viernes, 16 de febrero de 2018

Crítica: Hellraiser: Judgment (2018)


Decima entrega de la franquicia, la cual ahora está dirigida por Gary J. Tunnicliffe (Within the Rock); quien además escribió el guión y realiza el papel de The Auditor. Se estrenó directamente en VOD y formato físico dentro de los Estados Unidos apenas este pasado 13 de febrero.

Sinopsis:

Un grupo de detectives se encuentran investigando un caso que involucra a un brutal asesino en serie que ha aterrorizado a toda la ciudad. Sus únicas pistas son las terribles escenas que este deja, las cuales poco a poco los conducirán a un terror inimaginable que no pertenece a este mundo.



Comentarios generales:

Hellraiser es una franquicia legendaria del cine de terror, de eso no hay duda, pero también se trata de una que ha sufrido un maltrato impresionante por parte del estudio que posee sus derechos (Dimension Films) al sacar entregas al vapor solo para poder mantenerlos y luego dejarla en el congelador hasta que necesiten demostrar otra vez que si les importa. Por eso mismo es que cuando se anunció Judgment no esperaba gran cosa, mucho menos cuando el propio Doug Bradley confirmó que no regresaría para interpretar a Pinhead; realmente todo indicaba que veríamos una aberración más, sin embargo, al final lo que me encontré es una entrega competente que significa lo mejor para la franquicia desde Inferno.

Algo que para muchos puede que no sea gran cosa considerando las aberraciones que hemos visto en las últimas dos décadas, pero lo cierto es que lo que nos regala Tunnicliffe es probablemente la expansión más significativa que ha tenido este universo. Ya que de entrada nos presenta una nueva serie de personajes (Stygian Inquisition) cuyo rol en esta ocasión se vuelve más importante que el de los Cenobites y con los cuales aborda un cambio en los métodos utilizados para juzgar a sus víctimas, dejando un poco de lado el tema del sadomasoquismo pero sin olvidar en lo absoluto los elementos grotescos y de apantallamiento visual característicos para así construir un primer acto muy disfrutable que logra un buen balance entre lo que ocurre con ellos y lo que ocurre con el tema del asesino en el mundo exterior.

Uno que tampoco está nada mal debido a que gracias a la manera en la que exponen sus crímenes se mantiene el nivel de violencia intacto y eso ayuda a que las cosas avancen sin demasiados problemas por un tiempo. Y digo por un tiempo porque lamentablemente con el pasar de los minutos la película empieza a tomar un rumbo que no le favorece al olvidarse de los elementos de terror y convertirse en un thriller detectivesco que empieza a dar vueltas sin rumbo alrededor de un personaje que no es tan interesante. Básicamente en este punto lo que te muestran en pantalla resulta aburrido y uno se llega a olvidar de que está viendo una Hellraiser.

Afortunadamente en la parte final las cosas se logran componer, no tanto por la manera en la que se resuelve el misterio sobre el asesino (que es un tanto predecible), sino porque es aquí donde podemos ver la mejor mezcla de ideas de lo viejo y lo nuevo que pretendía establecer el director. Pinhead por fin tiene unos momentos para brillar, la sangre fluye un poco más y el desenlace me sorprendió porque con esto se abre la puerta a un posible cambio significativo de todo lo que conocemos.

En el tema de las actuaciones sin duda quien se lleva los reflectores es el propio Tunnicliffe como The Auditor, posicionándolo como un posible nuevo rostro predominante para la franquicia en futuras secuelas. En cuanto la producción cumple, a pesar de tener múltiples recortes de presupuesto: el trabajo de fotografía es adecuado, la dirección de arte es algo simple, el score está ok, el trabajo de sonido por ahí tiene alguno que otro fallo, los efectos prácticos están bien hechos y la labor de maquillaje es de primer nivel como siempre.

Opinión final: Hellraiser: Judgment es bastante decente. No está exenta de problemas pero sin duda es la mejor entrega en años.

Ojometro:
***

martes, 13 de febrero de 2018

Crítica: Delirium (2018)


Película dirigida por Johnny Martin (Case#13), cuyo guion fue co-escrito por Francisco Castro y Andy Cheng. Se estrenó de manera limitada en cines y VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 19 de enero, aunque no hay información sobre si saldrá en formato físico.

Sinopsis:

Un grupo de amigos alientan a un compañero de clase a llegar al pórtico de una mansión de la que se dice está embrujada. Su idea es hacer un vídeo para que se vuelva viral, pero una vez que este no regresa todos ellos irán a buscarlo y pronto descubrirán cual fue su destino, así como la verdad sobre la casa.



Comentarios generales:

Existen películas que uno se encuentra de pura casualidad y solo tiene unos cuantos segundos para decidir si las ve o no estando totalmente en blanco, ya que por más que uno se informe y este al pendiente de lo que ocurre dentro del género es prácticamente imposible tener conocimiento de todo lo que va a salir. Esa fue precisamente mi situación con Delirium, un trabajo del que ni el trailer había visto y del cual solo me pude guiar por la sinopsis, algo que terminó siendo un MUY grave error.

