

Ojometro:
*

viernes, 9 de febrero de 2018

Crítica: Victor Crowley (2018)


Cuarta entrega de la franquicia escrita y dirigida, una vez más, por su creador Adam Green. Se estrenó directamente en VOD, DVD y Blu-ray este pasado 6 de febrero dentro de los Estados Unidos.

Sinopsis:

Han pasado diez años de la masacre ocurrida en el pantano de Honey Island y bajo una gran controversia el único sobreviviente ha mantenido su versión de que el responsable fue Victor Crowley. Ahora, por cuestiones del destino, termina regresando a la escena de dicha tragedia y tendrá que vérselas con Crowley una vez más después de que este sea resucitado por error.



Comentarios generales:

La verdad no pensaba que fuera a existir otra entrega de Hatchet, pero cuando Adam Green confirmó la existencia de una cuarta parte mi emoción salió a relucir debido a que esta es una de las pocas franquicias que prácticamente no han cambiado desde su debut y eso la convierte en  una anomalía dentro del género. Aunque, por otra parte, también tenía mis dudas debido a que Danielle Harris no pudo estar involucrada por diversos motivos y también porque no estaba muy claro qué tipo de película sería (¿reboot, secuela o precuela?), lo cual la dejaba parada en un lugar peligroso; uno del cual afortunadamente pudo salir bien librada, pero no sin diversos daños.

Y es que, al no poder contar con su screem queen de cajón, Green se ve obligado a utilizar como eje de su historia a un personaje que nunca tiene el peso suficiente como para poder cargar con toda la película por sí solo y gracias a eso existe la inevitable necesidad de presentar una nueva serie de personajes que ayuden a complementarlo al momento de hacerle frente a Victor Crowley. Situación que lleva su tiempo, ya que con excepción de la brutal introducción, durante 40 minutos lo único que vemos son una serie de eventos con el humor característico de la franquicia y como siempre esto es algo funciona algunas veces y en otras no tanto, convirtiendo así a la primera mitad en una en donde realmente las cosas avanzan lento o simplemente sin nada que genere interés.

Lo mejor da inicio cuando se trasladan las acciones al pantano, ya que de golpe el ritmo cambia por uno mucho más ágil y la brutalidad característica de la franquicia hace acto de presencia con la aparición de Crowley; brindándole así un dinamismo que siempre resulta disfrutable y diversos momentos de impacto que son una delicia de ver gracias a los efectos prácticos utilizados.

En general se podría decir que lo básico sigue funcionando como siempre, sin embargo, en esta ocasión dichas acciones se limitan en gran parte a un solo escenario y esto evita que no se pueda generar una atmósfera que ayude a explotar de mejor manera lo aterrador que puede a llegar a ser Crowley. Ya que las persecuciones por el pantano prácticamente no existen, ahora los encuentros son mucho más directos, sin tanta construcción detrás y gracias a ello esa sensación de peligro presente en las anteriores entregas desaparece un poco.

La parte final es entretenida, aunque definitivamente se siente acelerada. La sangre sigue fluyendo pero el número de muertes disminuye (de hecho, esta es la entrega con menos muertes en total) y el enfrentamiento final, si bien es gracioso, termina teniendo poco impacto ante lo desbalanceado que resulta.

Sobre las actuaciones solo hay que decir que es lo acostumbrado y que Parry Shen (Andrew) como el protagonista no funciona del todo bien. De la producción no hay quejas: el trabajo de fotografía es decente, la dirección de arte simple, el score no es nada especial, el trabajo de sonido cumple y todo lo que tiene que ver con los efectos prácticos/maquillaje es de primer nivel.

* Cuenta con una escena a la mitad de los créditos.

Opinión final: Victor Crowler está aceptable. Claramente es un paso atrás para la franquicia, pero al mantener todos sus elementos característicos intactos te hace pasar un buen rato.

Ojometro:
***

martes, 6 de febrero de 2018

Crítica: The Midnight Man (2018)


Película dirigida por Travis Zariwny (Intruder, Cabin Fever), cuyo guión fue escrito por Rob Kennedy. Se estrenó directamente en VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 19 de enero, pero todavía no hay información sobre si llegará a otros mercados o sobre si tendrá lanzamiento en formato físico.

Sinopsis:

Una chica adolescente y sus amigos encuentran un juego en el ático de la casa de su inestable abuela, el cual consiste en seguir una serie de extrañas reglas. Al inicio no parece tener ningún sentido, pero con el paso de los minutos se darán cuenta que han despertado a un ente maligno popularmente conocido como The Midnight Man. 



Comentarios generales:

Cuando cuentas con dos nombres del calibre de Robert Englund y Lin Shaye es un hecho que tendrás a todo el mundo mirando cuidadosamente tu producto sin importar si se trata de una producción grande o pequeña, ya que su trayectoria dentro del género los respalda como para pensar que podemos ver algo digno estando ellos en pantalla. Sin embargo, cuando hablamos de películas basadas en creepypastas todo eso no importa debido a que, si algo nos ha enseñado la historia reciente, es que estas adaptaciones suelen ser bastante malas y en el caso de The Midnight Man no podemos decir haya sido la excepción.

