lunes, 12 de noviembre de 2012

Crítica: Rabies (2012)


Película israelí del 2010 dirigida por la mancuerna de Aharon Keshales y Navot Papushado que estuvo rondando por diversos festivales a lo largo del planeta y que obtuvo su lanzamiento en DVD a inicios de este 2012. En México la he llegado a ver solo en región 1 en algunas tiendas.

Sinopsis:

Dos hermanos se encuentran tratando de escapar de un asesino en un bosque, mientras que totalmente ajenos a ellos un grupo de tenistas se pierden cerca de ahí, dos policías hacen su ronda y un guardabosques realiza su rutina diaria. De algún modo sus caminos se cruzan y con ello inicia una serie de eventos que terminarán sacando lo peor de la mayoría de ellos.



Comentarios generales:

Supongo que la intención de ambos directores era entrelazar las historias para demostrar como los seres humanos pueden cometer grandes errores mientras se encuentran en situaciones de alto riesgo inesperadas, pero la verdad es que lo que yo vi fue una serie de cosas que rayan en lo ridículo.

La película cuenta con sus momentos de gore interesantes, eso no lo niego, pero de ahí en fuera uno tiene que ponerse a pensar seriamente en muchas otras cuestiones que no encajan en lo absoluto o que simplemente parecen no tener sentido. Empezando por el nombre de la película y, sobre todo, el por qué la catalogan dentro del género de slasher cuando el asesino es probablemente el más intrascendente de todos los tiempos.  

Los actores realmente no están mal, ofrecen lo que sus roles les permiten; nada más que por momentos parecen las personas más estúpidas del planeta dado a que algunas de las situaciones en las que los ponen son de risa. En cuanto la producción cumple, no hay nada sorprendente pero tampoco nada horrible.

Opinión final: Las críticas que había leído sobre Rabies eran muy positivas, pero sinceramente no entiendo mucho por qué hay tanta emoción por ella. Probablemente se deba a lo urgidos que estamos los fans del género por ver cosas que se salgan de lo convencional, aunque yo no le encontré nada de sorprendente.

Ojometro:
**