Esto porque lo que nos trae Martin es una película en la que parece que se gastó todo su presupuesto en una muy buena secuencia de créditos iniciales y de ahí en adelante simplemente se limitó a utilizar cualquier idea vista en otros found footage para poder darle vida a una historia por demás genérica. Ya que realmente el decir que existe algo de sustancia en todo esto sería muy benévolo de mi parte, sobre todo cuando durante los primeros 40 minutos lo que vemos es el típico copy & paste por excelencia de presentar a un grupo de personajes realizando tonterías para después ponerlos a caminar por la oscuridad mientras de manera muy vaga se intenta explicar lo que hay detrás de la casa que están a punto de explorar.

Esto evidentemente es repetitivo y vuelve la experiencia muy tediosa, así que cuando por fin se trasladan las acciones dentro la casa lo mínimo que esperas es que el ritmo incremente para que así se tenga una segunda mitad dinámica; sin embargo, esto no ocurre, más bien empeora. Ya que ahora se trata de ver a este grupo de jóvenes recorrer todos los rincones de dicho lugar con cambios extraños de tomas que no tienen justificación, sustos fáciles inefectivos y elementos paranormales muy blandos que no generan nada de tensión e incluso provocan cierta confusión porque el tema de los asesinatos involucrados se va desenvolviendo mediante estos con muy poca profundización y de manera acelerada.

La parte final tampoco tiene nada que destaque. Se podría decir que lo único rescatable es que el nivel intensidad se eleva y la violencia se hace presente por medio de varias muertes, pero ninguna de estas añade alguna clase de impacto emocional; provocando así que el desenlace sea hueco e incluso sumamente descifrable si se puso atención en los primeros minutos dentro de la casa.  

Las actuaciones son el estándar para este tipo de filmes: mucha exageración en los estereotipos y demasiados gritos. La producción es limitada: el trabajo de fotografía no es el mejor, la dirección de arte no presenta gran cosa, el score al menos es agradable, el trabajo de sonido no presenta fallos, los efectos son muy simples y la labor de maquillaje es raquítica.

Opinión final: Delirium es realmente mala. Una total pérdida de tiempo.

Ojometro:
*

viernes, 9 de febrero de 2018

Crítica: Victor Crowley (2018)


Cuarta entrega de la franquicia escrita y dirigida, una vez más, por su creador Adam Green. Se estrenó directamente en VOD, DVD y Blu-ray este pasado 6 de febrero dentro de los Estados Unidos.

Sinopsis:

Han pasado diez años de la masacre ocurrida en el pantano de Honey Island y bajo una gran controversia el único sobreviviente ha mantenido su versión de que el responsable fue Victor Crowley. Ahora, por cuestiones del destino, termina regresando a la escena de dicha tragedia y tendrá que vérselas con Crowley una vez más después de que este sea resucitado por error.



Comentarios generales:

La verdad no pensaba que fuera a existir otra entrega de Hatchet, pero cuando Adam Green confirmó la existencia de una cuarta parte mi emoción salió a relucir debido a que esta es una de las pocas franquicias que prácticamente no han cambiado desde su debut y eso la convierte en  una anomalía dentro del género. Aunque, por otra parte, también tenía mis dudas debido a que Danielle Harris no pudo estar involucrada por diversos motivos y también porque no estaba muy claro qué tipo de película sería (¿reboot, secuela o precuela?), lo cual la dejaba parada en un lugar peligroso; uno del cual afortunadamente pudo salir bien librada, pero no sin diversos daños.

Y es que, al no poder contar con su screem queen de cajón, Green se ve obligado a utilizar como eje de su historia a un personaje que nunca tiene el peso suficiente como para poder cargar con toda la película por sí solo y gracias a eso existe la inevitable necesidad de presentar una nueva serie de personajes que ayuden a complementarlo al momento de hacerle frente a Victor Crowley. Situación que lleva su tiempo, ya que con excepción de la brutal introducción, durante 40 minutos lo único que vemos son una serie de eventos con el humor característico de la franquicia y como siempre esto es algo funciona algunas veces y en otras no tanto, convirtiendo así a la primera mitad en una en donde realmente las cosas avanzan lento o simplemente sin nada que genere interés.

Lo mejor da inicio cuando se trasladan las acciones al pantano, ya que de golpe el ritmo cambia por uno mucho más ágil y la brutalidad característica de la franquicia hace acto de presencia con la aparición de Crowley; brindándole así un dinamismo que siempre resulta disfrutable y diversos momentos de impacto que son una delicia de ver gracias a los efectos prácticos utilizados.

En general se podría decir que lo básico sigue funcionando como siempre, sin embargo, en esta ocasión dichas acciones se limitan en gran parte a un solo escenario y esto evita que no se pueda generar una atmósfera que ayude a explotar de mejor manera lo aterrador que puede a llegar a ser Crowley. Ya que las persecuciones por el pantano prácticamente no existen, ahora los encuentros son mucho más directos, sin tanta construcción detrás y gracias a ello esa sensación de peligro presente en las anteriores entregas desaparece un poco.

