martes, 25 de agosto de 2020

Crítica: 7 Deadly Sins (2019)


Película dirigida por Glenn Plummer y escrita por Tony Mercedes. Se estrenó en formato físico y digital a finales del año pasado.

Sinopsis:

Un grupo de adolescentes busca tener la mejor fiesta de spring break antes de ir a la universidad. Sin embargo, cuando esta termina de manera precipitada deciden iniciar un antiguo juego sin completarlo y sufriendo las graves consecuencias por tal error.



Comentarios generales:

Cuando una película se llama de cierta forma (7 Deadly Sins) y todo su material promocional existente tiene otro nombre (Charlie Charlie) sabes inmediatamente que algo no está bien porque es una clara señal de que se encuentran articulándola para poder sacar dinero en otros mercados. Suele ser una táctica recurrente con proyectos independientes y por eso no me sorprende ni me molesta, aunque la verdad ya tenía mucho tiempo de no encontrarme con algo tan terrible como esto.

Y es que desde la creación del blog han sido contadas las películas a las que simplemente no les he encontrado absolutamente nada que valga la pena, es difícil que por lo menos no exista algo que no me haga reír de lo malo que es, pero lo que nos trae Plummer ni eso logra. Ya que básicamente nos presenta una “historia” que se podría describir como un intento de comedia con tintes de softporn en los que, además, integra ciertas problemáticas raciales que no tienen ningún tipo de relevancia.

Simplemente se trata de ver a uno de los conjuntos de personajes más desagradables que recuerde haciendo cualquier tontería durante gran parte del metraje y con los cuales se quiere aparentar que se toman riesgos con respecto al contenido sexual, pero nunca se atreven a cruzar la línea. Dejándote así ante un panorama totalmente desfavorable debido a que nadie de los que aparece en pantalla te importa en lo más mínimo; en realidad solo quieres verlos morir lo más rápido que se pueda y para que eso se dé tiene que pasar todavía bastante tiempo.

Ahí es donde entra la excusa del juego, que eleva un poco la intensidad de las acciones sin que influya demasiado en el resultado final. Alargando lo inevitable de manera innecesaria y aburrida con muertes carentes de imaginación, así como un absurdo intento por generar cierta empatía hacía el que es el peor personaje de todos en la parte final.

Las actuaciones son terribles, la edición es espantosa y el nivel de producción es de proyecto escolar. Aunque al menos se nota un poco de esfuerzo con los efectos prácticos.

Opinión final: No pierdan el tiempo, evítenla a toda costa.

Ojometro:
*

viernes, 21 de agosto de 2020

Crítica: A Nun’s Curse (2020)


Película escrita y dirigida por Tommy Faircloth (Family Possessions). Se estrenó en VOD, DVD y formato digital dentro de los Estados Unidos durante el mes de mayo.

Sinopsis:

Un grupo de viajeros se ven forzados a refugiarse en una prisión abandonada donde trabajó una famosa monja que se sospechaba era culpable de los asesinatos de algunos de sus prisioneros más notables.



Comentarios generales:

La verdad es que para un alto porcentaje de personas A Nun’s Curse solo se tratará de uno de tantos intentos por aprovechar la creciente popularidad que han tenido las monjas y la ignorarán sin mayor problema. Algo sensato definitivamente; sin embargo, para muchos fans del cine de terror el nombre de Felissa Rose seguro será motivo suficiente para picar el anzuelo y caer en una experiencia que al final no les dejará nada que valga la pena.

Y es que lo que presenta Faircloth claramente tiene una intención muy marcada de sustentar toda su propuesta en la atmósfera, pero al enfocarse en esto pareciera que se le olvidó todo lo demás debido a que en verdad lo que vemos aquí es en extremo hueco. Ya que una impecable calidad de imagen y presentación de mayor factura a lo acostumbrado, así como buenas tomas proporcionadas por un dron, no son suficientes para salvar una historia que en un 95% consiste en ver a cuatro personajes caminar dentro una prisión abandonada durante más de 50 minutos sin que ocurra nada relevante.