Un resultado que en gran medida se debe a las propias reglas que le dan vida al juego en el que se sustenta la creepypasta, ya que después de un prólogo que te vende una historia bastante sangrienta el director no sabe cómo mantener ese tono precisamente porque tiene que darle importancia a estas. Lo cual es un problema debido a que dichas reglas son demasiadas y eso provoca que el primer acto se sienta excesivamente largo al tener que destinar gran parte de este a establecerlas de manera lenta mientras te exponen al personaje senil de Anna (Shaye) con un comportamiento que raya en lo caricaturesco y a un par de adolescentes que llevan a cabo acciones genéricas para entender lo que hay detrás del juego.

Esto hace que el ritmo sea cansino desde temprano y que la aparición de The Midnight Man carezca de impacto, ya que aunque si existen esfuerzos por querer presentarlo como una amenaza importante por medio de escenas visualmente llamativas, a este nunca puedes tomarlo en serio gracias a que todo lo que hace son persecuciones por la casa sin gran chiste; además de que su voz es más cómica que otra cosa.

Igualmente, justo cuando hace acto de presencia se empiezan a integrar elementos de manera conveniente para darle algo más de sustancia a la historia, tales como el incluir un nuevo personaje de la nada que principalmente sirve como carne de cañón, un momento romántico o flashbacks cuyo principal objetivo es tratar de darle algo de sentido al comportamiento de la abuela. Esto último siendo más relevante de lo que parece porque cambia en cierta medida el propósito de dichas reglas.

Situación que abre la puerta a ciertas libertades para que The Midnight Man termine imponiendo sus propias condiciones con el afán de volver impredecible lo que va a ocurrir en el desenlace, a pesar de que realmente es muy sencillo saber qué es lo que hará para lograr su cometido por un guiño que te dan desde temprano.

Las actuaciones no son nada para presumir: Lin Shaye alcanza niveles caricaturescos del tipo que uno vería en Scooby Doo, Robert Englund solo aparece a lo mucho 5 minutos y los adolescentes no te inspiran absolutamente nada. La producción es donde queda mejor parada: el trabajo de fotografía es sólido, la dirección de arte es bastante buena, el score es buen complemento, el trabajo de sonido no tiene fallos, la mayoría de los efectos están bien hechos y la labor de maquillaje cumple.

Opinión final: The Midnight Man es decepcionante. Una película que tenía elementos para funcionar y que termina fallando de manera estrepitosa.

Ojometro:
**

sábado, 3 de febrero de 2018

Crítica: Mom and Dad (2018)


Película escrita y dirigida por Brian Taylor, quien hace su debut dentro del género. Se estrenó en VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 19 de enero, mientras que su salida en formato físico se dará el próximo 20 de febrero.

Sinopsis:

Una adolescente y su pequeño hermano tendrán que sobrevivir durante 24 horas a una histeria colectiva que hace que los padres traten de matar a sus propios hijos sin explicación alguna.



Comentarios generales:

Sinceramente no tenía grandes expectativas con esta película debido a que los trabajos previos de su creador no son nada para presumir y su repentina incursión dentro del género me parecía más que nada un intento desesperado por mantener cierta relevancia en la industria. Sin embargo, siempre existe la posibilidad de estar equivocado y en el caso de Mom and Dad eso fue lo que ocurrió, ya que se trata de un trabajo realmente divertido que además deja en claro que una idea simple también puede tener cierto nivel de complejidad.

Algo que en gran medida se debe al tema en el que Taylor sustenta su historia, uno que será polémico por donde se le vea y que se desarrolla de manera bastante sutil durante los primeros minutos (escena inicial, noticiero) para luego, casi de manera inmediata, iniciar un caos que es por demás disfrutable. Usando como base lo que sería básicamente un comportamiento de zombies pero sin que exista algún tipo de transformación ni nada similar y que sorpresivamente logra generar escenas increíblemente tensas al mostrar a estos padres totalmente obsesionados por ponerle las manos encima a sus hijos y así empezar a bombardear al espectador con muertes que, aunque visualmente no son tan extremas, si cuentan con un nivel de impacto elevado gracias a lo que involucran.

En base a esto el ritmo es muy ágil y la película avanza sin muchas complicaciones a un segundo acto en el que la tónica no cambia demasiado e incluso te presenta más situaciones dentro de un hospital que resultan un tanto perturbadoras, pero que a la misma vez empieza a cuestionar de manera un poco más profunda lo que representa la paternidad. Aquí realmente nunca se trata de encontrar una explicación sobre lo que ha originado esta histeria, las posibles teorías al respecto son mínimas y mejor se opta por estudiar el comportamiento de estos padres con demasiadas frustraciones por cómo resultó su vida una vez que llegaron sus hijos. Todo bajo una exageración bien balanceada y cierto toque de humor negro que al combinarlo con la locura funciona a la perfección.  

Lamentablemente la parte final no resulta tan satisfactoria por dos razones:

- La primera es que no puede mantener el ritmo dinámico y se estanca en acciones poco interesantes.

- La segunda es que no ofrece algo concreto en cuanto a su conclusión, simplemente termina de golpe y gracias a eso te quedas con una sensación de vacío importante.

En el tema de las actuaciones no está nada mal, Nicolas Cage por primera vez encuentra un papel ideal para su conocida sobreactuación y Selma Blair resulta la pareja perfecta debido a que proporciona un personaje mucho más metódico, pero igualmente maniático. La producción es discreta: el trabajo de fotografía es cumplidor, la dirección de arte no tiene mucho, el score es agradable, el trabajo de sonido es muy bueno y los efectos, aunque simples, son efectivos.

Opinión final: Mom and Dad me entretuvo bastante. Una película simple, pero demasiado divertida que vale la pena checar.

Ojometro:
****