La parte final es entretenida, aunque definitivamente se siente acelerada. La sangre sigue fluyendo pero el número de muertes disminuye (de hecho, esta es la entrega con menos muertes en total) y el enfrentamiento final, si bien es gracioso, termina teniendo poco impacto ante lo desbalanceado que resulta.

Sobre las actuaciones solo hay que decir que es lo acostumbrado y que Parry Shen (Andrew) como el protagonista no funciona del todo bien. De la producción no hay quejas: el trabajo de fotografía es decente, la dirección de arte simple, el score no es nada especial, el trabajo de sonido cumple y todo lo que tiene que ver con los efectos prácticos/maquillaje es de primer nivel.

* Cuenta con una escena a la mitad de los créditos.

Opinión final: Victor Crowler está aceptable. Claramente es un paso atrás para la franquicia, pero al mantener todos sus elementos característicos intactos te hace pasar un buen rato.

Ojometro:
***

martes, 6 de febrero de 2018

Crítica: The Midnight Man (2018)


Película dirigida por Travis Zariwny (Intruder, Cabin Fever), cuyo guión fue escrito por Rob Kennedy. Se estrenó directamente en VOD dentro de los Estados Unidos el pasado 19 de enero, pero todavía no hay información sobre si llegará a otros mercados o sobre si tendrá lanzamiento en formato físico.

Sinopsis:

Una chica adolescente y sus amigos encuentran un juego en el ático de la casa de su inestable abuela, el cual consiste en seguir una serie de extrañas reglas. Al inicio no parece tener ningún sentido, pero con el paso de los minutos se darán cuenta que han despertado a un ente maligno popularmente conocido como The Midnight Man. 



Comentarios generales:

Cuando cuentas con dos nombres del calibre de Robert Englund y Lin Shaye es un hecho que tendrás a todo el mundo mirando cuidadosamente tu producto sin importar si se trata de una producción grande o pequeña, ya que su trayectoria dentro del género los respalda como para pensar que podemos ver algo digno estando ellos en pantalla. Sin embargo, cuando hablamos de películas basadas en creepypastas todo eso no importa debido a que, si algo nos ha enseñado la historia reciente, es que estas adaptaciones suelen ser bastante malas y en el caso de The Midnight Man no podemos decir haya sido la excepción.

Un resultado que en gran medida se debe a las propias reglas que le dan vida al juego en el que se sustenta la creepypasta, ya que después de un prólogo que te vende una historia bastante sangrienta el director no sabe cómo mantener ese tono precisamente porque tiene que darle importancia a estas. Lo cual es un problema debido a que dichas reglas son demasiadas y eso provoca que el primer acto se sienta excesivamente largo al tener que destinar gran parte de este a establecerlas de manera lenta mientras te exponen al personaje senil de Anna (Shaye) con un comportamiento que raya en lo caricaturesco y a un par de adolescentes que llevan a cabo acciones genéricas para entender lo que hay detrás del juego.

Esto hace que el ritmo sea cansino desde temprano y que la aparición de The Midnight Man carezca de impacto, ya que aunque si existen esfuerzos por querer presentarlo como una amenaza importante por medio de escenas visualmente llamativas, a este nunca puedes tomarlo en serio gracias a que todo lo que hace son persecuciones por la casa sin gran chiste; además de que su voz es más cómica que otra cosa.

Igualmente, justo cuando hace acto de presencia se empiezan a integrar elementos de manera conveniente para darle algo más de sustancia a la historia, tales como el incluir un nuevo personaje de la nada que principalmente sirve como carne de cañón, un momento romántico o flashbacks cuyo principal objetivo es tratar de darle algo de sentido al comportamiento de la abuela. Esto último siendo más relevante de lo que parece porque cambia en cierta medida el propósito de dichas reglas.

Situación que abre la puerta a ciertas libertades para que The Midnight Man termine imponiendo sus propias condiciones con el afán de volver impredecible lo que va a ocurrir en el desenlace, a pesar de que realmente es muy sencillo saber qué es lo que hará para lograr su cometido por un guiño que te dan desde temprano.

Las actuaciones no son nada para presumir: Lin Shaye alcanza niveles caricaturescos del tipo que uno vería en Scooby Doo, Robert Englund solo aparece a lo mucho 5 minutos y los adolescentes no te inspiran absolutamente nada. La producción es donde queda mejor parada: el trabajo de fotografía es sólido, la dirección de arte es bastante buena, el score es buen complemento, el trabajo de sonido no tiene fallos, la mayoría de los efectos están bien hechos y la labor de maquillaje cumple.

Opinión final: The Midnight Man es decepcionante. Una película que tenía elementos para funcionar y que termina fallando de manera estrepitosa.

Ojometro:
**