Por ahí existe alguno que otro flashback para justificar la presencia de Felissa Rose y ciertos intentos de sustos fáciles que son totalmente inefectivos, pero nada logra evitar lo tremendamente cansino que resulta el desarrollo.

Uno que para la parte final trata de elevar un poco la intensidad de las acciones de manera acelerada con varias muertes en tiempo récord y con una presencia más marcada de la monja (que hay que decir que cuenta con una buena caracterización), algo que de cierta manera la hace más tolerable. Aunque lamentablemente todo esto lo arruinan aplicando uno de los peores recursos que existen durante el cierre y por lo consiguiente te quedas con la sensación de que, efectivamente, nada de lo que viste tuvo importancia.

Las actuaciones no están tan mal, diría que es un 50/50 para lo poco que tienen con que trabajar; aunque la presencia de Rose es muy limitada. En el tema de producción hay cosas para rescatar: el trabajo de fotografía es bueno, el score cumple, el trabajo de sonido es limpio, los efectos son muy básicos y la labor de maquillaje es sólida.

Opinión final: A Nun’s Curse es decepcionante. Película del montón que solo recomendaría a los más fervientes fans de Felissa Rose.

Ojometro:
**

martes, 18 de agosto de 2020

Crítica: Host (2020)


Película dirigida por Rob Savage, quien comparte créditos como co-escritor del guión junto a Jed Shepherd y Gemma Hurley. Se estrenó en VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 30 de julio, mientras que todavía no se sabe nada sobre si saldrá en formato físico en un futuro.

Sinopsis:

Seis amigos contratan a una médium para que realice una sesión espiritista vía Zoom durante la cuarentena, pero ellos terminarán obteniendo algo más que una simple diversión cuando un malvado espíritu empiece a invadir sus hogares y les haga comprender que probablemente no terminen la noche con vida.



Comentarios generales:

La pandemia ocasionada por el COVID-19 ha provocado que este 2020 sea algo totalmente atípico en todos los sentidos y gracias a ello la industria del cine se ha visto golpeada como nunca antes, obligando a que casi todos los estrenos de peso se hayan retrasado hasta nuevo aviso. Evidentemente esto también involucra al género de terror, cuya oferta se vio golpeada de manera importante y ha tenido que recurrir a proyectos medianos o más pequeños para saciar a los fans, aunque sin duda Host ha sido el más peculiar de todos.

Un proyecto que literalmente nació de una broma que realizó el propio director en Zoom a varios de sus amigos durante el mes de abril y que tres meses después se convirtió en una película en toda la regla que no solo es de las primeras en utilizar la pandemia como inspiración, sino que además obtiene resultados positivos.

Y es que en menos de una hora (dura 56 minutos) Savage logra lo que muchas found footage no pueden con una mayor duración y más presupuesto: entretener. Algo que de inicio no parece posible debido a que los primeros 20 minutos pueden resultar un tanto fastidiosos debido a que lo que ocurre no tiene demasiada sustancia, siendo el principal objetivo el construir personalidades lo suficientemente creíbles de individuos promedio cuyas interacciones no se alejan demasiado de las que cualquiera pudiera tener en sus sesiones de Zoom (conversaciones random, poco orden al momento de hablar, jugar con los fondos y los filtros).

Hasta ahí las cosas son promedio, nada fuera de lo común, pero es pasando este punto cuando la película da un salto importante; dejando de lado las tonterías y cambiando de manera muy rápida el enfoque para que el tono sea más serio. Ya que una vez que el espíritu se manifiesta se puede notar de inmediato que la atmósfera se vuelve más oscura y con ello la tensión se dispara por medio de elementos bastante simples que llevan a sustos fáciles con un timing bien cuidado, logrando así que en todo momento exista algo que ver en pantalla (o múltiples pantallas) para que el ritmo nunca decaiga.

Lo cual sin duda ayuda a que la parte final sea agradable, ya que la sensación de riesgo no desaparece y para este punto resulta hasta desgarrador ver lo completamente indefensos que se encuentran los personajes rumbo al desenlace. Uno que resulta efectivo y que justifica de manera inteligente lo abrupto de su cierre utilizando las propias limitantes que establece la aplicación.

Las actuaciones están bastante bien, a pesar del formato de videochat la dinámica entre las chicas es sólida y compras en todo momento su sufrimiento mientras ven cómo van cayendo una por una sin que puedan hacer nada al respecto. La producción es de buena factura considerando el formato: está bien editada, el trabajo de sonido es bastante limpio y los efectos deben de ser de los más elaborados que he visto en un found footage últimamente.

Opinión final: Host me gustó. Una película hecha casi de manera express que termina logrando su cometido a la perfección.

Ojometro:
****

viernes, 14 de agosto de 2020

Crítica: Becky (2020)


Película dirigida por Jonathan Milott y Cary Murnion (Cooties), cuyo guión fue escrito por la tripleta conformada por Nick Morris, Ruckus Skye y Lane Skye. Se estrenó en VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 5 de junio, aunque todavía no hay información sobre si saldrá en formato físico.

Sinopsis:

El fin de semana de Becky (Lulu Wilson) con su padre en la casa del lago se convierte en un auténtico infierno cuando un grupo de convictos en fuga les realizan una inesperada visita.



Comentarios generales:

El año pasado vimos a Dannis Quaid salirse de su zona de confort para adentrase en el género de terror y este año tocó el turno de Kevin James, un actor que incluso generaba más sorpresa considerando que toda su trayectoria se ha centrado en la comedia. Por eso mismo es que Becky resaltaba por encima del resto de las películas en esta época carente de estrenos de peso, él era el mayor punto de venta; sin embargo, al final su presencia se puede decir que resultó meramente anecdótica.

Y es que lo que nos regalan Milott y Murnion se podría describir como la “Home Alone” del cine de terror, donde realmente todo lo importante recae en su joven protagonista y lo demás termina siendo secundario.

Esto por medio de una historia de invasión que es bastante simple en su estructura y cuyo inicio no es precisamente emocionante debido a que más que nada se centra en el escape de los presos y, sobre todo, en lo frágil que es emocionalmente hablando el personaje de Becky. Quien inclusive durante el primer acto queda parada como alguien un tanto desagradable en medio de una dinámica familiar muy frágil que te brinda el suficiente contexto para entender los motivos detrás de su comportamiento.

Lo realmente destacable inicia pasando los 30 minutos de metraje, ya que es cuando el conflicto adquiere unos tintes mucho más violentos y se le da más juego a los convictos; en especial al personaje de Dominick. Cuyas motivaciones realmente son vagas y terminan generando un problema a largo plazo, pero que para propósitos de impacto visual llevan las cosas a terrenos sumamente convenientes debido a que aquí no se guarda nada en lo que respecta a la sensibilidad del espectador, haciendo poco a poco que Becky se vaya convirtiendo en una maquina asesina con la cual disfrutas ver cómo resuelve de manera perturbadoramente creativa un problema en el que tiene una desventaja evidente.

Todo bajo un ritmo dinámico que se traslada hasta una parte final que encontré bastante disfrutable gracias a la intensidad con la que se maneja y porque no escatiman en nada para generar impacto. Aunque definitivamente si te quedas con cierta sensación de vació con respecto a un detalle en especifico (la llave) debido a que básicamente es por esto que se desencadena todo y no responden la pregunta fundamental que conlleva.

En cuanto a las actuaciones, quien se lleva todos los reflectores es Lulu Wilson. Tal vez no con el personaje más complejo que existe, pero si al que logra sacarle el máximo provecho por medio de un comportamiento violento (incluso sádico por momentos) con el cual puedes llegar a sentir mucha empatía y que de alguna forma logra que no cuestiones tanto la credibilidad de sus enfrentamientos físicos con tipos mucho más grandes que ella.

La producción es de buena factura: el trabajo de fotografía es sólido, la dirección de arte básica, cuenta con un score adecuado, el trabajo de sonido no tiene fallos, la labor de maquillaje resulta efectiva y los efectos están muy bien hechos para añadir un nivel de shock que resulta fundamental en el filme.

Opinión final: Becky me gustó. Película simple, pero muy violenta que te deja claro que Lulu Wilson puede llegar a ser alguien importante dentro del género los próximos años.

Ojometro:
****